Por lo regular en México resultan aburridos porque saben que los medios se sentirán frente a un cuadrilátero imaginario y calificarán como ganador al que haya dado más golpes al contrincante, cuando en realidad se trata de proponer ideas, de transformar realidades, de anunciar iniciativas. Pero la falta de ejercicio político de algunos participantes crea la necesidad de cuestionar en lugar de proponer.
El primer debate entre los tres candidatos a la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México, fue llamado el primer round, porque habrá más debates, donde –cual pelea de boxeo—se buscará la revancha.
Al ser las televisoras las que inician estos encuentros, el resto de los medios no cuestionan la existencia de los debates, los considera insumo importante para la información; sin embargo, el INE adopta los debates porque implica un mayor manejo de presupuesto y en su organización muestran que son necesarias sus tareas. Es decir, todos ganan, mientras los votantes sólo ven un espectáculo que no motiva cambiar de favoritos, simplemente confirman sus preferencias, porque, como sucede en los principales cargos de elección popular, la decisión está tomada.
En el vecino país, son indispensables porque esperan hasta el último momento para tomar la decisión de votar por alguno de los dos partidos sino de votar o abstenerse, ya que votar por los republicanos o demócratas para los ciudadanos estadounidenses tiene los mismos resultados.
El abstencionismo en Estados Unidos crece a un ritmo de 7 por ciento en las elecciones presidenciales, de tal suerte que para las próximas elecciones deberá haber una votación nutrida si quieren que su presidente electo tenga legitimidad.
En México los debates tienen poco tiempo de realizarse, uno de los primeros ocurrió en 2000, entre Andrés Manuel López Obrador y Diego Fernández de Ceballos, también conocido como “El Jefe Diego”. En ese momento, Andrés Manuel era presidente del PRD y el principal aspirante a ser candidato a Jefe de Gobierno del Distrito Federal. Por otro lado, Diego Fernández era un destacado militante del PAN y se mencionaba como posible candidato a Senador de la República por su partido.
Es decir, no se trataba de debatir sobre los proyectos de un mismo cargo público sino un simple enfrentamiento de ideas que en ese momento, trataba de crear las diferencias entre el partido en el poder y los partidos que en realidad tenían poco tiempo de haber caminando solos.
La reforma electoral de López Portillo, dio de alta la participación de los partidos de oposición, de tal suerte que los primeros debates surgieron poco más de 20 años después de haber existido en realidad la oposición.
Los debates en México tienen objetivos y origen diferentes. Su similitud con una pelea de box tergiversa cualquier logro o los participantes y se reducen a meros golpeteos, del que todos salen raspados.
Cada vez que hay debates, los formatos cambian, buscan ser cada vez más atractivos, se crean estrategias y esquemas nuevos, pero en realidad lo que buscan es evitar que la gente cambie de canal a los cinco minutos de haber comenzado.
PEGA Y CORRE.- En caso de que el Tribunal Electoral el Poder Judicial de la Federación envíe al INE la orden de investigar la granja de mensajes llamados bots, contra el Presidente de la República y Morena, y comprobarse su origen, la sanción sería mortal para el frente opositor… Esta columna se publica los lunes, miércoles y viernes. |