Ese día Andrés Manuel calificó de “pecado social… la opulencia, la ostentación… habiendo tanta pobreza”. Criticó que los candidatos se trasladen en vehículos de súper lujo o que “presuman mansiones” (como Rocío Nahle).
El 25 de diciembre del año pasado comenté en Prosa aprisa cómo en su segundo informe de gobierno el alcalde de Xalapa había empeñado el nombre de su familia y reiterado que no iba a fallar a los xalapeños. Recupero algunos párrafos de aquella columna:
“Lo mencionó en más de una ocasión al rendir su segundo informe de gobierno, en palabras improvisadas fuera del texto que llevaba escrito.
Nunca hubo algún indicio de que sus palabras llevaran otro sentido más que expresar lo que piensa y siente como la primera autoridad de la capital del estado, pero creo que impactaron necesariamente en cuatro invitados especiales que tuvo.
El gobernador Cuitláhuac García Jiménez, la candidata a sucederlo Norma Rocío Nahle García, la presidenta de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, Adriana Esther Martínez Sánchez, y la presidenta del Poder Judicial, Lisbeth Aurelia Jiménez Aguirre, debieron haberse interrogado si están en condiciones de hacer un compromiso como el que escucharon.
Ricardo Ahued dijo que como se lo prometió a sí mismo, a la ciudadanía y a su familia, entre otros, no va a fallarles; que no va a salir del cargo sin haber cumplido. El compromiso lo reiteró ante su esposa Rossana Scala y sus hijos Ricardo, Roberto, Alfredo, así como sus respectivas nueras.
Expresó que saliendo ‘de aquí’, al terminar su gestión, quiere ‘caminar en la calle sin reclamos, sin quizá con algunas observaciones’. Le faltó decir, o quizás eso quiso decir, que quiere caminar por las calles de la capital con la frente en alto por el deber cumplido.
Soltó: ‘Jamás voy a traicionar los principios que me trajeron a la política; no coincido con la corrupción, no coincido con la simulación, no coincido con hacer una cosa y decir otra, no coincido con el abuso’.
Lo dijo, además, ante el dirigente estatal de su partido, Esteban Ramírez Zepeta, y ante el virtual candidato de Morena al Senado, Manuel Huerta, representativos de un partido y de una corriente que han terminado por aceptarlo como morenista, pero a regañadientes porque lo necesitan por lo que representa: miles de votos merced a su buen y gran trabajo.
Conforme iba dando cuenta del trabajo realizado por áreas, con cifras y datos duros, desgranaba sus comentarios, que soltaba cual glifos de escritura maya, pero terminaban en verdaderas pedradas para quienes tenía al lado y abajo enfrente de donde peroraba.
‘Allá la gente que está afuera (en el parque Juárez, frente al palacio municipal, bajo una enorme carpa, sentados, escuchando y viendo en pantallas el informe) y los que recorremos la ciudad, que sí caminamos, nos damos cuenta de la pobreza y la miseria; es criminal llevarse un peso y no atender la miseria de la gente’.
Creo que sin querer le estaba restregando en el rostro lo mismo al gobernador que a la candidata Rocío Nahle un reclamo, coincidente con Manuel Huerta, por haberse olvidado de una de las esencias y del emblema de su movimiento: estar cercanos a la gente y tener presente que primero los pobres”. Hasta aquí aquella columna.
Ya ni es bueno imaginarse lo que hubiera significado para la oposición que el candidato hubiera sido Ahued. Así, los veracruzanos perdimos el que pudo haber sido un buen candidato y gobernador de Morena, pero ahora estamos ante la seria posibilidad de tener un buen gobernador, que buen candidato ya lo es, de la oposición.
Manuel y Sergio también eran mejores opciones
Manuel Huerta nunca –eso pienso– va a decir en forma pública que se alegra con lo que está pasando con Rocío Nahle, pero me atrevo a pensar que en el fondo le da gusto.
No es ningún secreto que en el proceso interno de Morena ganó la encuesta y, de acuerdo al dicho guinda de que el pueblo manda y decide, él debió ser el candidato. Le robaron la candidatura, lo despojaron de ella.
Tampoco es un secreto que es quien tiene el voto duro de los morenistas y de miles de beneficiados con los programas sociales de Bienestar, que él sí sabe cómo se hace una campaña política ganadora, como lo demostró en 2018.
Su lealtad a López Obrador es a muerte y por eso acató el robo (Nahle le robó la candidatura) e incluso que lo bajaran a la segunda fórmula de su partido al Senado. A la hora de hacer el corte de caja, no deberá nada.
Sergio Gutiérrez Luna era otra buena opción de Morena, mejor que la de Rocío. En poco tiempo entró bien entre el electorado y se posicionó mediáticamente. Por su estilo de hacer política, el más parecido al del frente opositor, prácticamente hizo que la mayoría de los priistas jalaran con él.
Muchos que ahora están con Pepe, entonces, cuando no se veía oposición enfrente, decían que si Morena habría de repetir, que preferían a Sergio porque se entendían con él. Estuve con el minatitleco en algunos de sus actos y pude ver a muchísimos conocidos priistas y expriistas y a uno que otro del PAN, quienes andaban entusiasmados de saber que podía llegar al palacio de gobierno alguien que los identificaba y los saludaba bien.
Hoy casi se olvidó que en realidad él era el candidato a la gubernatura del dirigente nacional de Morena Mario Delgado, tanto que en un mitin en Minatitlán el 15 de agosto de 2022 no tuvo empacho en levantarle el brazo en plan triunfador.
En aquella ocasión, cuando Nahle se enteró de ese acto, organizó otro en Coatzacoalcos en la misma fecha y a la misma hora, sabiendo que iba a estar el dirigente nacional. Por eso hoy Mario Delgado no mete las manos por ella.
Ahora Morena está en serio riesgo de perder la gubernatura. Hizo a un lado a sus mejores hombres. La imposición de una zacatecana antipática y antipopular tiene un alto costo, que puede llegar hasta la derrota.
¿Gómez Cazarín, el último de los mohicanos?
Una frase muy conocida para algunas generaciones atrás es la de “el último de los mohicanos”.
Tiene su origen en la novela histórica El último de los mohicanos, del escritor norteamericano James Fenimore Cooper, publicada en 1826.
El argumento lo dejamos para otra ocasión. Wikipedia registra que la frase pasó a usarse a menudo proverbialmente para referirse al único superviviente de una raza o un tipo noble.
La uso ahora, en forma figurada, para referirme a Juan Javier Gómez Cazarín, el último y acaso el único cuitlahuista que trata de defender a Rocío Nahle de lo que ella llama “guerra sucia” y “montaje de la oposición”.
El líder de la bancada de Morena en el Congreso local no tiene mucha tela de dónde cortar y entonces se lanza contra los Yunes, y aunque generaliza con el apellido, sus dardos van dirigidos en especial a Miguel Ángel Yunes Linares.
Ante las evidencias que le han exhibido, la zacatecana no tiene elementos ni da con qué defenderla, pero de todos modos Juan Javier se sube al ring y tira golpes así sea en rounds de sombra porque los Yunes prácticamente no se dan por aludidos.
Hasta donde el columnista sabe, Nahle ha tenido con él muchas descortesías, por no llamarles groserías, pero el de Hueyapan de Ocampo ha aguantado vara, a diferencia de Eric Cisneros, Eleazar Guerrero y hasta Zenyazen Escobar, quienes de plano se le abrieron y la dejaron sola chiflando en la loma.
Ya es el único al que cuando lo necesita lo jala, como el 17 de abril cuando visitó Otatitlán y lo sentó a su lado, en el estrado, en el lugar que hasta entonces reservado para el exsecretario de Gobierno Eric Cisneros, originario de ese lugar.
Por lo que se va viendo, si Rocío cae, Juan Javier está dispuesto a irse con ella al vacío. ¿Si gana, lo compensará como se lo merece? |