Ahora al INE le urge distanciarse de la marcha, de los conservadores y de Xóchitl, por eso la repentina y sorpresiva reacción contra la derecha, que pareciera que había cambiado de bando ora vez. Lo cierto es que el INE debe recobrar la autonomía que le quitó el color rosa, del que se apoderaron tres partidos y una candidata.
Primero el color rosa fue para alejarse de los partidos, ahora ese mismo color que implicó al INE, le obliga a distanciarse de los partidos que convirtieron en cómplice al árbitro electoral.
La marea rosa nace en 2004, con el triunfo electoral de Tabaré Vázquez como presidente de Uruguay ese año. Fue creada por el reportero del New York Times, Larry Rohter, quien, para decir que ese gobierno no sería rojo o cercano a la izquierda sino rosa. Es decir, una especie de progresismo descafeinado.
Posteriormente el término se fue recorriendo hacia la derecha hasta convertirse en una expresión conservadora, aunque de inspiración social. En México se revivió la marea rosa para disimular la cercanía al amarillo del PRD, al rojo del PRI y al azul del PAN. Es decir, mientras más lejos de los partidos parecía más cercana a la población. Por eso, en un principio, la candidata de la oposición negaba ser de algún partido y adoptó los huipiles rosas.
En México la marea rosa trató de ser una expresión de la gente, sin convencer desde el principio, porque desde la primera manifestación con ese color, el objetivo del discurso fue atacar al actual presidente y su gobierno. Ahí el color cobró no sólo ideología sino partido y, posteriormente candidatos.
Si la candidata de la oposición llegara a asistir a la marcha del 19 de mayo podría interpretarse como una ventaja en los tiempos de los medios a su favor, ya que ese mismo día es el tercer debate con los otros dos contendientes.
Por otra parte, la presencia de la candidata opositora obligaría al PAN, PRI y PRD a sumar el costo de la marcha a los gastos de campaña de Xóchitl Gálvez, de por sí considerados los más altos de la actual campaña política. Lo cual podría incluso rebasar el dinero que debe destinarse a esa contienda de proselitismo.
La marcha que se pensó como una aliada de la oposición en el camino hacia las urnas resultó un problema que incluso crea divisiones entre los dirigentes de la alianza, quienes con la asistencia o ausencia de su candidata tendrán que colocar a un orador u oradora que se identifique con la derecha y que, al mismo tiempo, represente la inconformidad social con el régimen. Deberá ser alguien mesurado que no se parezca a su oradora anterior que casi convocaba a las armas para derrotar a la 4T y sacarla en ese momento de Palacio Nacional.
Lo que han hecho estas marchas es motivar a una clase media que era apática a la política a salir a las calles a expresarse y eso es muy bueno Nadie está en contra de la confrontación, de ideas, porque esa es la esencia de la democracia. Mucha gente definió su voto y sus ideas políticas por primera vez en público, y eso debe aplaudirse, reconocieron su lugar en la historia.
El propio Presidente de la República subrayó el hecho de que todos tenemos el derecho a expresar nuestras ideas, en la casa, en la calle, en los medios. Lo que no se vale es inventar montajes que sólo dañan a quienes lo crean y al final, una vez descubierto el teatro, quedan peor que si no hubieran creado su circo.
El problema no es la marcha del 19 de mayo sino las anteriores que con el mismo color y con la misma gente defendían causas diferentes. Lo que abanderaban es el descontento, lo cual deja sin fuerza política al color rosa, al INE, al PRI, al PRD, al PAN y a la propia candidata. Cayeron en una trampa donde la memoria de la población es la carnada.
Las diferentes corrientes políticas con o sin partido político pueden y deben marchar por las calles de la Ciudad de México o cualquier otra. Ocupar el zócalo, sentarse bajo el Ángel de la Independencia, pero con congruencia y respeto a la memoria y dignidad de los mexicanos.
PEGA Y CORRE.- Todo un éxito la reunión de más de tres horas que algunos medios mexicanos mantuvieron oculta, entre el presidente Andrés Manuel López Obrador y la asesora de Seguridad de la Casa Blanca, Elizabeth Sherwood-Randall, acompañados por la secretaria de Relaciones Exteriores, Alicia Bárcena y el embajador de Estado Unidos en México, Ken Salazar. “Al más alto nivel, México y Estados Unidos mantenemos un diálogo permanente para la cooperación bilateral en materia de seguridad y migración”, afirmó la principal asesora de Seguridad Nacional del vecino país… Esta columna se publica los lunes, miércoles y viernes.
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