Desde el café.
Bernardo Gutiérrez Parra.
 

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Sumisa y arrodillada
2024-07-02

Todo empezó en Nueva York con una editorial de The Wall Street Journal donde se afirma que después de que deje la presidencia de la República, Andrés Manuel López Obrador seguirá mandando en este país. Y la nota hizo explotar el mal humor del tabasqueño.


“¿Qué periodismo serio puede ser el que se diga en un editorial del Wall Street Journal que yo voy a seguir siendo el poder detrás del trono? Es una falta de respeto a Claudia, a las mujeres, un desconocimiento completo de lo que somos…”, dijo.


Como nadie esperaba otra cosa del presidente, su comentario se tomó de quien vino. Lo interesante era saber la opinión de la directamente afectada, Claudia Sheinbaum, que desde que era candidata carga con el sambenito de ser la futura Pascual Ortiz Rubio de López Obrador.


Y al parecer va para allá.


A pesar de lo que diga Andrés Manuel, Claudia es la presidenta electa más vigilada, acotada y maniatada por un presidente en funciones. Si ella dice blanco, su jefe dice negro por lo que tiene que recomponer lo afirmado y decir que es un negro deslavado muy parecido al blanco.


Para llegar hasta donde está, ha tenido que abandonar su independencia y aceptar innumerables humillaciones. La última, dejar que el presidente la placee a su antojo en sus giras finsemaneras que llevan implícito el mensaje: “Ella será la presidenta, pero el dueño del poder seguiré siendo yo”. Y Claudia ha tenido que agachar una y otra vez la cabeza.  


Si bien no se esperaba una respuesta que molestara en lo más mínimo a Andrés Manuel, había confianza en que la ex jefa de gobierno capitalino matizara sus palabras y contestara al Wall que su editorial estaba alejada de la realidad.


Pero una respuesta como la que soltó, quizá ni el propio presidente se la esperaba.


“Leía hoy en un periódico: ‘Claudia debe pintar la raya con Andrés Manuel López Obrador’. (Pero eso) sería pintar la raya con el pueblo de México y eso nunca; con el pueblo todo, sin el pueblo nada”, dijo de entrada.


Al encabezar ayer el denominado Festival Artístico Conmemorativo del Triunfo de la Cuarta Transformación, y rodeada de los morenos más gruesos que tiene el movimiento como el vocero presidencial Jesús Ramírez; el líder de Morena, Mario Delgado; la secretaria general de ese partido Citlalli Hernández y el monero Rafael Barajas “El Fisgón”, Claudia aseguró que “no va a haber traición” y que “nunca” se distanciará del presidente.   


Tras prometer que guardará el legado del tabasqueño agregó por si había dudas: “¿Qué sentido tiene mirarnos al ombligo? ¿Por qué no vamos a las plazas a hablar de la reforma judicial, a todas las plazas del país? ¿Por qué no vamos a las plazas junto con nuestros diputados electos, nuestros senadores electos, a seguir concientizando, a seguir diciendo qué ha hecho el Poder Judicial hasta ahora y por qué la reforma judicial?”.


Es decir, quienes la vieron y oyeron, asistieron a la ceremonia de una Claudia Sheinbaum completamente arrodillada ante un todopoderoso presidente.


“Claudia es inteligente, fría, calculadora y ha hecho de la paciencia una religión; a esto se debe su cercanía con López Obrador por más de veinte años. Después de tanto tiempo a su sombra ha aprendido a mentir como lo hace el presidente y es muy probable que lo esté engañando”, me dijo ayer un personaje que la conoce desde la universidad y trabajó con ella.


Este personaje agregó que Claudia no es de las que olvida agravios y López Obrador le ha hecho muchos.


“Quiero pensar que por muy acotada que esté, terminará por desembarazarse de Andrés Manuel porque así se lo exigen su dignidad, inteligencia y su independencia. No lo hará al estilo de Ruiz Cortines que cortó pronto y de tajo con Miguel Alemán, pero sí al estilo de Lázaro Cárdenas que tardó un año en mandar al exilio a Plutarco Elías Calles”.


Uta…


Alguna vez mi querido Neno me dijo que las mujeres son tan inteligentes que han hecho creer a los hombres que son los más fregones de la Creación. Quiero pensar que Claudia, que es infinitamente más inteligente que López Obrador, le hizo creer que es el presidente más fregón en la historia de la humanidad. Y el tabasqueño mordió el anzuelo y la premió con la presidencia, a cambio de su obediencia los próximos seis años. Obediencia que no piensa seguir la presidenta electa.


 Reitero lector, quiero pensar así. Pero es difícil y cuesta trabajo después de verla sumisa y postrada ante su jefe y hacedor.


Y cuando existe la incertidumbre, no queda de otra que esperar.


bernardogup@hotmail.com

 
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