“Fue el tercer día de toda la administración con menos homicidios registrados”, dijo el presidente hecho unas pascuas. Y aunque reconoció que el promedio diario de asesinatos es casi el doble, aseguró que se han reducido los delitos y los homicidios.
Eso sí, para no perder la costumbre se fue otra vez contra los conservadores, seguramente porque no han dimensionado la proeza que debió representar para su gobierno que el martes “sólo” hubiera 45 homicidios dolosos repartidos en 18 estados. “Eso no les importa, no lo internalizan, les entra por un oído y les sale por el otro por su enojo, por su dogmatismo y su fanatismo conservador”, dijo.
Y qué quería, ¿que le organizaran una manifestación multitudinaria en el Zócalo para aplaudir su atinada política de seguridad?
Estoy seguro que sí lector, que eso quería. Pero hasta para sus más fieles seguidores debe ser vergonzoso que su ídolo presuma de la disminución de asesinatos en tres ocasiones. Y bonitamente olvide la pesadilla que viven los mexicanos con 87 o 92 asesinatos casi todos los días.
Por donde se mire, su política de seguridad fracasó estrepitosamente. Y si se llega a comprobar que apoyó, aunque sea por omisión a los delincuentes, que se olvide de un pedestal a lado de Juárez, Madero y Cárdenas, porque la historia lo aventará sin contemplaciones a la cloaca de los traidores a la patria.
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