Ese momento, Irving únicamente pensó en una cosa: detener al agresor a como diera lugar, repito, sin pensar en su persona o sus bienes. Por eso le cerró el paso con su camioneta y logró su objetivo: detenerlo. Para su mala suerte, la pierna del agresor quedó prensada, con el hueso expuesto y hoy se conoce a través de los medios, que le fue amputada.
Esa situación definitivamente nuestras leyes las contemplan como lesiones y complican su proceso penal. Por eso, este caso se ha hecho mediático ante el reclamo de una sociedad que pide justicia y la libertad inmediata de su héroe, que lo único que hizo fue detener a un acosador sexual que venía desde hace tiempo acechando a las mujeres que viven en esa colonia.
Ya el Gobernador dijo que saldrá libre, pero que debe seguir el proceso penal correspondiente. Ante ello, familiares, amigos, vecinos y hasta la Colectiva Las Brujas del Mar, siguen alzando la voz para que Irving sea puesto de inmediato en libertad, haciendo un llamado a todas las mujeres que han sido atacadas por el sujeto, denuncien, lo señalen, y de esta manera integrar las carpetas correspondientes.
¿Qué sigue para Irving? Además de seguir alzando la voz para ayudarlo, esperar y esperar porque por desgracia, en nuestro país, los procesos son tan lentos que hace pensar que se protege más a los delincuentes que a los ciudadanos.
El caso de Irving se da en una encrucijada donde se discute a nivel nacional el papel de los jueces y magistrados en el Proceso de Justicia.
Sin duda, la resolución que tenga el caso de Irving en la entidad, marcará de manera subliminal el proceder de una sociedad ante el dilema de ayudar o no alguien, pues dijeran por allí, “Te metes a defender a alguien, por desgracia matas al agresor y ya te jodiste la vida”.
Y usted, ¿qué hubiera hecho en el caso de Irving?
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