Desde entonces le ha dado largas al nombramiento y pretextos no le han faltado; desde el ya mencionado “es que tengo que entregar obras” (un resto de obras que está entregando), hasta una solicitud de permiso a la Presidenta para estar en la toma de posesión de su sucesora.
Pero entre la aparición de su nombre como titular de la CONUEE, hasta horas antes del 1 de octubre, Cuitláhuac estuvo friegue y friegue al presidente López Obrador para que lo enviara como embajador a Cuba, petición que el tabasqueño habría aprobado en un principio. Pero…
En su columna de hoy el periodista Filiberto Vargas dice que Cuitláhuac sería una de las piezas a “sacrificar”, para ratificar la “voluntad” de la nueva Presidenta de combatir la corrupción.
Confieso que no creí en el trascendido. Se me hizo muy hacia arriba que antes de irse, López Obrador avalara que su pupilo consentido, su chico bien portado, “el gobernador más honesto que ha tenido Veracruz”, sea enviado al cadalso por ladrón y corrupto.
Digo, no es que no robara o no se corrompiera. Es que si alguien es de Morena y es fiel al dueño del partido se le perdonan esas nimiedades. Y el aún gobernador es el sujeto más fiel a Andrés Manuel.
Filiberto agrega que buena parte de la tarea de buscar pruebas de sus transas “le fue encomendada a la gobernadora electa, Rocío Nahle, quien ha ido acumulando expedientes con los que llevarían a Cuitláhuac a los tribunales”.
Dice que la estrategia de Rocío es la misma que utilizó Miguel Ángel Yunes como gobernador. “Primero se generan expedientes de varios de los colaboradores de Cuitláhuac García y se les coloca en la disyuntiva: o aportan todo lo que sepan de los negocios del gobernador, o serán ellos -y sus familias- los que paguen las consecuencias. Es sorprendente la disposición mostrada por personajes que se dicen ‘cuitlahuistas de hueso colorado’ para aportar información”.
Pero insisto, en Morena el latrocinio y la corrupción se castigan con los opositores, jamás con los de casa. Luego entonces, ¿cuál es la razón para que López Obrador aceptara sacrificar a su empleado más fiel y disciplinado?
La razón es la traición dice Filiberto Vargas, único pecado que no perdona el tabasqueño.
Ah, caray. ¿A quién traicionó y en qué momento? ¿Quiénes participaron en la traición? ¿Cómo se enteró el presidente? no lo dice el periodista, pero algo sabe o sabe mucho. De ahí que prometa más información en los días por venir.
Si esto es cierto, futa… Ya puede Cuitláhuac esconderse en la cola del diablo, que sus días en libertad están contados.
Quizá por eso nada que ver su sonriente semblante de hace y tres meses, con la cara de funeral que se carga últimamente.
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