Los llamados “convenios” que el gobierno a través de sus oficinas de prensa establece entre propietarios de medios de comunicación y el gobierno, hace tiempo perdieron el espíritu que les dio sentido para convertirse en jugosos negocios entre jefes de prensa y pseudoperiodistas, lo que permite que el dinero público vaya a parar a las cuentas bancarias de una bola de corruptos felices de amasar fortuna producto de la corrupción, el saqueo, el robo o como quieran llamarle.
Confieso que no recuerdo con exactitud a partir de que gobierno se impusieron, pero prometo investigar para ubicar en el tiempo desde cuándo este mecanismo sirve para que cada vez más mercachifles se beneficien con el dinero de las arcas públicas.
El caso es que un día un jefe de prensa, hoy se les llama Director de Comunicación Social del Gobierno del Estado, se puso a hacer cuentas sobre cuánto gastaba al mes el gobierno para el cual trabajaba, en contratación de espacios en los medios para publicitar todo lo que el pueblo o ciertos sectores tenían que conocer de información oficial, documentos tales como licitaciones públicas, avisos oficiales, promoción de eventos, esquelas, y en fin información que el estado está obligado a dar a sus gobernados la cual se difundía en los medios de mayor circulación o audiencia (en aquel tiempo eran los impresos y algunas estaciones de radio) lo cual se comprobaba con el tiraje de los medios o el alcance de una estación.
Bueno pues este bien intencionado personaje propuso al gobernante cambiar la fórmula, hacer un convenio mensual con los medios en base a los cálculos de gasto que había hecho, y lo convenció con el sólido argumento de que así el gobierno se ahorraría mucho dinero porque mediante un convenio se podrían publicar más espacios al mes que con el mecanismo que se venía usando.
La publicidad oficial y la comercial se contrataba mediante órdenes de inserción, o pagando por adelantado, el gobierno contrataba en esas empresas privadas los espacios que requería para que apareciera su publicidad pagando las tarifas establecidas por el medio. Y esas empresas privadas contrataban para nutrir de información su medio a reporteros, periodistas profesionales especializados en deportes, en nota roja, en temas de la sociedad y en información general que incluye la política. El medio daba trato laboral de empleados a esos compañeros reporteros, como al personal que realizaba otras tareas como la de reportero gráfico, formador, corrector, así como a los maestros de los talleres donde se imprimían los periódicos; se recibía un salario quincenal, te inscribían en el Seguro Social y en el INFONAVIT, y te pagaban comisión por la publicidad que a ti como reportero te contrataban o que generaban las fuentes de información que te asignaban, de tal forma que tus jefes estaban en el medio no eran los políticos y menos los funcionarios públicos, con los que se tenía una relación únicamente informativa.
Por ejemplo, yo trabajé cinco años en el diario EL DICTAMEN cuando lo dirigía Jorge Malpica y en esa empresa me pagaban seis mil pesos mensuales como salario base, a los tres meses y por mi conducto la Asociación Nacional de Cañeros que lideraba Roque Espinoso Foglia contrató una plana mensual de publicidad, otra el Instituto de Pensiones del Estado y mi salario mensual se disparó a 22 mil pesos mensuales…como reportero. La plana estaba en veinte mil pesos y la comisión que me daban era del veinte por ciento. Doy el dato porque en los medios se ganaba muy bien pero además existía la libertad de expresión absoluta, el estado compraba espacios en la empresa periodística nunca criterio editorial.
Convenios entre traficantes
El asunto de los convenios prostituyó la relación prensa-estado. Recuerdo con mucha claridad, por ejemplo, cuando llegó el gobierno de Miguel Alemán Velasco, trajo como Director de Comunicación Social a un tal Sabas Huesca Rebolledo, este personaje dotado de una terrible fobia contra los periodistas dejó en manos de un tal Gilberto el manejo de la administración de esa oficina, al ratito eran tremendas colas las que se hacían para poder hablar con “Gil”. El señor negociaba el otorgamiento de un convenio, a quien fuera, a cambio de una mochada del cincuenta por ciento. Los recursos que el estado destinaba para comunicación social no alcanzaban y tenían que asignarle más y más porque “había que estar bien con los medios”. Ya saben, Miguel Alemán no sabía nada de nada, fue un gobernador de lujo y pasó por la silla principal de palacio de noche.
El entonces Contralor General del Estado, Ricardo García Guzmán al enterarse de esto intervino la administración de comunicación social, le practicó una auditoría y Sabás fue despedido del cargo mientras que Gilberto tuvo que pagar con cárcel el saqueo que había cometido a las arcas del erario mediante los convenios con los medios.
De ese pasaje muchos pseudoperiodistas salieron como “machuchones” de los medios, pero sin saber ni cómo se redacta un telegrama, gracias a la voracidad de un empleado al que le pusieron en bandeja de plata la posibilidad de robar, de corromperse y lo hizo.
La historia o el truco este lo han venido repitiendo no solo en la CGCS sino en todas las dependencias que cuentan con oficinas de prensa. Los titulares con tal de sacar raja de su posición alientan a auténticos mercachifles a que funden un portal de información, lo más sencillo y sin necesidad de invertir, para que sirva de respaldo para la asignación de un convenio, y lo hacen. Un caso que sirve mucho de ejemplo para ilustrar este asunto es el del dirigente estatal panista José Mancha Alarcón, quien obligó al jefe de prensa del Congreso del Estado, cuando el PAN fue gobierno, a que diera de alta tres portales, uno de ellos a nombre de su mamá, una respetable ancianita que ni fu ni fa, y a través de esta maniobra cobraba trescientos mil pesos mensuales, cien por cada portal que no daban información, que no funcionaban como medio, que no eran medio de comunicación sino una simulación para robar.
Esta es la mal oliente historia de los convenios que hoy el gobierno otorga como premio a sus incondicionales, a los que aplauden sin rubor las torpezas de los funcionarios públicos, que no son periodistas y menos empresarios, está dejando de lado a los medios que si lo son, a los que cuentan con una plantilla laboral de reporteros, de capturistas de la información, de correctores y personas que se encargan de cabecear las notas y darles el valor que tienen para ubicarlas adecuadamente en el espacio del portal que le corresponde, como jefes de información, que por lo mismo tienen miles de lectores diarios y que son los idóneos para contratarles espacio para difundir lo que el gobierno tiene que informar a los gobernados, en una absurda actitud de arrogancia e ignorancia de lo que es la comunicación.
¿Usted quiere gozar del beneficio de un convenio de estos?, vaya a ver a un jefe de prensa, diseñe un portal, llénelo de boletines y elogios a los políticos, dese de alta como medio y a disfrutar de la lana fácil, además dese el lujo de que lo consideren como todo un periodista.
AMLO detrás de la caída de Adán Augusto
En opinión de la respetable periodista Elena Chávez, es el propio Andrés Manuel López Obrador quien está detrás de la "caída" de Adán Augusto López, y quien es la mano ejecutoria para eliminarlo políticanente e incluso hasta fincarle responsabilidades penales por La Barredora y los negocios de huachicol y hasta de casinos, es Claudia Sheinbaum.
¿Por qué lo digo?
Adán Augusto tenía un encargo prioritario para el hermano que vive en la oscuridad: proteger a Andrés López Beltrán y apuntalarlo en su tarea política.
No hizo ninguna de las dos tareas porque se dedicó a crear un entorno de poder para él mismo, incluso, por encima de Sheinbaum y eso no lo perdona el socio del cártel de Sinaloa.
Eso de que Sheinbaum no estaba enterada, es una farsa que aprendió de su mentor, pues fue un militar quien le sacó al policía de Adán Augusto su liderazgo en el grupo criminal que convirtió a Tabasco en un narcoestado.
Adán ya no está Augusto sabe que López Obrador lo va a destruir con el dedo flamígero de Sheinbaum.
Claro que todo lo hecho por el senador era sabido y permitido por el ex presidente, pero es éste el que tiene el poder detrás del reino de la mujer que habita Palacio Nacional.
REFLEXIÓN
El periodismo está siendo dañado por aquellos que se tildan como profesionales de la comunicación por el simple hecho de difundir una información, la cual no ha sido contrastada en ningún momento, a través de las redes sociales. Escríbanos a mrossete@yahoo.com.mx | formatosiete@gmail.com |