Eso en lo legal, pero en lo ético también hay muchas insuficiencias y mentiras que han lesionado seriamente el prestigio de la UV; un prestigio que se fue ganando con el correr de los años y las décadas, y con el esfuerzo de muchos funcionarios y académicos que dejaron sus vidas y sus mentes en el trabajo de educar a las nuevas generaciones de veracruzanos y hacerlo con calidad y con esmero.
Entre las mentiras está el discurso reiterado de Martín Aguilar y de sus incondicionales de que ha sido un Rector magnífico, que ha llevado a la Universidad a los más altos sitiales y la ha colocado entre las mejores del país.
Nada más falso, como lo revelan los indicadores de cobertura y de calidad, que han ido a la baja en los últimos cuatro años y tienen sumida a la institución en una caída libre hacia el precipicio de la ineficiencia.
Entre las faltas a la ética, persiste el silencio de la Rectoría ante el caso hecho público del plagio de uno de sus colaboradores cercanos, Omar Valdés Benítez, quien publicó como suyo un texto de David Foster Wallace y lo insertó como prólogo en un libro de la Editorial UV, que además fue imprimido en una segunda edición.
La ambición desmedida de seguir gozando del poder y el presupuesto parece que ha convertido a la UV en cuna de un grupo que no suelta las riendas y está pasando por encima de las leyes y de la razón.
Días difíciles esperan a nuestra alma mater y una gran lucha que encabezarán los miles de universitarios que quieren a la UV con todo el corazón, y que no se detendrán hasta que no vuelvan a ella la cordura y la legalidad.
Como bien dice el exrector Raúl Arias Lovillo: “No se vayan con la finta de que somos pocos”.
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