Hay que conceder que los gobiernos morenistas han insistido mucho en que el salario mínimo diario (SMD) en México debe ser elevado anualmente por encima de la inflación y han conseguido que crezca de manera considerable respecto a 2018, cuando estaba en 88.40 pesos diarios.
En enero de 2019 el SMD llegó a 102.68 pesos; un año después alcanzó 123.22 pesos; en 2021 aumentó a 141.70 pesos; en 2022 el monto llegó a 172.87; en 2023 se fijó en 207.44 pesos, y en 2024 subió a 248.93 pesos.
La presidenta Claudia Sheinbaum decretó en enero de este año que el SMD quedara en 278.80 pesos.
Bien, con aquellos 8,364 pesos una familia mexicana promedio debería poder pagar la renta mensual de su vivienda o la hipoteca de su casa -si es el caso-, alimentar convenientemente a todos sus integrantes, comprar los útiles necesarios para los niños y jóvenes menores de 18 años, pagar los gastos de salud en el caso de que el sistema estatal no ofrezca un servicio mínimo, vestir decorosamente a todos, permitir que tengan oportunidad de momentos de entretenimiento y pagar los servicios domésticos y precio del transporte.
El doble y un poco más -unos 18,950 pesos, por decir-, deberían ser un sueldo holgado para que los pobres dejen de serlo y tengan una vida magnífica, no de lujos ostentosos porque eso es pecado según el Patriarca, pero sí por encima de la austeridad republicana a que está condenado el Gobierno por tantos y tantos robos de los prianistas, según dice también el expresidente tabasqueño.
No son pocos para los ciudadanos de a pie esos casi 19 mil pesos mensuales, aunque para quienes tienen una vida diferente a la del pueblo apenas son un pellizco, una nimiedad por la que no vale la pena hacer escándalo.
¿Verdad?
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