Mientras tanto, este fin de semana, la Secretaría de Marina desplegará toda una agenda de actividades: exposiciones, conciertos, regatas, carreras, espectáculos aéreos, eventos culturales y el esperado regreso del Buque Escuela Cuauhtémoc, ese Caballero de los Mares que, pese a ser orgullo nacional, tuvo que esperar un accidente en Estados Unidos para que se recordara que existe. El programa es amplio, colorido, técnicamente impecable. Pero la pregunta no sobra: ¿y después del domingo?
El Capitán de Navío Rafael Tiburcio Domingo explicó con claridad la importancia del 23 de noviembre. Tiene razón: fue en 1825 cuando el Capitán de Fragata Pedro Sainz de Baranda ordenó el bloqueo naval para desalojar al último reducto español. Fue entonces —y no en 1821— cuando la independencia quedó realmente consolidada. Esa historia merece ser contada, celebrada y enseñada. Pero también resguardada. No basta con recordar que hubo grandeza: hay que preservarla.
Las actividades iniciaron hoy en el World Trade Center de Boca del Río con una exposición sobre la Marina. Mañana habrá regatas y un concierto; el sábado, carreras y música sinfónica; y el domingo, la llegada del Cuauhtémoc y la presencia de la presidenta para develar una placa, recorrer el fuerte y asistir al sorteo de la Lotería Nacional. Todo muy solemne, muy institucional, muy acorde a la fecha.
Pero el verdadero homenaje que San Juan de Ulúa necesita no está en el protocolo, sino en la inversión. No en el discurso, sino en la restauración. No en el aplauso de ocasión, sino en un proyecto integral de rescate histórico, arquitectónico, turístico y cívico.
Porque no se celebra bien un pasado glorioso cuando se deja morir el espacio físico que lo contiene.
San Juan de Ulúa ha sido escenario de las luces y sombras de la nación. Lo mínimo que merece es un país que lo trate con la dignidad que la historia le otorgó. Ojalá que la visita presidencial no sea un acto de nostalgia, sino el inicio de una responsabilidad largamente pospuesta.
Mientras tanto, celebramos. Y está bien. Pero celebramos sobre ruinas que merecen mucho más que un fin de semana de fiesta. |