¡Miguel Ángel lo odia porque es malo!.
Eso piensa, eso ve desde su megalomanía.
¿Qué es la megalomanía?.
Es un trastorno mental que padecen quienes se creen socialmente muy importantes, poseedores de enormes riquezas y capaces de hacer grandes cosas.
Por desgracia, en el caso de Javier Duarte los primeros dos puntos son reales, mientras que el tercero sí está sólo en su cabeza.
Duarte sigue siendo socialmente importante. Hoy por hoy es el causante de que los jubilados y pensionados adscritos al Instituto de Pensiones del Estado tengan 6 días de atraso en el pago, de provocar un desorden en la siguiente administración pública con todo el llamado “paquete de impunidad” que busca dejar, y el pago asegurado para sus empresas y las de sus socios y amigos.
Por desgracia, sí, Javier Duarte sigue siendo importante, por todo el mal que hace. Aunque él se considera trascendental porque está autoconvencido de que hizo un gran gobierno.
¿Cómo fue que tal disparate se le metió en la cabeza?
También es verdad que posee enormes riquezas, incuantificadas, acumuladas con el saqueo hecho a las arcas del gobierno del estado y –probablemente- por otras actividades no mencionadas por él hasta ahora.
Y por esa riqueza malhabida se cree trascendental. Su ego debe tener una gran distancia de separación de su ser.
Pero en donde su megalomanía brota en todo su esplendor, es en su creencia de que puede hacer grandes cosas.
En todo su sexenio no hizo absolutamente nada que fuera valioso para Veracruz.
¿Qué es lo más llamativo que tuvo?, ¿los Centroamericanos?. Esa fue una actividad que consiguió Fidel Herrera y en la que al final de cuentas el gobierno federal tuvo que intervenir en la organización para que no se cayera.
¿Qué más hizo?.
Cualquier cosa insignificante.
Este es su principal rasgo de megalomanía, pero está alimentado por los otros dos.
De sus tuits, en el primero Duarte tiene razón:
“El pleito y el enfrentamiento pueden servir en la coyuntura a un gobernante para ganar simpatías pero al final la que pierde es la sociedad”.
En esta coyuntura, Javier Duarte con sus tuits busca la aceptación que poco a poco fue perdiendo y que hoy debe andar en niveles cercanos a cero. Tan sólo antes de la elección, el nivel de aprobación que tenía era del 11% de la población de Veracruz… 11%, un porcentaje que nadie, ni el peor gobernante de la historia, había tenido…
Javier Duarte es quien tiene el pleito, con todas las medidas que está tomando en su guerra de tierra arrasada, pero no está ganando simpatías, si no por el contrario, cada día se hace menos querible.
¡Qué parádoja!. Obtiene lo contrario de lo que busca.
En cambio, el segundo de los tuits es debatible:
“Respeto la decisión de M. Yunes de continuar su campaña de odio, puede denunciar todo lo que quiera, sin embargo sus denuncias son puro show”.
De este tuit podríamos discutir el correcto uso de los signos de puntuación, pero lo dejamos ahí.
En cambio si debe mencionarse que desde el principio manejaron que la campaña de Miguel Ángel Yunes era de odio, tratando de desprestigiarlo con esto, pero aún así agarró la suficiente fuerza como para imponerse con el triunfo electoral. Entonces, decir que continua con “su campaña de odio” no le es redituable.
En cambio, todo lo que Javier Duarte hace en busca de la impunidad, en el entorpecer al próximo gobierno, muestra que él es quien está enfrascado en esa campaña de odio, de destrucción.
¿Qué las denuncias que pone Miguel Ángel Yunes son puro show?.
Puede ser.
Pero también están las denuncias interpuestas por la Auditoría Superior de la Federación y las averiguaciones previas iniciadas por la Procuraduría General de la República ¿esas también son puro show?.
Igualmente están los llamados de los dirigentes priistas nacionales para que deje de estar dinamitando el aparato institucional del gobierno del estado, pero no hace caso, a lo mejor porque considera que esas también son parte del espectáculo.
Y el tercero de los tuits, es una burla total a si mismo (probablemente brotó muy del fondo de su subconsciente):
“Mi postura personal siempre será firme, seria y sin titubeos, en todo momento en favor del respeto, la legalidad y el bien común”.
Por Dios. ¿En verdad espera que alguien le crea eso?.
¿Cuál respeto?, sus últimas actitudes muestran que lo perdió, que no lo puede dar hacia las instituciones públicas, ni la política, ni los veracruzanos, ni mucho menos a quien lo sucederá.
¿Legalidad?. ¿Cuál legalidad?. Torcer la ley para adecuarla a sus propios intereses no es nada legal, aunque tenga una Cámara de diputados presta a avalarlo. Eso es autoritarismo, imposición, despotismo, absolutismo.
Esas son actitudes de dictador.
¿Legalidad?. Ja.
¿El bien común?. ¿Cuál bien común?. ¿El suyo y el de su camarilla?.
Duarte está tan lejos del bien común que ni siquiera Miguel Alemán quiso avalarlo durante su última visita a Veracruz.
¿Cómo puede decir que actúa por el bien común?.
RAMÓN POO, APODERARSE DEL PRI DE VERACRUZ. Otro que parece alucinar que todo le es color de rosa, que su gobierno ha sido lo mejor, cuando en realidad tiene hecho un desastre el municipio, es Ramón Poo, el presidente municipal de Veracruz.
El alcalde del puerto quiere adueñarse del PRI de Veracruz ciudad, quiere imponer sucesor.
Sueña, alucina, que por su imagen y presencia el PRI podrá ganar la elección de presidente municipal de Veracruz en la próxima contienda.
Y para “amarrar” a quien será su candidato, quiere primero que nada adueñarse del PRI municipal. Su deseo es desenquistar al ineficaz y anodino dirigente actual, Raúl Díaz Diez.
Su carta ya no la tiene bajo la manga, si no que la expone, creyendo que será motivo de aceptación y que todos correrán a abrazarla, a levantarla en brazos, a placearla, para que encabece la gran ola priista que barrera a la fuerza azul.
Su candidata es su jefe de prensa, Elisa Tagle, tan ineficiente que la imagen de Ramón Poo como presidente municipal es tan mala que sus niveles de aceptación popular andan por abajo del 30%, de quienes lo conocen.
Elisa Tagle aprovecha la posición y se autopromueve, tanto que algunos medios le hacen “entrevistas exclusivas”, exige y empuja para ser oradora en actos oficiales; se coloca en primera fila para salir en las fotos.
En ese camino poco le importa ir dejando a quienes fueron colaboradores eficaces tirados a un lado, sacrificados, para que ella pueda seguir.
Elisa Tagle sueña que puede ser la candidata a la presidencia municipal, o por lo menos ocupar el número uno de la lista de regidores para la próxima elección.
Suspira por poder tumbar a Salvador Barbes, el director de Obras Públicas del ayuntamiento, de las preferencias de Ramón Poo para que lo suceda.
Pero Salvador Barbes nada tiene que hacer en la próxima contienda.
Cada obra no realizada o mal ejecutada, es una nota en contra.
¿Qué ha hecho el ayuntamiento de Veracruz en obra pública?.
Nada, sólo unos cuantos bacheos. Y los han cobrado muy caros.
Pero Ramón Poo sueña que puede ganar la próxima elección para la presidencia municipal; Elisa Tagle suspira porque la reconozcan como la gran política que ella cree que es y Salvador Barbes ¿todavía creerá que puede ganar en el 2017?.
Sueños de unos que se creen místicos en las noches del eterno verano jarocho.
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