Si se queda Amadeo todo sigue igual, pero si renuncia, entonces los tricolores tendrán que nombrar un nuevo dirigente, y para ello los grupos al interior del partido van armando sus cuadros directivos e impulsando sus alfiles.
Por ejemplo, si fuera un alcalde, tienen para elegir entre el presidente municipal capitalino Américo Zúñiga Martínez o el sanandrescano Manuel Rosendo Pelayo.
Delegados federales que cubran el perfil hay dos; Tomás Carrillo Sánchez, de Migración, y Renato Alarcón Guevara, del ISSSTE, con una excelente hoja de servicios en favor del priismo veracruzano.
Si Héctor Yunes hiciera valer su condición de candidato, aunque perdedor con cerca de un millón de votos, podría sugerir a Jorge Moreno Salinas, un militante impecable.
Y de la parte del senador Pepe Yunes Zorrilla, tal vez sería recomendado el diputado actual por Perote, Juan Manuel Velázquez Yunes, o el entrante por ese mismo distrito, Carlos Morales.
Las mujeres también tienen dos formidables posibilidades en las personas de Regina Vázquez Saút -diputada plurinominal electa y Secretaria General del CDE, con lo que podría subir al puesto máximo por una simple prelación- y la aún senadora Erika Ayala Ríos, que ya fue una buena Presidenta del PRI y sigue siendo dirigente estatal de la CNOP, que agrupa al sector popular, y Secretaria General del poderoso Sindicato Único de Trabajadores del Cobaev.
Una mano de barajas muy bien surtida y con varios ases como para sacarlos de la manga. Eso sí, el o la que quede tendrá ante sí el enorme reto de concitar la unidad de todos, todos, todos; de rehacer los sectores y las organizaciones…
Pero más: de elegir a los mejores candidatos para el próximo proceso electoral que cambiará a 212 ayuntamientos, con su pléyade de presidentes, síndicos y regidores.
Y tendrá que ganar al menos la mitad de las contiendas, lo que se ve difícil, como un trabajo de Hércules.
Veremos a quién se le echa ese trompo a la uña.
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