Cuanto mayor la riqueza, más espesa la suciedad.
John Kenneth Galbraith (1908-2006) Economista
Los desvaríos del ejecutivo veracruzano que buscaban volverse verdaderas joyas de corrupción e impunidad, al parecer ya tienen una contención desde un lugar que hasta ahora solo había mostrado indiferencia y lejanía hacia el dolor de una sociedad profundamente agraviada y sujeta de las paranoias de un personaje que ha logrado acumular el mayor desprecio y desprestigio de los que tengamos memoria.
El anuncio hecho por el Vocero de la Presidencia de la República y el Subprocurador de la PGR respecto de las iniciativas en Quintana Roo y Veracruz para blindarse, muestra por fin un ejercicio que debió haberse realizado hace mucho tiempo; la omisión y apatía de Peña Nieto han sido muy costosas para la vida de millones de veracruzanos que hemos sufrido respecto de ejercicios públicos corruptos y arbitrarios.
El patético y ofensivo comportamiento de los que han gozado del poder en Veracruz, como el caso de Vicente Benítez, es a todas luces el ejemplo de los cínicos, los que han dañado profundamente el patrimonio de los veracruzanos; comportamiento que debe ser castigado, que no puede quedar impune. Insistir que en estos últimos doce años se construyeron entramados de malolientes cañerías institucionales para favorecer el enriquecimiento de sujetos sin escrúpulos, es una verdad de Perogrullo que bien vale la pena reiterar para que no se olviden los responsables y para buscar las salidas de las cloacas institucionales y brindarnos la recomposición social e institucional urgentes para la entidad.
El último reportaje del medio Animal Político que ahora mismo sube la apuesta del desvío veracruzano detectado a través de empresas fantasmas, al pasar de 646 millones a más de 18 mil millones de pesos según datos de la Auditoría Superior de la Federación. Se trata de la crónica de la leyenda negra de la docena trágica; es la puesta en la mesa de datos que corrían en el rumor veracruzano, son también los resultados de la investigación periodística que desenmascara la trapacería de una clase política ruin.
La defensa de un personaje de los alcances de Javier Duarte y su equipo ha recibido un espaldarazo proveniente de sus iguales, de sujetos que también han hecho de el descaro su razón de ser. El manifiesto firmado por los veinte diputados federales veracruzanos contrasta con el sentir de millones de los que dicen representar, la voz de los 20 a través de Jorge Carvallo es la voz de la complicidad, de los negocios en coparticipación, de los dineros distribuidos y las fortunas construidas en la cofradía de la suciedad, la opacidad y la impunidad.
Aún está pendiente conocer el comportamiento final de los diputados locales, esperemos que sepan que los observamos y les reclamamos no continuar en la abyección y la complicidad, porque la “disciplina” debe tener sus límites.
Los tiempos del fidelduartismo están por terminar, llegan a su fin como esa costra política que sumió a Veracruz en la ignominia de la pobreza, la inseguridad, la corrupción y la impunidad, que demostró las peores mañas del comportamiento político y la desvergüenza individual; el escenario de la descomposición veracruzana genera preocupaciones de cara al futuro y no es casual.
Los retos por delante son variados y profundos pero ninguno otro como el garantizarle a una sociedad que votó por la alternancia y distribuyó las responsabilidades, que se oyó con claridad el mensaje de exigencia lanzado desde las urnas a las clases políticas, que habrá que esforzarse el doble para estar al nivel de los problemas, para enfrentarlos con altura de miras, con los diálogos necesarios que brinden las alternativas a través de conductas transparentes, reguladas, responsables, que cambien a mejor la impresión ciudadana sobre los políticos, los representantes y los gobiernos, pero que principalmente ofrezcan resultados concretos en beneficio de Veracruz.
DE LA BITÁCORA DE LA TÍA QUETA
Políticos de la traición y la indecencia pública ahora demandan lealtad, ética y moral para con la representación del saqueo veracruzano, ver para creer.
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