Hace cincuenta años, en el contexto familiar por el examen profesional de Licenciado en Derecho del menor de sus hijos -tío mío- le pregunté a mi abuelo qué quería decir Abogado, y él me dijo: defensor, con un tono de respeto y orgullo. Con el tiempo y la escuela, supe que el Abogado es un Licenciado o Doctor en Derecho que ejerce acciones de defensa, dirección, asesoría o consejo jurídico en una diversidad de asuntos regulados por la ley. Abogado es un término cuyo significado original en latín se corresponde mucho con el que hoy le conocemos: proviene de advocatus, que quiere decir “llamado en auxilio”, en referencia a quienes se dedican a defender. Fue el abogado Presidente Adolfo López Mateos quien, en 1960, instituyó el 12 de julio como “Día del Abogado”, a instancias de don Federico Bracamontes, fundador del Diario de México, no sólo para homenajear la abogacía, sino para recordarnos: que la Real y Pontificia Universidad de México abrió sus puertas el 25 de enero de 1553, con las Facultades de Cánones y de Leyes; que el 3 de junio de ese año se ofreció la primera cátedra de Derecho; y que el 12 de julio siguiente se expidieron las primeras Ordenanzas de Buen Gobierno en suelo americano o novohispano. Si en 1553 se impartió la primera lección de Derecho en América latina, casi 4 siglos después, en 1960, fue don Fernando Román Lugo, Procurador General de Justicia del Distrito y Territorios Federales, en representación del Presidente de la República, quien presidió la primera celebración para instituir el Día del Abogado. Al año siguiente asistiría el Presidente López Mateos, y desde 1961 hasta nuestros días los ejecutivos federales han sido invitados permanentes. ¿Somos muchos o pocos los abogados hoy día? La Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), del Instituto Nacional de Estadística y Geografía, indica que al primer trimestre de 2014, el número de abogados en México era un poco mayor de 321 mil personas: 58% hombres y 42% mujeres, que se concentran principalmente en las cinco entidades federativas en que reside el 58.3% de la población: Distrito Federal, Jalisco, México, Puebla y Veracruz. Por cierto, en Guanajuato, Tabasco y Michoacán, ya es mayor el número de mujeres abogadas. En México tenemos 2 millones y medio de estudiantes inscritos en universidades públicas y 1 millón 200 mil en universidades privadas. Y de las 3,478 instituciones educativas que imparten cursos de educación superior, en 975 instituciones se estudia la carrera de Derecho, que es la que cuenta con más estudiantes: poco menos de trescientos mil. De ese total, 88% están inscritos a nivel licenciatura, 5.4% a nivel maestría y 0.85% a nivel doctorado. No obstante, en función de los 121 millones de mexicanos que somos, todas las profesiones, incluida la de abogado, siguen siendo deficitarias. Hacen falta profesionistas de todas las carreras, y también abogados para los sectores público, social y privado de nuestro entorno nacional, dada la necesidad de certeza y seguridad jurídica en el conjunto de las relaciones humanas, para la conciliación, el arbitraje y la mediación en la resolución de las controversias. El Abogado juega un papel estratégico en ese enorme totum en que se ha convertido la normación de la vida colectiva, siempre relacionada con las necesidades de cambio, desarrollo, orden y paz públicas. Felicidades a todos los abogados.
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