En los años de la hegemonía priista, cuando los cuerpos policiacos se caracterizaban, todavía más que en la actualidad, lo cual es mucho decir, por el abuso y el atraco, se le llamaba “sabadazo”, a la acción policiaca que consistía en aprehender casi al final de un sábado, aduciendo razones legales o ilegales, a un ciudadano para garantizar su “cooperación” monetaria, si no quería pasar la noche del sábado y el domingo inhábil en los separos de las delegaciones, horas en las que no encontraría defensa ágil ni áreas de la procuración de justicia funcionando. Así, los ciudadanos que padecían el “sabadazo” estaban a merced de policías y ministerios públicos, cuando tenían pocos mecanismos de defensa.
Hace pocos días las mujeres veracruzanas sufrieron algo similar durante la temporada vacacional de verano. El congreso estatal aprovechó estos días para programar la sesión en la que se aprobó la iniciativa de lo que llamó defender la vida desde la concepción que es en realidad una reforma legislativa punitiva hacia la interrupción del embarazo. No valieron los argumentos de los nueve legisladores que votaron en contra y tampoco sirvió la abstención del diputado Juan Cruz Elvira. Los 34 que votaron a favor ignoraron los derechos de las mujeres, las recomendaciones de la ONU y el señalamiento internacional en contra de este tipo de legislaciones que cancelan el ejercicio de una maternidad libremente elegida, que castigan a las mujeres sólo por ser mujeres.
Surge inevitablemente la interrogante de por qué un congreso agonizante se ocupa de un tema tan polémico. El cálculo político puede echar mano de todo, incluso de un gobierno fallido y de un poder legislativo sumiso y dependiente. El tema de los matrimonios igualitarios provocó una fractura entre la jerarquía católica y la administración federal, que bien pudo haber utilizado lo que queda de los poderes en el estado de Veracruz para tratar de resanar una grieta que no desea ahondar. Es difícil entender de otro modo la indolencia de la administración peñista hacia los múltiples agravios que sufren y todavía pueden sufrir los veracruzanos en los meses que le restan a la administración duartista.
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Por otra parte resulta sumamente lamentable constatar que los gobernantes y legisladores no han comprendido el sentido del estado laico por el que tanto lucharon los hombres de la Reforma. La diputada Octavia Ortega afirmó que votaría con lo que pudiera “vivir tranquila”. Seguramente, además de la línea partidista, hubo otros legisladores que votaron como católicos y no como legisladores. A estos diputados y a los ayuntamientos que todavía deberán votar el dictamen de esta iniciativa para definir si se realiza o no la reforma constitucional del artículo 4º no les vendría mal conocer la postura del presidente francés Valéry Giscard d’Estaing, quien en 1974 dio una lección de laicismo cuando declaró, con motivo de la discusión del aborto en Francia, “como católico estoy en contra del aborto; como presidente de los franceses considero necesaria su despenalización”. ¿Quién puede estar a la altura?
Como si no fuera suficiente con este agravio hacia las mujeres veracruzanas, vinieron las declaraciones de la subsecretaria de Mujeres Jóvenes del PRI de Veracruz, Tavata Calderón Heredia, quien con un lenguaje florido, recomendó a las mujeres “que andan loqueando y dando las nalgas, tener tantita puta madre y no embarazarse”. Las conminó a no convertirse en asesinas por “la calentura de un rato”. Propuso además la esterilización como mecanismo para evitar embarazos no deseados. Las reacciones en medios y en redes sociales no se hicieron esperar; vino entonces el segundo gazapo: un video de 18 minutos para explicar lo que quiso decir y disculparse por el “lenguaje antisonante” (sic) utilizado, pero especialmente para intentar poner a salvo al PRI de sus comentarios. Craso error.
En primer lugar 18 minutos son una eternidad en la que se pueden decir una montaña de tonterías y eso fue exactamente lo que le ocurrió a la funcionaria priista; 18 minutos de reiteración, lenguaje pobre, cero argumentos y un traspié tras otro, incluso arremetió contra su partido y su gobierno. El video lo hubiera hecho, y editado, mejor un niño de primaria, considerando el nivel de contacto con la tecnología que pudiera tener un infante. Se pueden ver los cortes cuando se altera y dice argumentos poco convenientes, tan poco acertados como la tos clara del camarógrafo.
La subsecretaria se disculpa por el lenguaje pero reitera su defensa por la vida, es decir, corrobora su postura en contra del aborto. Insiste en que los comentarios fueron a título personal y no como subsecretaria. Daría risa si no fuera lamentable este espectáculo de mea culpa. La señora Calderón Heredia desconoce que cuando se acepta un cargo de ese nivel y de tal naturaleza no puede serlo de nueve a cinco y de lunes a viernes. La frontera entre lo público y lo privado se desdibuja precisamente porque, en teoría, sus atributos particulares la llevaron a un cargo partidista. Pero lo verdaderamente escandaloso no es todo lo que ignora esta joven, sino que el PRI veracruzano haya elegido a una lépera y retrógrada para representar a las mujeres jóvenes del partido. Pero no todo es incongruencia, la votación priista en la ley antiaborto concuerda perfectamente con los comentarios de Tavata Calderón. El lenguaje es lo de menos, especialmente para los veracruzanos, el problema es la postura que encierra y que quedó claramente representada en la votación de los 34 legisladores que aprobaron la ley antiaborto.
El PRI quizá querrá controlar los daños separando de su cargo a Calderón Heredia, pero viéndolo bien, puede fungir perfectamente como vocera de la bancada en esta legislatura: igual de groseros e ignorantes.
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