Esto de inmediato generó críticas y principalmente dudas sobre su capacidad para llevar las riendas del Poder Legislativo a partir del próximo 5 de noviembre, cuando asuman funciones los nuevos diputados locales veracruzanos.
Y es que el Congreso estatal es, sin exagerar, una especie de monstruo de 50 cabezas con una gran complejidad para ser gobernado. Mucho más aún, en un escenario como el que viene, en el que ningún partido por sí solo contará con la mayoría absoluta para tomar decisiones aisladamente. La negociación será fundamental para que cualquier asunto que ahí se aborde pueda llegar a buen puerto.
Sin embargo, la tónica del próximo Congreso local parece ser la de la improvisación. Pocos serán los legisladores con experiencia en esos temas. Para no ir muy lejos, la otra bancada que tendrá fuerza en la LXIV Legislatura, la del Movimiento de Regeneración Nacional, estará integrada, salvo una o dos excepciones, por ilustres desconocidos, algunos de los cuales fueron designados como candidatos a diputados por la vía del sorteo. Y no, no es broma. Serán diputados de “tómbola”.
Paradójicamente, aunque en realidad tampoco extraña, la bancada que tendrá más legisladores experimentados en la política y el servicio público será la del PRI y sus aliados. Lo cual tampoco es garantía de buen desempeño ni de probidad, sobre todo cuando vemos en esa cuadra nombres como el de Vicente Benítez o el de Juan Manuel del Castillo, quienes traen grabado en la frente, como una letra escarlata, el símbolo de la corrupción del duartismo del que provienen y al que sirven.
No es que se trate de establecer prejuicios sobre todos los noveles diputados. Hay varios nombres que sí cuentan con experiencia y conocimiento en temas públicos, aunque no necesariamente en los de orden legislativo. Pero hasta ahora, lo que se sabe en concreto y lo que ha trascendido respecto de quienes llevarán la conducción de los trabajos de la próxima Legislatura, ha generado más dudas que buenos augurios.
Por lo pronto, el próximo jefe del Congreso ya adelantó la agenda de su partido para el periodo de sesiones que inicia en noviembre: echar abajo las últimas reformas duartistas, como la basificación masiva de la burocracia y la afectación del impuesto a la nómina para pagar adeudos, y destituir al actual fiscal general del estado, Luis Ángel Bravo Contreras.
Ojalá que también traigan propuestas de transformación y contrapesos institucionales. Le urgen a Veracruz.
La obsesión por la foto
La obsesión del todavía gobernador Javier Duarte por aparentar una cercanía inexistente con el presidente Enrique Peña Nieto, forzando abrazos y fotografías, de tan patética, es lastimera. Veracruz no se merece esa representación.
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