Esta es la historia:
Mauricio Audirac, hoy sujeto a investigación de parte de la PGR por dos que tres detallitos de varios miles de millones de pesos esfumados, de los cuales da cuenta la Auditoria Superior de la Federación e incluso señalado por los propios fidelistas, ofrenda en 2010 seis mil millones de pesos para conservar el cargo.
Era dinero conseguido por la vía de la recuperación de recursos desviados por los municipios.
Era un tanque de oxígeno para una administración saqueada por Fidel y era, o más bien fue el salvoconducto de supervivencia para Audirac al frente del ORFIS, al menos con vigencia a mediados de julio del 2012.
Después, ante su afán reeleccionista, fue descobijado por quien la quería, Iván López Fernández, quien entrega al jefe Duarte un expediente en donde le resucita parte de su historia negra ligada a diputados locales de dudosa transparencia en la rendición de cuentas.
Ello amén de un resumen de los edificios, terrenos, casas y hasta un rancho que compró durante su gestión muy seguramente gracias a la herencia que le dejó su abuelita.
Por ello de Audirac se dice con certeza, que favorecía a despachos contables con las auditorías públicas para los ayuntamientos y en corto se arreglaba con los presidentes municipales y salpicaba a los diputados de la jugosa Comisión de Vigilancia.
El punto es que no hubo reelección y su principal opositor Iván López Fernández tampoco alcanzó la cima de ORFIS, no por el conflicto de intereses que le representaba ser el primer más importante proveedor de gobierno de artículos de oficina, propaganda oficial y toda la papelería, sino porque en esos días apoyó al PRD de Emiliano Zapata para dar tremendo zancadillazo a una dama aspirante a alcaldesa, Shariffe Osman, protegida del jefe.
A Iván, sin embargo, le es permitido imponer al sucesor de Audirac, al inefable Lorenzo Antonio Portilla Vázquez, quien por cierto recién declara que no se va hasta el 2019.
Portilla, segundo de Iván, ligado a despachos contables donde se hace el tamal con los ayuntamientos, solapador de las cuentas públicas anuales de los municipios y aliado de ciertos diputadetes venales, ha tejido su imperio sustentado en la trampa.
Acaso por ello vale la pena rescatar la reflexión de un brillante analista político, José Antonio Flores, sobrino de don Froy -de casta le viene al galgo- quien bajo el título “Diezmo, ambición y decadencia”, escribe en el portal “Plumas Libres” que el tal Lorenzo “abrió la boca para soltar dos perlas”:
“Que no se han maquillado cifras en la revisión de las cuentas públicas. El problema –argumenta- es que la revisión parece que sólo fue de las firmas en los papeles, donde es cierto, comprobó que sí las tenían”.
Dijo también, que fueron otras instancias las que descubrieron las irregularidades, y que por eso, tuvo que revisar bien, y que por lo encontrado, debió denunciar a varios funcionarios”.
¿Revisar bien?
“De esto, remata Antonio Flores, no hace falta ningún comentario más”.
Y es que, en efecto, “la actitud silenciosa y licenciosa del titular del ORFIS, es el reflejo de la terrible corrupción en que cayó el régimen”.
“Los diezmos ‘normales’ que gozaron muchas administraciones, se amplificaron para convertirse en verdaderas dentelladas a los presupuestos, y después, al robo de caudales completos, que llevaron a la terrible decadencia que ya sufre el estado”.
Concluye el agudo analista:
“La nave veracruzana va arrastrada por la fuerte marejada de la corrupción y amenaza con estrellarse y quedar en la ruina”. E invita a Miguel Angel Yunes Linares a echarse un clavado y revisar ORFIS, a fondo.
Obligado pues regresar en el tiempo y revisarle las cuentas a ORFIS, de Audirac para acá. Obligado transparentar que pasó ese 2008, era de Fidel cuando sólo detuvieron a 25 ediles charales, en tanto 90 se volvieron humo.
Habría que arrastrar el lápiz para ver que sucedió del 2008 al 2010 cuando se registró un desfalco de casi 3 mil millones de pesos al erario y el 90 por ciento de los ediles y funcionarios de confianza involucrados se pelaron, como dirían los clásicos y en ese seguimiento obligado revisar las cuentas municipales y estatal 2010-2016 en donde se cumplió solo con la mapachería electoral dejando colgado de la brocha y con adeudos millonarios a los 212 municipios tras la bursatilización.
Eso es realmente importante y no las ridiculeces de don Lorenzo quien “revela” que la investigación periodística de un medio nacional fue lo que “me llevó a revisar las cuentas públicas de los años 2012 a 2014 y detectar irregularidades en la constitución de empresas que recibieron más de 900 millones de pesos por contratos de gobierno”.
¡Vaya bobería!
Si así fuera ¿por qué no ha leído a Carlos Jesús Rodríguez, al “Místico”, Marco Antonio Aguirre o a Claudia Guerrero, quienes repetidamente han venido denunciando con pelos y señales las raterías de dos regímenes?
A Lorenzo no le queda hacerse el lorenzo.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo |