Para poder entrar a Los Pinos hay que tener cita agendada.
Pero resulta que, de acuerdo con las versiones de los reporteros de la fuente presidencial, hace unos días, se presentó en la residencia oficial de Los Pinos, el todavía gobernador del estado de Veracruz, Javier Duarte de Ochoa sin cita ni anuncios previos.
Aseguró que estaba ahí para reunirse con el Presidente Peña Nieto, entonces el grupo de oficiales del Estado Mayor Presidencial, checó en la agenda y no estaba incluido.
Le pidieron que aguardara para confirmar.
Después de que los elementos del Estado Mayor Presidencial hicieron algunas llamadas, le informaron al gobernador que no estaba registrada ni contemplada su visita a los Pinos.
-Por favor avísenle a Erwin Lino que quiero verlo- dijo Javier Duarte, molesto y poco paciente, en un intento desesperado por entrevistarse con el secretario particular del Presidente.
-El señor Lino tampoco lo recibirá- fue la respuesta que le dieron.
No se sabe a ciencia cierta, lo que sucedió después, al parecer el gobernador Javier Duarte quiso entrar por la fuerza para intentar hablar con el Presidente -hasta hace poco su mejor amigo- pero el equipo de seguridad no lo permitió. Se dice que hubo empellones, cuerpos enfrentados y gritos.
“En el momento más intenso de la revuelta entre guardias y militares, el gobernador alzó la voz y antes de retirarse, fuera de control, hizo acusaciones.
La revuelta entre militares y los guardias de Duarte en Los Pinos pone en evidencia una ruptura en el sistema de intereses e impunidad, que ha alcanzado en este país dimensiones intolerables”.
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