¿Qué habría sucedido si otros diputados priistas o los aliados de éstos hubieran decidido apoyar su absurda propuesta? Pues que quien les habría pegado tremenda exhibida hubiese sido el propio candidato que intentaron sacarse de su chistera, pues, según se ve, ni le habían corrido la cortesía de preguntarle si estaba dispuesto a asumir tan alta responsabilidad política en el estado y si cumplía con los requisitos legales para hacerlo.
¿Qué les hizo suponer que un personaje del nivel del ex presidente de la Suprema Corte iba a aceptar venir a gobernar por 48 días una entidad con las finanzas públicas en bancarrota y altos índices de inseguridad? Un jurista que aunque es nativo de Misantla por lo menos lleva 30 años desarraigado de Veracruz, sin grupo político en quien confiar ni apoyarse.
En una carta que envió al periodista xalapeño Manuel Rosete Chávez para agradecerle la mención que en su columna política “Apuntes” había hecho sobre su persona, el ex ministro Ortiz Mayagoitia se autodescartó aduciendo que “en cuanto a la posibilidad de que ese nombramiento interino recayera en mi persona, estimo que no podrá darse por varias razones”, refiriéndose concretamente a una que consideró fundamental: “No tengo la residencia que exige el artículo 43, fracción II, de la propia Constitución local para ser Gobernador.”
FLAVINO: LLEGÓ TARDE
Doce años después y por un miniperiodo de casi mes y medio, pero finalmente Flavino Ríos Alvarado ha visto cumplir su sueño de ser gobernador de Veracruz.
Flavino, al igual que su amigo y ex jefe Dante Delgado Rannauro, por circunstancias políticas extraordinarias también logró llegar antes a la jefatura del Poder Ejecutivo del estado que a la alcaldía de su municipio natal.
Y es que, como se recordará, Delgado Rannauro siempre quiso ser presidente municipal de Córdoba igual que Flavino ha intentado serlo de Minatitlán, donde siempre se ha topado con los intereses de la poderosa Sección 10 del sindicato petrolero.
Sin embargo, ambos llegaron en condiciones totalmente diferentes. En diciembre de 1988, Dante sucedió como gobernador sustituto a don Fernando Gutiérrez Barrios, quien solicitó licencia al Congreso local para separarse del cargo porque asumiría la Secretaría de Gobernación con el presidente Carlos Salinas de Gortari. Con su antecesor en la titularidad de la SEGOB, Delgado Rannauro sería un mandatario estatal fuerte, con todo el apoyo político y financiero del gobierno de la República durante los cuatro años de su gestión.
En cambio, a Ríos Alvarado le tocará cerrar los últimos 48 días del catastrófico sexenio de Javier Duarte, cuyo partido le ha retirado sus derechos como militante y está bajo investigación por parte de las principales instancias fiscales y de procuración de justicia de la Federación.
Hace 12 años, en 2004, Flavino –también último secretario de Gobierno en el régimen del gobernador Miguel Alemán Velasco– estuvo a punto de ganarle la nominación del PRI a la gubernatura de Veracruz al entonces senador Fidel Herrera Beltrán, pero la trágica muerte de su hijo primogénito, que falleció en un sospechoso accidente automovilístico en una autopista del sur del estado, frenó de tajo sus aspiraciones políticas.
¿Qué tanto habrían cambiado la historia y las condiciones políticas, sociales, financieras y de seguridad de Veracruz si en lugar del actual cónsul de México en Barcelona, el sucesor de Alemán hubiese sido el ahora gobernador interino? Lamentablemente en política el “hubiera” no existe. |