Y aunque tuvimos uno solo durante tantos años y tantos gobernadores, hay que decir que el puesto de delegado especial del CEN del PRI en realidad es perentorio y se mece al vaivén de los cambiantes tiempos políticos de una entidad tan politizada como Veracruz,
Chuy Medellín fue un delegado de adorno los dos primeros años con el licenciado Alemán; después, fue un representante del CEN muy operativo en los primeros tres años de Fidel, y minimizado y tolerado el resto del sexenio sólo gracias a su amistad con la primera dama; por último, fue un testaferro de Javier Duarte ante el CEN, y ayudó a hacer posibles muchas de las “jugadas maestras” que acostumbraba el joven gobernador, cuando se sentía el gran estratega electoral.
Pronto será designado el nuevo delegado del CEN para Veracruz, y hay una lucha sorda en el Altiplano porque quien llegue vendrá con una gran fuerza como para impulsar hacia un lado u otro las simpatías y los liderazgos de la militancia jarocha, que no obstante que fue apabullada en la pasada elección, no deja de ser una fuerza que se deja sentir de manera considerable en el concierto nacional del priismo.
Es evidente que este nombramiento se inscribe en la pelea por la candidatura presidencial tricolor para 2018, y que tanto Osorio Chong y el grupo de hidalguenses por un lado, y el de los tolucos con Meade a la cabeza en este momento, por el otro, trabajan en lo oscurito y en lo clarito por imponer a un peón que será una pieza importante.
Viene pues un delegado que traerá poder de decisión, que participará activamente en la recomposición del PRI veracruzano, que influirá en las candidaturas municipales de 2017 y, si lo sabe hacer bien, hasta en la gubernamental de 2018.
¿Traerá cartas marcadas hacia uno u otro lado? ¿Apoyará la candidatura anunciada del senador Pepe Yunes y los poderosos itamitas que lo impulsan? ¿Buscará ir formando una nueva alternativa para ofrecerla a los militantes allá por diciembre de 2017 o enero de 2018?
Nombres aún no hay, pero sí se ven ya las dos tendencias que luchan por imponer a su gallo.
Una cosa sí, el que llegue no se quedará 14 años, como Chucho, que en paz descanse.
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