Más adelante, cruzando esta calle, de inmediato se encuentra uno que los locales comerciales quedan por debajo del nivel de la carretera Lázaro Cárdenas. Hay escaleras, pero, vuelvo a insistir, para alguien de la tercera edad o con incapacidad, debe ser algo tortuoso ese tramo de banqueta.
Salvado ese detalle por el casi medio centenario de mis piernas, paso por un negocio de azulejos que tiene a su máxima potencia sus bocinas… sigo sin entender al empresario que cree que haciendo más ruido ha de acercarse más clientes.
¿Les cuento de los coches que tienen los talleres mecánicos sobre la banqueta? ¡Ya ni platicar de los que tienen sobre áreas verdes o camellones!
Bueno, desvío mi recorrido en la esquina de Atzalan y apenas incorporándome a la banqueta (después de que un buey en un Tsuru no entiende para qué son las rayas amarillas), me encuentro con un tipo que se estaciona abarcando media banqueta… Y apenas avanzo unos cuantos metros, cuando topo con una puerta verde de una cochera… bajo al arroyo vehicular y entonces me percato que no es porque vaya a salir un carro del estacionamiento… no… se trata de un lavadero de autos que al abrir sus puertas obstaculiza el paso en la banqueta…
Cuando me reincorporo a la banqueta, detengo mi paso. Volteo y tomo dos fotos. Las subo al Facebook. Prosigo mi camino. Más tarde, un amigo las ve y me dice que hace rato pasó por allí y que estaba cerrado, pero le llamó la atención una motocicleta de Tránsito y Vialidad en el punto. Otro amigo que estaba en el restaurante cercano a ese lavado de autos, me comenta que al salir escuchó al agente de vialidad conminando al dueño a no obstruir las banquetas.
Entre los comentarios que pusieron en el Facebook, me sorprendió el de Pilar, quien dice: “Les molesta porque está cerca de La Gavia, y la gente no se puede subir a sus camionetotas [iba caminando. Nota mía] y se tiene que bajar de la banqueta, hay que ser tolerantes para todos, si toleramos a los que se roban el dinero de cuello blanco y que van a comer ahí, a La Gavia [He ido a comer allí y no uso cuello blanco ni me he robado nada. Nota mía], por qué no tolerar al que trabaja honradamente y no ha podido acondicionar bien su negocio porque no hay dinero en este Estado para hacer eso... pero por qué no van a las colonias, como este caso hay muchos; la gente trabaja igual como puede y a veces no tienen el dinero para cambiar su portón, a acondicionar su local, pero se requiere trabajar ya que no hay empleos y hay que autoemplearse”.
En mi Facebook puse como referencia dicho restaurante para ubicar el negocio, pues como narro desde un principio, era la observación de un peatón (¿o un peatononzote?).
Pero si eso me sorprendió, más me sorprendió el comentario que me hacen de que cuando van a La Gavia, ofrecen lavar el carro en dicho local ¡los mismos del restaurante! por lo que sospechan que el lavado de carros es del mismo propietario del local gastronómico…
Bueno, pero muy independiente de quién sea o no el dueño, el asunto es la serie de casos que nos podemos encontrar cuando caminamos por Xalapa y me doy cuenta de dos cosas: nuestras calles y banquetas son una Ley de la Selva y que a veces, cuando me invisto de peatón, me hace más difícil entender el porqué tanto escándalo con los gasolinazos… pero la señora Brenda me hace entrar pronto en razón.
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