Aunque los ingresos para el gobierno derivados del petróleo constituyeron por un tiempo los principales recursos fiscales, son parecidos a los que reciben en otros países gobiernos por derechos e impuestos de petroleras privadas.
Los frutos de esa expropiación, a 79 años de realizada, son una gran dependencia de Estados Unidos. A finales de 2016 importamos 68 por ciento de las gasolinas que consumimos. La balanza comercial petrolera es deficitaria. Importamos más derivados del petróleo que el crudo que exportamos. El gobierno le da más recursos a Pemex de los que recibe de ese monopolio.
Deuda, pasivos laborales creados por un corrupto sindicato, sobreprecios a contratistas 'amafiados' con funcionarios y una mala administración, quebraron al monopolio estatal petrolero, que lo único que dio a los mexicanos fueron gasolinas de baja calidad y caras (ver libro EPN: El retroceso).
La estatización del petróleo en México es un ejemplo de ineficiencia y corrupción, encubierta con un seudonacionalismo y socialismo, que mitificaron los gobernantes para saquear los recursos petroleros en México.
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