Dijo, entre otras cosas, que la gente que rodeaba al entonces candidato a la gubernatura de la alianza PRI-PVEM era la que la estaba haciendo mucho daño al abanderado. Despotricó de Alianza Generacional, la asociación que creó Héctor Yunes Landa, de la que dijo que carecía de fuerza política en la entidad veracruzana.
Incluso, reveló que le comentó a los operadores financieros del CEN del PRI que tuvieran mucho cuidado con los colaboradores de Yunes Landa, pues se corría el riesgo de que se “clavaran” la “lana” de la campaña, pues muchos de ellos –citó algunos nombres como el de Jorge Moreno Salinas— desde hace mucho tiempo no tenían chamba ni en el gobierno federal ni en el gobierno estatal.
“Lo primero que van a hacer estos (refiriéndose a los hectoristas) con la lana que les den del CEN del PRI, será pagar colegiaturas, las letras del carro, pagar sus tarjetas de crédito…. todos ellos andan en la quinta pregunta (es decir, ¿qué comeremos mañana?)”, expresó el entonces mandatario, ahora preso en Guatemala, acusado deDelincuencia Organizada y Operaciones con Recursos de Procedencia Ilícita.
De igual forma, se expresó muy mal de Fernando Vázquez Rigada, quien a juicio de Duarte de Ochoa, llevaba muy mal el tema del manejo de la imagen del candidato.
En esa reunión, jamás admitió que por los escándalos de corrupción en su gobierno, la inseguridad, la violencia y la crisis financiera, era un “lastre” para Héctor Yunes. Eso sí, al final reconoció que aun cuando tuviera un 20% de aceptación ciudadana, ese 20% era suficiente para "abonar" a la causa priista y que ese porcentaje iba a ser la diferencia en las elecciones a gobernador. “Porque ese 20% representa a gente que sigue creyendo en mi gobierno, pero si Héctor se dedica a golpearme, ni siquiera ese 20% votará por él”, fanfarroneó.
El resto de la historia es sabida. Y ahora Javier Duarte de Ochoa será juzgado por los tribunales.
Él formaba parte de los jóvenes voraces que Fidel Herrera Beltrán impulsó desde el 2004 en el gobierno. Fueron los muchachos que escucharon mil veces a su jefe político decir que “en política, lo que cuesta dinero, es barato”, o como decía Carlos Hank, “un político pobre es un pobre político”.
Ojalá que en Veracruz se esté escribiendo otra historia, de políticos honestos, probos; pero en verdad, lo dudamos. La nueva clase política no da certeza de probidad. Sus grandes mansiones, yates, propiedades en el extranjero y aeronaves, hablan por sí mismas de una fortuna obtenida al amparo del poder. Ningún sueldo de funcionario de alto nivel dan para esos lujos.
Se reedita una vez más la conocida historia popular de aquel que grita “¡al ladrón… al ladrón…!”, para generar una cortina de humo y que la gente no se dé cuenta de que el que grita puede ser hasta más ratero.
Emilia Yunes, ¿ya no puede trabajar?
En los últimos tiempos mucho han declarado los partidos políticos de que investigarán a sus candidatos a puestos de elección popular, para evitar que lleguen a los cargos políticos corruptos, deshonestos e, incluso, pertenecientes o vinculados con la delincuencia organizada. Al menos tienen esa buena intención, pero el problema surge cuando el candidato aspirante a un cargo no proviene de algún partido, pues es candidato independiente. ¿A esos quién los investiga, qué instancia investiga si no es una “fichita”, una persona sin escrúpulos, sin probidad moral, por cuestionar lo menos? Un claro ejemplo de esto último es Emilia Yunes Suárez, candidata independiente para la alcaldía de Perote, persona que por algo ningún partido la candidateó para dicho cargo. Y es que quienes la conocen dicen que es una verdadera “fichita”, capaz de “llevarse entre las patas” a quien se le interponga en su camino, a quien afecte sus intereses, sus ambiciones. Y un ejemplo claro de lo anterior es el pleito legal que carga de un tiempo para acá con Verónica Velázquez Yunes, una de sus hijas, ni más ni menos. Aun cuando le han “echado montón” a la señora Verónica, ésta defiende su posición e insiste en que su hermano Juan Manuel Velázquez Yunes, ex diputado local priista, y su madre la despojaron de las propiedades que su padre, Juan Manuel Velázquez Mora, le heredó. El asunto fue llevado ante las autoridades, pero, de acuerdo con la afectada, su hermano utilizó sus influencias políticas para evitar que se le hiciera justicia. Esta señora Emilia Yunes, que con estas actitudes y acciones denigra a la política, ya no digamos a la familia, pretende, con demandas tramitadas en Jalancingo, quedarse con dicha herencia, que por derecho y decisión del padre le corresponde a su hija Verónica, con el amañado argumento de que, “por ser adulto mayor, ya no puede trabajar”. Con este tramposo argumento quiere “tranzarle” a su propia hija sus propiedades, de tal manera que en su demanda se puede leer que, como “Adulto mayor, al resolverse sobre la revocación de la donación que realizó, debe considerarse su derecho a una vida con calidad y atender al mayor beneficio en su favor. De conformidad con los artículos 1º. Constitucional y 17 del Protocolo Adicional a la Convención Americana sobre los Derechos Humanos en Materia de Derechos Económicos, Sociales y Culturales “Protocolo de San Salvador”, el Estado Mexicano se encuentra obligado a proteger los derechos de las personas consideradas como adultos mayores, que comprende la actuación de los órganos jurisdiccionales cuando ante ellos se tramitan procedimientos en los que éstos son parte, a fin de aplicar las disposiciones jurídicas correspondientes, atendiendo al mayor beneficio en su favor. Por lo anterior, al resolverse sobre la revocación de la donación hecha por un adulto mayor, debe considerarse ese marco normativo, así como el artículo 5º de la Ley de los Derechos de las Personas Adultas Mayores, que establece, entre los derechos a garantizar en favor de esas personas, el relativo a una vida con calidad, a tener certeza jurídica en los procedimientos judiciales, dándoseles una atención preferente en la protección de su patrimonio personal y familiar, que les permita tener acceso a los satisfactores necesarios, considerando como tales: alimentación, bienes, servicios y condiciones humanas o materiales, para su atención integral”. Así las cosas, y con el agravante de que Emilia Yunes, no conforme con todo el daño que ha hecho, pretende quitarle la casa en donde vive actualmente la señora Verónica, su hija, en la ciudad de Puebla. La quiere dejar en la calle, le quiere quitar todo lo que pueda, con la complicidad de su hijo Juan Manuel. A la señora Emilia Yunes no le importa la sangre, el destino de su hija, si con ello obtiene un beneficio económico. Sucede en las “mejores familias”, dicen, aunque en este caso están muy lejos de serlo los Yunes Suárez- Velásquez Yunes. Volviendo ahora al ámbito político, ya muy cerca de iniciar las campañas electorales para las alcaldías, el electorado debería cuestionar la trayectoria política, además de la calidad humana y moral de los candidatos. En el caso de Emilia Yunes Suárez, si en sus demandas argumenta incapacidad para trabajar, ¿entonces por qué quiere alcanzar la alcaldía de Perote? ¿No pensará trabajar si gana? Si está imposibilitada para laborar debido a su vejez, lo más congruente es que debería quedarse en casa a descansar, a cuidar a los nietos y no andar buscando sillas municipales. Trata de “fregar” a su hija porque es una adulta mayor, pero si la intención es ser presidenta municipal entonces rejuvenece y tiene muchas energías. Si esas tretas y traiciones se las hace a su propia familia, entonces lo que se les espera a los peroteños, en caso de que esta nefasta señora logre el triunfo en las urnas. Los votantes del municipio de Perote tienen la última palabra.
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