De manera inverosímil, el Ayuntamiento que encabeza Zúñiga Martínez decidió sacar adelante el permiso para el gasoducto exactamente en medio de las campañas a las alcaldías, a dos semanas de su conclusión y en la recta final de su administración, cuando ya no cuenta con la fuerza política suficiente para sostener una decisión de esta naturaleza.
Pero por lo visto, los compromisos económicos contraídos fueron más valiosos para el Alcalde que la conveniencia política, y ya no digamos que la seguridad y la opinión de los habitantes de la ciudad. Evadiendo su propia responsabilidad como autoridad municipal, el Edil boletinó que no es atribución del Ayuntamiento más que expedir el permiso de construcción del proyecto, que cuenta con autorizaciones de la Semarnat, la SCT, Pemex, la Dirección de Desarrollo Urbano y Ordenamiento Territorial del Gobierno del Estado, Protección Civil estatal y la Comisión Reguladora de Energía.
Y por ahí está la clave. Uno de los comisionados de la Comisión Reguladora de Energía es precisamente Guillermo Zúñiga Martínez, hermano del presidente municipal xalapeño. El conflicto de interés en que incurre el munícipe es evidente, por decir lo menos.
Otra de las justificaciones esgrimidas por el Alcalde es que el gasoducto “impulsará el desarrollo económico de Xalapa”. Pero eso no es verdad. El objetivo del proyecto es surtir de gas a la fábrica de la compañía Nestlé ubicada en Coatepec, que cuenta en sus instalaciones con un tanque de 150 mil litros, y que presionó para que el gasoducto se construya por la vía más corta, sin importar que fuera en medio de zonas habitadas por miles de xalapeños, porque le sale más barato que llevarlo por las inmediaciones de la ciudad. El beneficio de la obra es para una empresa privada transnacional, no para Xalapa.
No es la primera vez que Zúñiga Martínez prioriza el interés empresarial. Precisamente en estos mismos días, una de las plazas comerciales ubicadas al sur de la ciudad empezó a cobrar el estacionamiento en sus instalaciones, a pesar de no contar con los permisos municipales para hacerlo, como publicó en sus redes sociales el propio alcalde.
Sin embargo, hasta la noche de este miércoles, la empresa operadora de esa plaza comercial propiedad de las familias Fernández, Chedraui y Alemán, continuaba cobrando a sus anchas el estacionamiento, mientras la autoridad municipal acudía a decirles, con una docilidad abrumadora, que no debían hacerlo, sin hacer nada más. Gran diferencia con la persecución que los inspectores de comercio municipal realizan contra los centros de diversión y hasta con los de difusión cultural del centro de la ciudad, que a la menor falta se les aplica la clausura fulminante.
Además de ignorar la voluntad de los xalapeños, Américo Zúñiga dinamitó, hizo polvo cualquier posibilidad competitiva que hubiera podido tener Alejandro Montano Guzmán, el candidato del PRI a sucederlo en la presidencia municipal. Sepultó por completo a su partido en Xalapa.
Por eso es más que sospechoso el respaldo que a esta decisión expresó el candidato a síndico de Xalapa por la alianza PAN-PRD, Agustín Basilio de la Vega, quien defendió a capa y espada el gasoducto contra las críticas de uno de los candidatos a la alcaldía.
¿Será por eso que Américo cerró con “broche de oro” su justificación arguyendo que “el Ayuntamiento ejercerá sus responsabilidades, las cuales no pueden ser suspendidas o evadidas por el simple hecho de que hay una campaña?” ¿Pues qué otra cosa pactó?
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