Por ese “distractor del terror”, según apuntó: “Todos los que trabajaron en puestos de responsabilidad con Javier Duarte tenían miedo, todos eran mencionados en columnas, en redes sociales, infamados, despreciados, linchados”.
En lo que parecía ser una defensa de su persona, ella, quien había tenido puesto de responsabilidad, expresó que “Con razón o sin ella todos fueron señalados, y lamentablemente, este juicio se extendió a personas que nada tuvieron que ver con los entramados de la corrupción ampliamente documentados” (nada más le faltó decir: como yo).
En esa larga columna, aprovechó para culpar del descrédito que estaba sufriendo a quien la sucedió en la Coordinación de Comunicación Social, Alberto Silva Ramos, hoy diputado federal.
“Desde el primer día de su arribo a Comunicación Social, Alberto Silva se dio a la tarea de desacreditar mi gestión, utilizó todos los medios a su alcance para ello. Me responsabilizó de decenas de agravios –a cual más falsos— a muchos medios de comunicación y a muchos comunicadores respetables”.
Dijo que había terminado por entender sus razones de acuerdo a lo que le había dicho un amigo: no se trataba de algo personal contra ella, sino de salvar su pellejo. Recordó que el propio Duarte calificaba a Silva como “el amo de la perversidad”.
Seguramente Gina se creía fuera de ese juego de la habitación del pánico; seguramente dormía tranquila y podía conciliar el sueño; seguramente creía que Miguel Ángel sólo estaba jugando su juego porque “sabe jugarlo” y “disfruta hacerlo”; seguramente por eso no se amparó no obstante que había señalamientos periodísticos en su contra, publicados en el portal animalpolitico.com (tal vez pensó que era cosa de Silva Ramos), y que ya había sido requerida por la Fiscalía General del Estado, a la que había ignorado no presentándose.
El sábado por la noche, cuando no se lo esperaba, le dieron el clásico “sabadazo” acusada de varios delitos y ya cuando había clareado el día domingo, o sea ayer, ingresó al penal de Pacho Viejo, en el municipio de Coatepec, donde ingresó a una habitación de pánico, una de a de veras, no de algún juego, porque ingresar a un centro penitenciario mexicano, como a cualquiera de los de Veracruz, es para dar verdadero pánico, terror.
Como Duarte, sabe mucho
Con su aprehensión y encarcelamiento, ahora ella pasó a ser la principal actora del nuevo distractor del terror que representa y quien dominará el juego de la habitación del pánico, pues desde la media noche entre sábado y domingo muchos duartistas que tuvieron cargos de responsabilidad no han de haber dormido ya tranquilos y seguramente no podrán conciliar el sueño.
Porque saben bien que ella sabe mucho, por no decir que todo, acerca de los enjuagues de Duarte y sus muchachos, a quienes ella califica como el “equipo de élite” del que era incluso tal vez la más poderosa, aunque en su columna no se incluyó.
(Corría el segundo año del gobierno de Duarte, y un día encaré a un alto funcionario por qué no ejercía el poder que tenía y dejaba que lo marginaran, que lo hicieran ver como un tonto y un inútil cuando era valioso en todos los renglones. Terminó por confesarme: “Es por Javier. Para todo lo que le tratamos, le proponemos o le consultamos, nos dice que lo que diga Gina. Se hace lo que ella dice. Nadie puede tomar decisiones por su cuenta”. El mote de vicegobernadora que le pusieron, en verdad se ajustaba a la realidad, de tal forma que Yunes habría encarcelado ya a un exgobernador y a la exvicegobernadora.)
Pero, comentaba, ella sabe mucho, tanto que en la columna a la que aludo, que tituló “El juego que todos jugamos”, sin que alguien se lo preguntara de hecho “puso”, exhibió a quiénes formaban ese “equipo de élite”: Alberto Silva Ramos, Édgar Spinoso Carrera, Adolfo Mota Hernández y Nohemí Guzmán Lagunes (en otro párrafo citó a Arturo Bermúdez Zurita y a Luis Ángel Bravo Contreras), aunque, eso sí, se cuidó de no incluir a otro cercanísimo a Duarte y muy poderoso: su compadre y socio Gabriel Deantes Ramos, aunque, en cambio no se olvidó de hacer el siguiente apuntamiento: “Llama la atención que poco o nada se dice de los mayores operadores políticos de Javier Duarte: Erick Lagos y Jorge Carvallo” (¿creyó que “poniéndolos” mediáticamente la iba a perdonar Yunes?).
Ya entrada en gastos todavía agregó: “El rumor… Hay quienes dicen que el equipo élite se trasladó en días recientes a Guatemala para hacerle una visita al ex gobernador Duarte y establecer una nueva estrategia política y reafirmar su lealtad. Suena loco, pero ya nada debe sorprendernos”. Si ello hubiera sido cierto, ¿por qué no fue ella?, ¿porque quería salvarse?
Además, en esa columna, también sin que viniera al caso hizo público y confirmó una versión hasta entonces extraoficial pero ya conocida: “En el mes de agosto del año pasado, ya con la crisis política encima, Javier Duarte, y su familia acompañados de la hermana de Karime y su esposo decidieron ir a Houston, a revisar y amueblar sus casas en Woodlands, en preparación a su salida del país al término del gobierno; para despistar a su sucesor, volaron en avión privado a la frontera y cruzaron por carretera al vecino país”.
“Cuán grande sería la sorpresa del entonces gobernador que los agentes migratorios norteamericanos les impidieron el paso, y además les confiscaron las visas a ambas familias. Ahí supo Javier Duarte que era el principio de un final que nunca anticipó”.
¿Tenía que revelar, que confirmar información privilegiada a la que seguramente había tenido acceso por la confianza que le dispensaba Duarte?
Pero su indiscreción, que debe tener temblando ahora a más de uno, no paró ahí. También narró lo que pasó la madrugada del 6 de junio del año pasado, cuando se tenía ya la certeza de que el PRI había perdido la elección y la gubernatura.
“La madrugada del 6 de junio, el círculo íntimo de Javier Duarte y Karime Macías fue citado a cónclave, Alberto Silva, Erick Lagos, Arturo Bermúdez y Luis Ángel Bravo acudieron presurosos a la cita; el encuentro tuvo como ejes de la conversación dos tópicos: endilgar culpas a los ausentes en particular al candidato derrotado ‘yo no perdí, perdió Héctor Yunes’ (el estribillo que repetiría el Gobernador por días), y encontrar la manera de salvar el cuello ante la llegada del enemigo mortal del régimen”.
¿Quería quedar bien con Héctor chismeándole en su columna que Duarte le echaba la culpa, malinformando a quien le dio confianza, poder, riqueza cuando vio que había caído ya en desgracia? Porque además le arrió a Javier: “Muchas fueron las propuestas, unas lógicas y maduras, otras locas y atrevidas, ninguna cuajó. Fiel a su estilo, Duarte decidió hacer lo que quiso, sin escuchar consejos buenos, malos o peores”. ¿Tenía que exhibirlo?
Sin imaginar lo que le esperaba, publicó: “En medio de esta compleja maraña, sin red de protección, abandonados por el Gobierno Federal y sabidos de sus graves conductas, los integrantes del equipo íntimo de Javier Duarte beneficiarios directos de su poder sin límites, luchan salvajemente por evadir sus responsabilidades políticas y las penurias legales que les persiguen”.
“Es evidente que el equipo élite de Javier Duarte trata de protegerse a como dé lugar… El equipo logró fuero federal o estatal pero hoy más que nunca, los que sí cometieron pecados se saben en riesgo y buscan blindarse… El otro poderoso e intocable clan de Javier Duarte lucha por sobrevivir al holocausto, y busca agazaparse a la espera de que se abra una rendija para colarse de nuevo en Veracruz”.
Incluso fue más allá: “Corren un mar de historias ciertas o falsas de acuerdos en lo oscurito…”. ¿A qué se quiso referir?
Ahora sabrá la parte del juego que no conocía y que Miguel Ángel sabe jugar muy bien, porque creo que hasta él lo inventó: despepita todo, devuelve lo que te robaste y seré benevolente contigo. Habría que ir buscando un buen acompañamiento musical porque creo que va a cantar, fuerte y de lo lindo. Y pensar que sabe también mucho sobre dueños y directivos de medios y de periodistas. ¿Los irá a “poner” también con tal de que le reduzcan la pena? |