A seis meses de tomar el poder, son más los negativos que ha acumulado el gobierno del cambio. La violencia se ha enseñoreado como nunca en Veracruz de manera patética, y ya estamos en los primeros lugares en homicidios dolosos; no hay aún definición sobre el presupuesto, que él maneja a discreción; mantiene la postura de endilgarle al gobierno federal todas las acciones que se hacen en la entidad para evitar tocar los recursos estatales; el gabinete no tiene nada que hacer, más allá de correr empleados, aterrorizar a los que quedaron y colocar con altos salarios a operadores traídos de Puebla y Boca del Río. No hay una obra que haya comenzado y no se sabe qué hará en el segundo semestre de su primer año al frente del Ejecutivo.
Veracruz sigue padeciendo gobiernos inoperantes. El que se fue se caracterizó por robar hasta el último céntimo del erario para beneficio personal de la pandilla gobernante. El actual podría prescindir de buena parte de su nómina de altos funcionarios porque ninguno hace maldita la cosa. Los únicos que andan de la Seca a la Meca son el gobernador Yunes y su coordinador de comunicación social, con su petaca a la espalda, grabando y transmitiendo lo que diga y lo que haga su patrón.
Aunque no ha gastado en medios de comunicación locales, salvo algunos contaditos, los recursos usados para la promoción nacional siguen siendo altos, y se hace un gasto extraordinario en redes sociales, y en fraguar campañas negras que permiten atacar a sus adversarios políticos, en particular, al PRI (con la espada filosa de su fiscal) y a Morena, con videos, declaraciones degradantes y la instrumentación de acciones para que afiliados inconformes hagan ruido y se integren al PAN o al PRD.
¿Qué estaremos pagando los veracruzanos con estos sucesivos gobiernos y los que quieren imponernos en los comicios del domingo y en los que vendrán en 2018? Con razón no le importó concursar por un gobierno de dos años si, a cambio, ello le permitiría colocarse en la fila de los presidenciables (aunque haya causado risa entre comentaristas de Veracruz y el altiplano), y asegurar un cacicazgo familiar que dejará inanes a los veracruzanos.
La pregunta es si los veracruzanos seguiremos siendo los tontos de la colina o tomaremos en nuestras manos el destino que nos merecemos.
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