La fórmula de ataque masivo y sin piedad al enemigo –como lo hizo con Duarte- funcionó y el descrédito contra el Peje y sus morenos rindió los frutos esperados, mismos que se tradujeron en un brutal abstencionismo.
Y para el PRI, el olvido.
Un tercero, acaso cuarto lugar, resultante de una funesta herencia que nos legó la docena trágica de Fidel Herrera y Javier Duarte… ¿Más Javier que Fidel?.. Pues eso estaría por verse ya que no de gratis el de Nopaltepec anda a salto de mata. Sin tiempo siquiera de venir a votar y visitar a sus mujeres e hijos por ahí regados.
El PRI está donde debe de estar.
En un ominoso tercer sitio que le complica la sucesión gubernamental 2018 por más que la débil apuesta opositora sea en favor del imberbe hijo del señor gobernador.
El caso de los morenos.
Morena con Edomex perdido y pírricas victorias en Veracruz –solo 17 plazas cuando esperaba 92- tendrá que recomenzar justo a 12 meses de decidirse la presidencia de la república.
Esas son las pistas del escenario donde el gran ganador, insistimos, es Miguel Ángel Yunes y el gran perdedor la democracia.
Habrá que regresar al planteamiento teórico jurídico que hace quien más sabe de procesos políticos en México, el doctor Francisco Berlín Valenzuela quien está cierto que los procesos políticos están pervertidos y falseados.
“Se ha dado paso a la guerra entre adversarios al exhibir sus vicios, corrupción, defectos y problemas personales sin reparar que estamos frente a un electorado desconfiado y con un profundo hartazgo por el proceder de partidos con los que ya no se identifican”.
Su argumento se sustenta además en la patología que presenta la vida electoral donde cada vez un mayor número de electores parece desilusionarse del modelo democrático.
“Es el hartazgo y el desencanto existente por esa forma de dirimir la disputa por el poder que ha puesto a la democracia en serio riesgo”, dice el investigador emérito del Colegio de Veracruz y medalla “Defensor de la Libertad y Promotor del Progreso”.
Acaso por ello le asiste la razón cuando sostiene la ausencia de ética política y la legalidad en los institutos políticos y de aquellos órganos responsables de organizar las jornadas electorales “ausentes de certeza, legalidad, independencia, imparcialidad, máximo publicidad y objetividad”.
Y es que después de más de tres lustros de ocurrida la primera alternancia política en la presidencia de la república “es inconcebible que no se haya podido consolidar la confianza de la ciudadanía en los procesos electorales”.
En efecto, no hay más fiestas por la democracia.
Con un abstencionismo de casi tres millones de veracruzanos –y esto lo señalan las cifras de OPLE- es que Veracruz registra una regresión a las peores épocas del viejo PRI.
El robo a mano armada de las urnas; la complicidad de Alejandro Bonilla y sus colaboradores, árbitros de la contienda, omisos ante el relleno de urnas, la vieja operación tamal y la abierta complicidad en la reedición de boletas electorales, son el denominador común.
Los del PAN/PRD (al fin priistas de origen) bien que aprendieron de la escuela de su partido insignia, el PRI, que todavía este domingo acudió a sus secretarios de estado para hacer proselitismo por todo el estado y adelantar toscos resultados.
En Boca del Río aplastan con más de 90 mil votos –más lo que se acumule al miércoles- y eso que solo el 50% de la población salió a votar. Mientras en Veracruz puerto, Fernando Yunes Márquez gana 25 puntos arriba cuando las demás victorias son por dos o tres puntos.
La hubieran disimulado un poco.
Por ello y muchas otras cosas más como la madriza al alcalde de Chicontepec por defender su plaza, así como la violencia previa y golpizas en un puñado de plazas reacias, así como sospechosa alteración del padrón, urnas embarazadas, operación ratón loco, muertos que votan y todo un repertorio de viejas prácticas, es que se habla de una elección de estado.
“Es la normalidad fraudulenta”, opina el diario nacional El Financiero. Son esos fantasmas que creímos habían sido sepultados, mismos que se originan en la pasividad y arrogancia del OPLE.
La democracia no pasa por su mejor momento gracias a que las autoridades responsables de organizar las elecciones –las mismas que hace un año quemaban incienso a Javier Duarte- dejaron de ser árbitro.
Tiempo al tiempo.
*El autor es Premio Nacional de Periodismo
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