¿Dónde están y qué hicieron en la pasada jornada electoral municipal todos aquellos connotados priistas que a principios de enero arreciaron el acoso en contra de Amadeo Flores Espinosa hasta forzarlo a renunciar a la presidencia del CDE del PRI, cuando el exdirigente ya estaba metido de lleno en la selección de candidatos a las alcaldías, muchos de los cuales finalmente fueron excluidos?
Ninguno de ellos, hasta el momento, ha dado la cara ni ha asumido su responsabilidad en la debacle electoral del PRI que de por sí ya estaba más que cantada.
Juan Carlos Molina Palacios, líder estatal de la CNC, perdió no sólo todos los municipios importantes de la Cuenca del Papaloapan donde se supone tiene presencia –Cosamaloapan, Tierra Blanca y Tlacotalpan–, sino también el de Úrsulo Galván, donde está la sede de la Unión de Productores de Caña del ingenio La Gloria, la cual dirigió también.
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De Éricka Ayala Ríos, secretaria general de la Federación Estatal de la CNOP, tampoco se notó su activismo en los principales centros urbanos del estado, donde arrasaron los abanderados de la alianza PAN-PRD y de MORENA. Además, el Revolucionario Institucional perdió también la mayoría de los 19 municipios del distrito electoral federal Xalapa-Rural, en los que la lideresa sindical del COBAEV ya había hecho campaña en 2009 como candidata a diputada federal suplente, entre ellos Emiliano Zapata, Actopan, Úrsulo Galván, Alto Lucero, Naolinco y la capital veracruzana, por supuesto.
El ex diputado local Marco Antonio del Ángel Arroyo tampoco pudo abonar al triunfo del PRI en el municipio de Álamo Temapache, donde tiene su base el Movimiento Nacional de los 400 Pueblos que lidera su padre César del Ángel Fuentes. En esa cabecera distrital, Jorge Vera Hernández, de la alianza PAN-PRD, superó con más de 7 mil votos de diferencia al líder campesino Balfrén González Montalvo, de la coalición PRI-PVEM.
Y en San Rafael, Lorena Piñón Rivera, quien fue otra de las priistas que se prestó al complot legaloide en contra de la dirigencia de Flores Espinosa, como candidata a la alcaldía desfondó al partido tricolor que pasó a ser la tercera fuerza electoral, superado inclusive por el PANAL, que le sacó más de 2 mil 400 votos de ventaja.
Luego de la derrota electoral de 2016, en que por primera vez el PRI perdió la gubernatura de Veracruz, este escenario adverso en la presente sucesión municipal estaba más que cantado llegara quien llegara a la presidencia del Comité Directivo Estatal del partido tricolor, pues sus dirigentes y candidatos no sólo dejaron de contar con los recursos públicos y con el apoyo de la estructura electoral que tradicionalmente era financiada desde el gobierno del estado, sino que ahora, también –como anteriormente les ocurría a sus opositores–, debieron enfrentar la maquinaria gubernamental en poder del PAN y PRD que inclusive coaccionó a exfuncionarios duartistas, los cuales habrían colaborado activa o pasivamente para el apabullante triunfo de la coalición gobernante en 112 municipios.
Por eso no fue casual que el senador priista Pepe Yunes Zorrilla se pronunciara por valorar qué priistas fueron omisos y qué militantes actuaron en contra del partido, pues dijo que unos no participaron porque se sintieron excluidos, pero que otros lo hicieron en contra para agradar y protegerse, para mandar señales de colaboración aun cuando dijo estar seguro de que no se les iban a pedir, pero advirtió que ello tampoco les abonará a los exfuncionarios, pues recordó que la ley no sólo la hace valer el gobernador sino todos los niveles de gobierno.
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