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El frente amplio, con más aceptación que rechazo |
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2017-07-04 |
A una semana de haber sido presentado el Frente Amplio Democrático, ya está en la discusión de la opinión pública nacional, además con visos de posicionarse en el ánimo competitivo electoral. No será fácil al PRD salir ileso de este lance. Ya existen declaraciones de miembros de las diferentes expresiones que rechazan por “antinatural” la posible alianza PAN-PRD. Igualmente, al interior del PAN la discusión está en su ebullición.
La convocatoria para que se sumen intelectuales, empresarios, artistas, científicos, personajes públicos de limpia trayectoria, así como organizaciones, sindicatos, universidades, está abierta. De manera paralela las acotaciones van en el sentido de quien será el candidato a la presidencia el próximo año. Los mismos argumentos de toda la vida. Quien es primero el “huevo o la gallina”. Aunque la lectura se inscribe en la historia política de México y América Latina, de desear que sea un caudillo el que la encabece, sin voltear al pueblo que está deseoso de un cambio profundo que beneficie sus vidas.
Es por demás insulso aportar datos duros sobre la penuria que millones de mexicanos padecen, y que se incrementan día a día, mientras que por la otra, el número de potentados que concentran la riqueza en unas cuantas manos, apenas son un puñado. El responsable; un desigual modelo de desarrollo económico, que agotado (quienes le apuestan), persisten en que es la única opción para hacer caminar el país, cuando los resultados desastrosos están a la vista, que de la mano del sistema político, han lacerado la seguridad social, amén de incrementar la diferencia, la incertidumbre e inseguridad. Los partidos que han gobernado los últimos 35 años, no solo no han sido capaces de enderezar el timón de la máquina llamada México, sino no que no han tenido el temple para reconocer que le han fallado a los mexicanos, no así a sus intereses y compromisos de grupo. El clan que llegó para gobernar, lo hizo de la mano del naciente neoliberalismo, modelo que fue abrazado desde la comodidad del diván del mercado (EEUU). Estados Unidos lo sugirió a fuerza, so pena de no firmar el Tratado de Libre Comercio, además de condicionar a México, a ejercer el bipartidismo (PRI-PAN), y abandonar el sistema de partido único, que se vivió hasta el gobierno de Carlos Salinas de Gortari, como dueño señero del sistema electoral, así como de las filiales clientelares y corporativas (CNOP, CTM, CNC), etc. El caso emblemático, evidente, fue quitarle en Guanajuato la gubernatura al priista Ramón Aguirre Velázquez, y otorgársela al panista Carlos Medina Plascencia, para dar fe de indudable cumplimiento a los acuerdos hechos con el gobierno estadunidense, pero además, también para re confirmarlo, fue llevar a la sala de remates a casi 500 empresas paraestatales, muchas de ellas trabajando con números negros (aquí se conforma el nuevo grupo que controla actualmente la vida económica y política del país), porque así lo exigía la lógica del nuevo modelo: solo un Estado normativo, no un Estado propietario, “obeso”.
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Bajo esta lógica, el aparato de Estado sigue manejado por una minoría, que controla el sistema político y aplica la política económica, perseverante en los últimos tres lustros, no sin enfrentar conflictos, entre ellos el político-electoral, que en la medida de sus posibilidades, también los han resuelto en la mesa, cooptando o dándole la espalda a sus antagonistas.
En estos lustros también la izquierda se ha ido acomodando a posiciones cercanas o lejanas del poder, de acuerdo a circunstancias que se ha forjado de manera premeditada, o por cierta lealtad a sus principios. La polémica desatada con la creación del Frente Amplio Democrático, convocando a una gran alianza política-electoral, donde estén incluidos el PRD y el PAN, que la mayoría de las expresiones se han pronunciado a favor de ella, como Izquierda Social, siempre y cuando sea Miguel Ángel Mancera el candidato a la presidencia.
Por su parte Andrés Manuel López Obrador, el líder y casi candidato de MORENA, ha señalado que tal propuesta es una “promiscuidad política” del PAN-PRD, en virtud de la distancia en los orígenes de cada partido. En este punto es pertinente hacer la precisión que AMLO viene de la cuna del PRI, y muchas de sus banderas no son de izquierda, sino del nacionalismo revolucionario que fue abandonado por el tricolor, al abrazar la causa del neoliberalismo. Vamos, AMLO no ha asumido posiciones de una izquierda moderna, tampoco anticapitalista. No ha aceptado las causas de las minorías con preferencia sexual diferente, como propias, políticamente, como tampoco ha dicho si afectara o no al capital monopolista. Acaso ha declarado que solo le quitaría un poco los picos al capitalismo neoliberal.
A una semana de haberse creado el FAD, ya está calando en el ambiente político. El debate se ha incorporado a la opinión pública, al grado que el PANAL y el PVEM, aliados históricos del PRI, no descalificaron la propuesta, por el contrario, dijeron que la analizarían con detenimiento. Con miras a la elección presidencial del 2018, la propuesta del PRD, con el FAD como aglutinador, puede ser que esté dando el plus para que este país y su pueblo recuperen un poco de lo que la desigualdad les ha arrebatado, pero también para rehacer el entramado político que necesitan las fuerzas progresistas, y enterrar al viejo autoritarismo que gran daño ha hecho a México. |
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