La llegada de Javier Duarte a México debe ser noticia de un rincón en las páginas políticas o policiacas, pero no un caso de primera plana. Ahí está la ausencia de investigación sobre las causas del socavón en Morelos, donde murieron dos personas y a pesar de que las autoridades sabían del problema nunca actuaron en consecuencia.
La estrecha relación del secretario de Comunicaciones y Transportes, su cercanía, su antigua amistad con el presidente de la República, son razones más que suficientes para que no se deslinden responsabilidades de un hecho que en cualquier otro país, incluso en las dictaduras militares, ya hubiera detenidos y hasta consignados.
Esa cercanía entre el secretario bajo sospecha y el presidente nos coloca como uno de los países más corruptos del mundo y no hay poder humano que pueda sacarnos de esa categoría.
Los mexicanos saben desde hace muchos años, que los delitos cometidos por funcionarios públicos no son punibles. Prueba de ello es el caso del propio Javier Duarte, a quien una jueza federal, Sandra Leticia Robledo Magaña, le otorgó la suspensión provisional contra dos órdenes de aprehensión dictadas contra el ex gobernador en Veracruz, por los delitos de abuso de autoridad, incumplimiento de un deber legal, peculado, tráfico de influencia y coalición. En unos días más se sabrá si la suspensión de culpabilidad temporal, será definitiva.
Los abogados defensores se atreven a asegurar que su cliente, Javier Duarte de Ochoa, es inocente. Lo cual ha indignado a todos los mexicanos, pero sobre todo a los veracruzanos. Vamos a terminar ofreciendo disculpas al señor por haber pensado mal de él.
Los mexicanos no creemos en la justicia por esto y muchos otros casos, como el de la mujer indígena Jacinta Francisco Marcial, a la que liberaron con una disculpa luego de más de tres años de cárcel, por haber secuestrado a seis miembros de la AFI, supuestamente entrenados en artes marciales, manejo de armas e inteligencia. Había sido condenada por nuestra justicia a 21 años de prisión y fue liberada con un simple “Usted disculpe”.
Ahora Javier Duarte se dice inocente. Declaración de su abogado que deja perpleja a la opinión pública y que tiene que ver con un espectáculo mediático muy bien orquestado para que la gente voltee a ver al delincuente impune de Duarte y no vea hacia la secretaría de Comunicaciones y Transportes.
Desde la llegada del ex gobernador a México, los encargados de procurar y administrar justicia muestran el destino que tendrá un delincuente sin precedente en la historia de Veracruz, camino hacia la impunidad.
Así que de investigarse a fondo a Gerardo Ruiz Esparza, los mexicanos sabemos que podría verse forzado a renunciar, cosa que dudamos, pero nunca pisará la cárcel. Ser amigo del presidente es sinónimo de impunidad. Aldesa y Epccor, las empresas constructoras del tramo carretero conocido como Paso Exprés, son responsables de la pérdida de dos vidas. Tienen un impresionante historial de corrupción que viene desde el siglo pasado y eso lo sabía la SCT.
Pero en política no hay amistad o hermandad, hay complicidad y el deslinde de responsabilidades del accidente ocurrido en el Paso Exprés de Morelos, debe tener un castigo, no solamente despedir a un funcionario estatal sin investigación, más por impulso que por justicia.
Ahora imaginemos la posición de esos mismos medios donde aparece la fotografía de Javier Duarte en primera plana, en caso de que Ruiz Esparza perteneciera a otro partido, por ejemplo, Morena, seguramente la fotografía de Ruiz Esparza estaría en las primeras planas y no la del ex gobernador. Desde luego exigiendo justicia, cárcel, desafuero, y hasta cadena perpetua. Esto ya ha sucedido en México, no es ninguna novedad.
Un simple ejercicio de imaginación democrática. De fantasía democrática.
Esto quiere decir que Javier Duarte y su sonrisa eterna, pasa a ser un distractor y no una noticia que interese en realidad a los mexicanos.
Los distractores no lo serían sin una directriz, sin una sugerencia que se convierte en orden y debe cumplirse. Así, los distractores no serían nada sin su instrumento, los medios de información. El distractor es la flecha y el medio es el arco que la lanza certera a la inconsciencia de la población.
Pero esta vez los medios de información han respondido con furia ante la impunidad de un secretario de Comunicaciones y Transportes que pareciera no preocuparle nada más que estar bien peinado. La indignación rebasa la consigna que, en caso de existir, seguramente llegaba de muy arriba.
Por su parte, el ex gobernador ahora justifica su risa burlona, desde que lo detuvieron sabía que su delito no se castigaría porque cuenta con la bendición de la máxima autoridad del país, a quien todo el planeta voltea a ver como símbolo de corrupción e impunidad.
Ningún camino será seguro mientras se haya construido bajo la gestión de Gerardo Ruiz Esparza, pero eso no importa a la clase dorada de la burocracia mexicana. Ellos viajan avión o en helicóptero, qué puede importarle a ellos la buena o mala construcción de un camino, si sus vuelos son más altos.
PEGA Y CORRE.- Sin duda este tipo de cobijos y protecciones repercuten en la imagen del Presidente de México y el rechazo de la gente no se hace esperar. Más de 200 campesinos impidieron el paso del presidente Peña Nieto, quien grabaría un promocional para su Quinto Informe de Gobierno en la zona de reserva de la biosfera Cuicatlán-Tehuacán. Los habitantes bloquearon la carretera Tehuacán-Huajuapan para impedir el paso de la comitiva. Esta columna se publica los lunes, miércoles y viernes.
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