II
Enrique Ochoa Reza dice que el PRI renuncia a los recursos públicos que les toca en lo que queda del año y propone eliminar en su totalidad el financiamiento público a los partidos políticos a partir de 2018, mediante reforma constitucional que sea aprobada en fast track en el Congreso.
Además, igual pide eliminar la figura de “pluris”, tanto en diputados locales, federales como senadores.
¿Qué implica ello?
Muy aparte de miles de millones de pesos de ahorro, podríamos estar pensando en la desaparición de partidos políticos que disfrazados de alternativas, han mermado las arcas públicas. De desaparecer el “chiquitaje”, incluso igual podríamos pensar en que nuestras elecciones se pudieran definir entre tres o cuatro partidos y no más…
III
A como van las cosas, al menos en Veracruz, tenemos tres partidos que se podrían llamar “fuertes” (así, entre comillas), como es el PAN (por estar en el poder), Morena (que aunque tuvo un ascenso en la antepasada elección, en la más reciente, como que cayó), y el PRI (que si mantiene o incrementa su militancia, puede seguir dando batalla)...
A nivel nacional, es seguro que la tendencia local igual se refleje en las mismas condiciones, pero…
Ahí es donde yo veo como algo raro en el inusitado ataque de bondad de Enrique Ochoa Reza al pretender desaparecer el financiamiento público de los partidos.
Creo que a nadie se le pasa que en nuestro sistema democrático, el Sistema en el Poder viene aparejado con el partido con el que llegó a triunfar. Hay una relación natural incluso muchas veces de complicidad que hemos visto y vivido al menos en los dos partidos que han jugado a la “alternancia”: PAN y PRI.
¿Qué garantiza que el Sistema en el Poder no cobije al partido que lo llevó al poder para vivir fuera del presupuesto?
Entendamos esto que si no hay financiamiento público, entrará el privado y, por supuesto, muchos de nuestros políticos son eminentes empresarios, que ya se dedican al campo, al ganado, a la compra y venta de inmuebles, al arrendamiento, etcétera.
Entonces, la inversión en su partido igual obligaría a quien llegue al poder a lo que habitualmente se hace con “financiamiento público”: dar obra a los cuates. O si no obras, puestos. O si no puestos, cargos de representación “popular”.
Como sea, bien dicen que el mayor triunfo del Diablo, es hacernos creer que triunfamos sobre él… ¡bienvenida la devolución de las prerrogativas!
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