El sonido de los aplausos en los centros de acopio cada que un donante llegaba acalló, quiero creer, las notas discordantes de quienes quisieron aprovechar la tragedia para llevar agua a su molino… político.
El desprendimiento universal de los mexicanos, es muestra de que aún tenemos una esperanza como pueblo y un posible futuro de bienestar, paz y tranquilidad, labrados sobre las conciencias limpias de los buenos ciudadanos, que son mayoría aunque estaban silenciados por el estruendo de la violencia.
Al contemplar la muerte y la desolación cernida sobre nuestras ciudades y pueblos, muchos dejaron a un lado sus celulares en los que estaban ensimismados, voltearon a ver a sus prójimos, vieron que estaban sufriendo las más graves pérdidas, y dejaron que surgiera en ellos la piedad y la conmiseración.
Ante la devastación, resplandeció una vez más la gesta heroica de México. Nunca hemos sido buenos para la guerra, pero somos magníficos en el auxilio.
Esos que trabajaron hombro con hombro para sacar piedra a piedra los escombros y salvar a los sobrevivientes (o rescatar, cuando menos, los cuerpos de las víctimas para que recibieran cristiana sepultura y no se quedaran enterrados por siempre en el anonimato de las ruinas encimadas).
Qué tragedias las que hemos sufrido como nación, pero qué orgullo ser mexicano cuando todo el pueblo se ha levantado para auxiliar a los caídos en desgracia.
Lo que sigue es la reconstrucción de lo derruido, la dotación de nuevos hogares para tantos que perdieron su patrimonio forjado con el esfuerzo de los años, de toda una vida.
Y no será empresa fácil ni rápida.
Enrique Peña Nieto quiere que esto quede resuelto para diciembre. Imposible, aunque no dejamos de entender su prisa.
Ya pasó lo peor para México, y ya enseñamos lo mejor de nosotros.
Lo que sigue es que alcancemos a entender que esta reconstrucción nacional tiene que imponerse por encima de la corrupción desmedida de los ambiciosos, que se han metido a políticos para enriquecerse a costa del dinero de los demás.
Los miles de millones de pesos para reedificar casas no pueden ser desviados. Levantémonos todos también para evitar esta segunda tragedia.
Ya conocemos el camino…
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