No cabe duda que la estrategia de Miguel Ángel Yunes Linares de querer empezar a gobernar antes de tomar protesta del cargo la ha aprendido otro personaje, nuevo por cierto en la política de Veracruz, de un partido político totalmente distinto al PAN. En efecto, el doctor Hipólito Rodríguez Herrero, presidente municipal electo de Xalapa, hace tiempo que se le queman las habas por tomar decisiones que, por cierto, aún le corresponde tomarlas al alcalde en funciones.
Algo similar hizo Miguel Ángel Yunes, a quien le tronaban los chinampines por estar en Palacio de Gobierno, y ya se comportaba como Gobernador cuando apenas la autoridad electoral había dado por válido su triunfo y le había otorgado constancia de mayoría.
Al final, mandó a su hijo Miguel Ángel Yunes Márquez, alcalde de Boca del Rio (y su prospecto para sucederle en el cargo), para que encabezara una rebelión de alcaldes en pos de los recursos multimillonarios que había retenido Duarte. El alcalde boqueño (quien ya quiere estar en el puesto de su padre, sin importarle lo que diga el OPLE) le tomaría a Flavino Ríos, gobernador interino, el Palacio de Gobierno y, después, la propia Casa Veracruz, invitando a la revuelta al dirigente nacional del PAN, Ricardo Anaya.
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Y no es que sea errónea la estrategia de Hipólito Rodríguez, como no lo fue en ciertas circunstancias la del actual gobernador. La diferencia es que mientras este se enfrentaba al peor gobernador de Veracruz, el académico busca confrontar cada semana decisiones que por ley corresponden al actual alcalde y que, por cierto, una vez en el cargo, con un Cabildo mayoritariamente morenista, puede echar abajo, sin necesidad de apoyo en el Congreso local.
Cuando Miguel Ángel Yunes Linares presionó política y mediáticamente para que el Congreso local no tomara decisiones en torno a la elección de los siniestros personajes que Duarte quería imponer en las instancias anticorrupción, su postura fue defendida por tirios y troyanos. Al final, ayudó que la Procuraduría General de la República (PGR) presentara recursos de inconstitucionalidad ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación para echar atrás normas anticorrupción diferentes de las federales, que estarían por tomar los gobiernos de Veracruz y Quintana Roo, so pena de poner en la picota tanto a mandatarios como a legisladores locales.
Otra diferencia estriba en que el actual gobernador manejó evidencias de actos de corrupción en el gobierno estatal priista, lo que demuestra el hecho de que presentó una denuncia formal ante la Fiscalía General del Estado, algunos de cuyos expedientes sirvieron a la PGR para solicitar la orden de aprehensión de Javier Duarte y su posterior extradición desde Guatemala. Hipólito Rodríguez, en cambio, solo se ha valido del discurso, sin presentar elementos que pudieran establecer una responsabilidad penal contra los actuales ediles.
No cobres lo que es mío
En julio de 2016, Miguel Ángel Yunes respaldó la medida anunciada por empresarios veracruzanos de no pagar el impuesto de 3 por ciento a la nómina, pues Javier Duarte quería usar los recursos generados por ese gravamen para el pago de deuda y no para la construcción de infraestructura. A través de YouTube, anunció una medida de carácter general para exentar “del pago de multas, actualizaciones y recargos a todos los empresarios que no liquiden el impuesto de 3% a la nómina”.
Por lo visto, esta estrategia también ha sido vista con muy buenos ojos por Hipólito Rodríguez. La más reciente controversia, la de esta semana, tiene que ver con el llamado hecho por el alcalde electo para que la población xalapeña no acuda a realizar el pago anticipado del servicio de agua potable e, incluso, del impuesto predial, aunque de este no se haya implementado ningún cobro anticipado.
Bajo el argumento de que el alcalde Américo Zúñiga Martínez quiere ese dinero para fines inconfesos y para dañar las finanzas del próximo ayuntamiento, el equipo de Hipólito la ha emprendido mediáticamente contra la actual Comuna. Para lograr la venia de los usuarios del servicio, como lo hizo Yunes, Hipólito ha anunciado que mantendrá e, incluso, mejorará los descuentos por el pago oportuno.
Américo Zúñiga ha dado una respuesta inmediata: el pago anual anticipado del agua se realiza desde hace 25 años, y no necesariamente se destina para ser gastado en el ejercicio fiscal a punto de concluir. El hecho de que vaya a entrar una nueva administración municipal, ha dado a entender, no significa que las fallas en la red de agua y alcantarillado vayan a experimentar una tregua, de manera que los recursos recaudados para la Comisión Municipal de Agua y Saneamiento (CMAS) deben operarse hasta el último día de su administración y desde las primeras horas del 1 de diciembre de 2018, cuando por fin entre a gobernar el futuro alcalde.
Aunque ha habido disposición del actual gobierno municipal por realizar una entrega-recepción adecuada a las condiciones políticas actuales (y no como sucedió con el caso del gobierno de Duarte respecto al que le sucedería), las cosas se han vuelto trompicadas.
Otro tema que se ha convertido en un elemento de divergencia no solo entre el alcalde electo y el que se va, sino de aquel y su partido, Morena, contra las iniciativas del gobernador Miguel Ángel Yunes, tiene que ver con la seguridad pública y el empecinamiento del panista por rehacer las policías municipales, algo que en este espacio hemos calificado como un intento por repartir responsabilidades que el gobierno estatal no ha podido satisfacer.
Es muy posible que la propuesta de regresar atribuciones a los ayuntamientos en esta materia, en particular los de Xalapa y Coatzacoalcos, donde gobernará Morena en los próximos cuatro años, tenga como único propósito pasar una papa verdaderamente caliente a las administraciones opositoras, en particular, las encabezadas por un partido contra el que Yunes se ha puesto los hábitos de samurái.
Sin embargo, pese a que el actual Cabildo aprobó retomar la rienda de un cuerpo policiaco propio, para lo que la tesorería a cargo de Américo Zúñiga heredará 100 millones de pesos, lo cierto es que Hipólito Rodríguez Herrero podrá, una vez en el cargo, tomar la decisión de rechazar esa responsabilidad.
Lo que pasa es que, lo mismo que para Miguel Ángel Yunes Linares, la batalla mediática previa es sumamente provechosa en términos electorales; a él le dio buenos dividendos en la elección de este año, y no olvidemos que en 2018 Morena querrá refrendar sus posiciones en el Congreso local, llevar a su actual dirigente Manuel Ladrón de Guevara a la diputación federal, favorecer a Cuitláhuac García Jiménez que buscará por segunda ocasión la gubernatura y, por supuesto, lograr que los xalapeños otorguen una buena cantidad de votos a su candidato presidencial, Andrés Manuel López Obrador.
Y todo ello, por supuesto, es válido, siempre que lo tengamos muy claro todos.
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