Sin embargo, son tantos los Yunes y la violencia en Veracruz, que los temas político-electorales y de inseguridad me obligan a regresar hacia ellos. Hay dos asuntos que muy probablemente ocurrirán en el estado: gobernará de nuevo un Yunes y seguirán las alusiones a Javier Duarte.
Es de dominio popular, aunque nadie lo escuchará de su boca, que el Gobernador Miguel Yunes sueña con entregar el poder a su hijo, Miguel Ángel Yunes Márquez, alcalde de Boca del Río. Tan claro es el asunto, que el joven se presenta en foros dominicales, en distintas partes del estado, para compartir sus experiencias gobernando el municipio.
En el panismo estatal saben que su líder nacional se decantará por la sugerencia de Miguel Yunes, es decir, la de colocar a su vástago como candidato del PAN-PRD-MC, y así, heredarle la silla en el Palacio de Gobierno veracruzano, de hecho, ya trabajan para ese plan.
Sin embargo, el Yunes hijo no la tendrá “regalada” en el estado. Hay pendientes gubernamentales que los veracruzanos pueden cobrarle a él y llevarlo a la lona, particularmente, el crecimiento de la inseguridad. Los otros Yunes, los de la “casa de enfrente”, los Senadores Héctor y José, podrían aprovechar tal circunstancia para recortar la ligera ventaja, que en el papel, tiene el alcalde boqueño.
La única forma de que un hombre de apellido Yunes no gobernara Veracruz sería a través de Morena. El partido de AMLO ha crecido en el estado, y en las figuras de los diputados federales Cuitláhuac García y Rocío Nahle, tiene a sus mejores gallos.
En Veracruz, más allá de los Yunes habría mucho por contar, el asunto es que “son tantos y hablan tanto”, que difícilmente logramos olvidarlos en el estado. “Dime con cuál Yunes andas y te diré qué cualidades y defectos tienes”. Así de fácil. Ahí les dejo el balón botando.
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