Por ello, afirmó que en 2018 desaparecerá el déficit financiero y que todos los trabajadores del Gobierno del Estado recibirán el pago completo de sus prestaciones este fin de año, sin duda una buena noticia por el sentido social que tiene.
Ante una selecta representación de organismos de la entidad, dio pormenores de la reestructuración de la deuda y de los avances positivos que se tienen, lo que se podría tomar como el anticipo del anuncio, el próximo día 15, de que se terminó la situación de emergencia.
Todas las buenas noticias tienen que ser bien recibidas y la de ayer sin duda lo es, aunque hay que esperar al día del informe para conocer el panorama completo que va a plantear y lo que podemos esperar para el próximo y entrante año.
Pregunto si ya pasó la emergencia financiera porque los lujos que se da la cúpula panista parecieran indicar que ya corre el billete como en la abundancia priista y la austeridad es cosa del pasado… inmediato.
Y es que en lugar de celebrar su reunión anual este fin de semana en algún salón de Xalapa o del puerto de Veracruz para evitar gastos mayores, los dirigentes y diputados panistas escogieron el Hotel Istirinchá, en el municipio de Nautla, donde ayer, según chequé, no había ninguna suite disponible y prácticamente estaban ocupadas todas las habitaciones.
El “hotelito” tiene habitaciones con vistas al mar, piscinas y playas privadas, un bar para personas exigentes, un buen restaurante donde se sirven platillos de mariscos selectos, en fin, un lujo que la mayoría de los veracruzanos no se pueden dar y que contrasta con la austeridad con la que conducen políticos de Morena, como lo comenté ayer en “Prosa aprisa”.
En fin. Por lo que se ve, los panistas ya empezaron a gastarse los ahorros que anunció ayer el gobernador.
Incumplimiento deshonroso en el Congreso
En “Prosa aprisa” del pasado 13 de septiembre (“¿Cuál es la razón de fondo, por qué?”) pregunté si es que podía haber algo más determinante que la voluntad ciudadana expresada en las urnas, de manera democrática, por voluntad propia, como para que el grupo legislativo del PAN se hubiera apoderado con argucias legaloides de la Junta de Coordinación Política (Jucopo) del Congreso local, mediante un clásico agandalle.
“¿Es que los 809,954 votos de veracruzanos que sufragaron por la izquierda y los 689,412 que lo hicieron por el PRI en 2016, esto es, casi un millón y medio, no cuentan para el golpista legislativo? (el PAN obtuvo 859,278 votos)”, pregunté entonces.
El hecho me llevó a escribir que llegó a tanto la inseguridad en Veracruz que hasta el Congreso local fue secuestrado.
“La pregunta pertinente, obligada, es: ¿qué poderosa razón de fondo mueve al PAN estatal a aferrarse y a apoderarse, como en las peores dictaduras, del control de la Junta de Coordinación Política (Jucopo) del Congreso del Estado?”, insistí.
Recordé el mensaje del entonces gobernador electo, Miguel Ángel Yunes Linares, el 5 de noviembre de 2016, cuando se instaló la LXIV Legislatura. Además de calificar como histórico el hecho, puntualizó: “Ningún partido tendrá mayoría, se acabaron esas mayorías que le aprobaban todo al Gobernador del Estado y no se preocupaban por la gente, no se preocupaban por el pueblo de Veracruz”.
Fue contundente en aquella fecha: “Hoy será distinto, la alternancia trajo la democracia al Poder Legislativo, les deseo mucho éxito a todas las diputadas y diputados de todos los partidos, hoy lo que nos debe interesar no son los colores, lo único que nos debe interesar es Veracruz”.
El domingo pasado se inició el segundo año de ejercicio constitucional, que concluirá el 4 de noviembre de 2018, y en la sesión del martes, con toda razón, el coordinador de la bancada de Morena, Amado Cruz Malpica, hizo reproches porque no se cumplió con un acuerdo que de haberse respetado lo tendría presidiendo hoy la Jucopo.
El 8 de noviembre de 2016, al firmarse el acta de instalación de la Jucopo por todos los grupos legislativos, se acordó que la presidencia de la Junta sería rotatoria y se dividiría en tres periodos: diez meses corresponderían al PAN, en la persona del diputado Sergio Hernández, ocho meses a Morena, representada por el diputado Amado Cruz Malpica, y seis meses serían para el PRI a través del diputado Juan Nicolás Callejas Roldán.
El legislador de izquierda dijo que le causaba agravio personal y directo el incumplimiento. Pero se quedó cortó. Sólo pensó en su persona cuando el hecho tiene mayor trascendencia ya que la afrenta es para un número importante de veracruzanos, cercanos al millón, que a través de su voto quisieron estar representados en el Congreso.
Argumentó, con la razón de su lado, que el acceso a la presidencia de la Jucopo y la integración de los diferentes grupos legislativos están directamente ligados a los resultados del proceso electoral 2015-2016, de acuerdo al párrafo quinto de la Ley Orgánica del Poder Legislativo de Veracruz.
En consecuencia, en representación de su bancada presentó un juicio ante la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación para la Protección de los Derechos Político Electorales del Ciudadano, pues considera que se trata de actos y omisiones que traen como consecuencia la violación del derecho humano de votar y ser votado. Demanda que se ordene la restitución de derechos políticos y electorales violentados.
Cabe decir que en la instancia estatal fallaron en su contra, no se podía esperar otra cosa, por lo que espera la resolución federal. Creo que más allá del aspecto legal, el hecho quedará registrado en la historia del Congreso y en la memoria pública como un acto deshonroso del grupo legislativo del PAN, de la corriente de derecha, que en el discurso celebró la alternancia que, festinó, daría paso a la democracia en la LXIV Legislatura, pero que en los hechos la niega.
Periodo ominoso
La pregunta sigue siendo pertinente: ¿qué poderosa razón de fondo mueve al PAN estatal a aferrarse y a apoderarse del control de la Junta de Coordinación Política? ¿Por qué usando todos los medios ha bloqueado la llegada de un diputado de izquierda a la presidencia de la Jucopo, desconociendo un acuerdo que aceptó y validó con su firma?
Una de las razones sería porque con Morena en la presidencia de la Jucopo el Poder Legislativo actuaría con total independencia del Ejecutivo, esto es, se acabaría con la sumisión ante el Gobernador y se velaría por los intereses populares, como debe de ser.
El domingo, al fijar la posición de su bancada, Amado Cruz Malpica dejó constancia de que con él al frente de la Jucopo otro sería el discurso en ese organismo.
Expresó que la antesala del nuevo periodo era ominosa porque hay “abdicación de atribuciones de control presupuestal, tolerancia y simulación ante la ausencia de efectiva rendición de cuentas de las entidades y entes fiscalizables, en forma señalada las del Poder Ejecutivo del Estado, y voz ausente ante la omisión de atender las exigencias, y aún las solicitudes, de los integrantes de este cuerpo soberano”.
No fue nada complaciente. Denunció que “Fuera de los muros del Congreso, Veracruz sufre, en su larga y ancha extensión, el asalto inclemente de la delincuencia y la impunidad ante un gobierno estatal impotente y pasmado; crecimiento en las cifras de pobreza y desempleo; desconocimiento de deudas a las obras y servicios efectivamente realizados por el empresariado veracruzano; postergación del fomento al turismo y la cultura; desabasto de medicamentos y falta de personal de la salud; atención prioritaria a los inminentes procesos electorales, y una larga fila de etcéteras”.
No obstante ser excluidos de la Jucopo y de la Mesa Directiva, en una actitud que me parece responsable con el electorado que les dio su representación, anunció que continuarán participando en comisiones, dijo las reformas en las que trabajarán y las propuestas que presentarán y adelantó no sólo que recibirán el informe del gobernador sino que participarán en la glosa respectiva, al tiempo que reclamó un formato público y abierto. |