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Bajo esta lógica todas las actividades institucionales federales, estatales y municipales tienen un tufo pre-electoral.
Los mensajes que se mueven en los mass media o los grandes medios de comunicación del país, entidades federativas y municipios, ya sean impresos, televisivos, radiofónicos o digitales -redes sociales fundamentalmente- también se vinculan al tema de las próximas elecciones.
Que no se lo chinguen: nadie habla, analiza, critica, escribe o comparte mensajes en twitter, facebook, etcétera, en forma gratuita.
Por definición, a todos los emisores de un mensaje nos nueve un interés de cualquier tipo: ideológico, económico, religioso, político o lo que sea pero interés al fin…
Es cansado, aburrido, habla de nuestra niñez democrática, pero en México históricamente se han invertido dinero y tiempo en exceso en torno a elecciones de todo tipo.
Entre las causas están la falta de fortalecimiento institucional y la inmadurez social que nos caracterizan.
Si hay una aplicación del verbo chingar que Octavio Paz buscó definir en su ensayo “El laberinto de la soledad”, ésta se da en torno a los relevos del poder.
Por desconfianza histórica -ciertamente bien fundamentada- los mexicanos pensamos o sentimos de modo inconsciente que las elecciones son sinónimo de una suerte de orgía chingativa.
La partidocracia nunca compite en buena lid y por ende ningún participante -candidato al cargo que sea- respeta la ley.
Las recientemente aprobadas candidaturas independientes "son muy ojonas para paloma"; es decir las crearon como organizar una carrera rápida de 100 kilómetros y participan con ese mote muchos vivales.
La participación civil en la construcción de la democracia es fundamental pero las candidaturas independientes nacieron con camisa de fuerza y pasará mucho tiempo para que la mafia política les permita operar con libertad.
En la política mexicana todos queremos chingar al rival y al final gana el más chingón que se instala en el poder por tres o seis años a nivel local, estatal o federal para chingar...
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Desde esta perspectiva -sociocultural aunque no lo parezca- los integrantes del crimen organizado en México son “una bola de cabrones” que buscan ser más chingones que sus rivales -otra bola ibídem- y chingan a la sociedad civil que se deja chingar o no puede evitar que se la chinguen.
¿Y los gobiernos?
Esos sirven para pura chingada o nomás se la pasan chingando...
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Hay muchísimas acusaciones y miles de pruebas contra políticos cómplices del crimen organizado.
Se trata de hombres y/o mujeres que se mimetizan con -por ejemplo- cárteles del narcotráfico desde posiciones de poder que les dan acceso a instituciones como PEMEX o las Fuerzas Armadas y la policía para hacer equipo y chingar a lo grande.
Algunos están presos del lado de los políticos y muchos están encarcelados o muertos por parte de los delincuentes.
Pero en todos los casos la causa de su fracaso no es el peso de la ley sino los errores que los llevaron a escuchar la cruel frase del “ya te chingaste”.
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Pase lo que pase, gane quien gane, la elección del 2018 no representa la opción de un verdadero cambio social, económico y político en la sociedad mexicana.
Hay elementos para pensar que buena parte de la violencia salvaje en que están sumidos amplios territorios del país -con Veracruz como uno de los protagonistas principales en el derramamiento de sangre- responde a la lógica de ir en chinga por el poder político en forma paralela a la delincuencia que tiene sus propios y muy criminales motivos para vivir chingándose o chingando...
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La elección del 2018 no será un ejercicio democrático porque no hay condiciones históricas para ello.
Viviremos un capítulo más de la guerra por el poder que hemos padecido durante siglos.
Chingao…
¿Hasta cuándo mejorará nuestro país?
Uno de los elementos clave es aprender -individual y colectivamente- a observar el bosque y no dejarnos engañar con la sola visión del árbol…
Tema que merece comentario aparte...
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