Sumado a esa inesperada reaparición pública, un par de viejos aliados reaparecieron en el escenario estatal y nacional, por un lado, el “Movimiento Antorchista” -en reclamo a la entrega de recursos para obras y acciones- y la denigrante agrupación de “Los 400 Pueblos” quienes fiel a su costumbre volvieron hacer gala de la explotación de mujeres y hombres para vejarlos, exhibiendo sus carnes, cual reses antes del matadero.
Todo parecía estar alineado en respuesta a la férrea campaña que desde Xalapa se habría lanzado contra Duarte y su conyugue Karime Macías, a quienes satirizaron en una serie de espectaculares que sirven para recordarle a la población el origen y los responsables de la crisis social, económica y de seguridad que enfrenta Veracruz, tras su gobierno.
Hasta ahí todo parecía un asunto de simple física aplicada a la política que parafraseando la tercera Ley de Newton dice: “A toda acción corresponde una reacción en igual magnitud y dirección, pero de sentido opuesto”.
Pero ¡oh sorpresa!, pues a alguien en las más altas esferas del poder, no agrado mucho lo expresado por Duarte al reportero Humberto Padget en la que el exgobernador se muestra tranquilo y hasta sonriente.
Resulta ser la intentona de Duarte por arruinarle la fiesta al gobernador Yunes al referir en tono sarcástico: “Lo voy a decir en buen jarocho: me estoy mordiendo un huevo por no decir todo lo que tengo que decir y el otro para no mentarle su madre a Miguel Ángel Yunes”, le salió por la culata, a tal punto, que debió enviarle una carta aclaratoria al periodista Ciro Gómez Leyva -eterno aliado Duartista- en la que el ahora reo se inconforma con dos puntos de la crónica periodística.
Y es que ahora Duarte se erige en maestro del periodismo intentando dictarle clases al mismo Gómez Leyva y a todos los veracruzanos, al afirmar que sus declaraciones fueron sacadas de contexto y expuestas en un lenguaje soez -cuando la crónica, en si misma se basa en la subjetividad del reportero-.
No conforme, el ahora experto en comunicación, le receto en la posdata de la misiva su segunda inconformidad, al afirmar, “La hora que marca mi reloj es la hora de México (…) Como ser humano, como padre de familia y como esposo te pido de la manera más atenta dejen a mi esposa en paz”.
Esto provocó que el comunicador, tuviera que volver a salir a dar la cara por este infausto personaje, ofreciéndole una disculpa por este último punto mientras que en la primera inconformidad señala que fue una buena crónica y que es parte de la esencia del trabajo.
Ahora se dice que el trasfondo de toda esta trama duartista, tiene un origen inquietante, pues una versión ha comenzado a escucharse sobre el arbitrario decomiso de las “cajas de seguridad” en Cancún, por parte de la PGR, y es que en una de esas cajas, un sobrino de Javier Duarte de Ochoa, el ex gobernador preso de Veracruz, guardaba videos que su tío le dio en resguardo y en donde aparecen políticos de alto nivel, algunos de ellos de nivel federal, que recibían dinero en efectivo del gobierno de Veracruz y a quienes se rumora, pretende ahora extorsionar, para presionar que no lo dejen ahí refundido en la cárcel.
La versión que hiciera pública el periodista Salvador García Soto -este martes- en su columna “Serpientes y Escaleras” que reproduce El Universal, apunta a que dicha versión no la confirman por supuesto en la hermética PGR, pero si se liga con las recientes declaraciones amenazantes de Duarte, en las que dijo desde la cárcel: “Me estoy mordiendo un huevo por no decir lo que tengo que decir”, parece que el rumor de las cajas de Cancún cobra sentido, remata el comentario.
Es sabido que el gobierno federal suele insertar comentarios a través de algunas plumas prestigiadas, con el objeto de mandar claros mensajes a quienes se han convertido en sus enemigos políticos.
La pregunta continúa flotando, ¿Qué trama Duarte?
Al tiempo.
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