El PAN por su parte mudó su fina piel conservadora y se despojó de la sangre azul que le heredó Manuel Gómez Morín, para coaligarse y unirse con sus antípodas de un PRD libre de sus principios de la izquierda opositora como ellos de la derecha radical y aterrizar en el Centro político.
Ricardo Anaya, una vez adueñado del partido y controlando el poder local en 10 estados de la república, opacó y marginó de las grandes decisiones a los maderistas y foxistas, y echó de sus filas a Margarita Zavala, la pieza más encumbrada del conservadurismo de sangre azul Calderonista. Anaya se alió con los diputados panistas y envió al destierro político a la estructura calderonista del Senado. Senadores como Ernesto Cordero, Roberto Gil Zuarth, Jorge Luis Lavalle, Javier Lozano y Salvador Vega, quienes hoy se conocen como la Disidencia Azul apoyan electoralmente al PRI.
El PRI, a su vez, dejó de golpe y porrazo la ubicación central que le mantuvo casi 80 años consecutivos en el poder para convertirse en el paladín defensor de la derecha y el rancio conservadurismo católico. Se alejó del pueblo y corrió al lado de la empresa y las ideas devastadoras del liberalismo económico. Su abanderado presidencial José Antonio Meade Kuribreña no fue elegido por las bases priistas sino por los empresarios, el clero y los Estados Unidos, para abiertamente y de cara al sol enarbolar las banderas azules-conservadoras que dejó tiradas en el camino Ricardo Anaya.
MORENA y AMLO surgieron y se nutrieron con las inconformes tribus radicales de izquierda y socialistas del PRD. Podría decirse que es hoy en día es la única opción de izquierda junto con el PT, así como los nuevos conservadores del PES.
En resumidas cuentas, la enorme cantidad de partidos políticos que poblaron la geografía política del país, se agruparon coyunturalmente en Coaliciones no para defender los derechos e intereses políticos del pueblo, sino el de salvar sus propios registros electorales y alcanzar el tan ansiado poder.
De esta manera la nueva geografía política ha quedado así: el CENTRO representado por la Coalición PAN, PRD y MC denominada Por México al Frente; la IZQUIERDA por la Coalición MORENA, PT, PES; y la Derecha por la Coalición PRI, PVEM y Nueva Alianza.
Ahora bien, a como tradicionalmente han votado los mexicanos, es muy probable que en el 2018 la Coalición Por México al Frente gane la elección por varias razones: el mexicano es indiferente a la política, casi el 40% no vota; el mexicano no cree en los partidos políticos; en las actuales encuestas el porcentaje de empadronados electoralmente no sabe aún por quién votar o no quiere responder las preguntas; por casi 80 años los votantes manifestaron su rechazo a los extremos de la izquierda y la derecha y votó por el Centro. Además, en cuanto se refiere al control de votantes corporativos, los partidos que conforman la Coalición Por México al Frente, contarán con los recursos públicos y elementos de control que ejercen 13 gobernadores del país.
De las tres entidades con mayor número de votantes, la Coalición Por México al Frente tiene Veracruz y el Distrito Federal, mientras que el PRI solo tiene completo a Chiapas y a medias el Estado de México, con el inconveniente que el PRI es el partido que más rechazado, hoy en día, según los resultados de las últimas encuestas de noviembre y diciembre.
Así que, por tercera vez en su historia, el PRI y sus coaligados podrían sufrir su tercer descalabro político no solo en la Presidencia sino en los congresos locales que estarán en juego, así como las curules y escaños del Congreso de la Unión.
Por eso hemos afirmado antes que el PRI no tiene alternativas: o gana bien o se quedará fuera de Los Pinos por muchos sexenios más, si no es que desaparece o cambia de nombre.
En cuanto a MORENA y su coalición, para el que esto escribe siguen siendo una incógnita sus resultados en las urnas, porque tanto puede arrasar como hoy marcan las encuestas, como puede morder el polvo como sucedió en las pasadas elecciones. |