“Las mujeres son buenas”, es la premisa de Natalia, madre de Yolanda Olivares Pérez, directora del Instituto Veracruzano de las Mujeres, pero ¿Quién es Yolanda? Nació en Acontitla, un pueblo del municipio de Tihuatlán. Es la mayor de 5 hermanas. Sus padres Natalia y Trinidad, comerciantes muy trabajadores. Su madre, de carácter fuerte, les enseñó el amor al prójimo desde su fe y ayudaba tanto a hombres como a mujeres. “En ocasiones, las mujeres venían enfermas de los pueblos y mi madre les daba asilo y comida… allí convalecían”. Esa es la forma de vida que forma a Yolanda.
Le pregunto sobre sus virtudes y defectos. Considera que no se oye bien hablar de sus virtudes, más bien dentro de sus valores está la honestidad, la transparencia, la sencillez, además de que se considera una mujer de trabajo que le gusta prepararse y escuchar a la gente: “Mis decisiones nunca las tomo de manera unilateral”, y agrega: “No tengo nada de qué avergonzarme, nunca he infringido la ley”. Desde su punto de vista, considera que tiene muchos defectos, pues cuando está en desacuerdo con algo, actúa de una manera ruda, además de que a veces es intolerante sobre ciertas injusticias. Se considera una mujer de carácter fuerte: “No tolero el maltrato hacia las mujeres, ni hacia mi familia”.
“Muchas mujeres me han marcado en la vida, por eso es que también estoy aquí”
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Dice que hay una mujer que especialmente la ha marcado. Hace 5 años aproximadamente, una mujer que fue violentada físicamente por su esposo. Acudió a denunciar a la fiscalía toda lastimada, pero al regresar a su casa, su esposo ya no la dejó entrar. A partir de allí, ya no pudo ver a sus hijos; posteriormente hacen el depósito judicial de los niños en favor de la abuela paterna y empieza lo que se conoce coloquialmente como la “alienación parental”: la familia paterna (el papá y la suegra) empieza a transformar la conciencia de los niños para destruir el vínculo con el otro progenitor, en este caso su madre. “Tu mamá te abandono, no te quiere”, logrando que los niños ya no quisieran a su madre. A partir de allí, ha sido un peregrinar judicial junto con su abogado de una Asociación Civil, ya que no tiene recursos, pero aun así, sigue luchando por sus hijos. Dice que ha sido bastante complicado porque el padre tiene relaciones con los Poderes Ejecutivo y Judicial. Ella tiene el régimen de visita restringida, es decir, no puede ir por sus hijos para ir a pasear en fin de semana, su visita era vigilada en las instalaciones del DIF. “Qué no te das cuenta que no te quieren”, le decía una psicóloga cuando visitaba a sus hijos, además de que la apuraba para que terminara lo más pronto posible.
Yolanda dice que una de las noticias que llena de esperanza a esa mujer, es que su hijo mayor acaba de cumplir 18 años, entonces ya podrá decidir. También asegura que ahora que es la directora del Instituto Veracruzano de las Mujeres, puede buscar alguna puerta para poder ayudarla a que vea a sus hijos.
“Hay muchas necesidades de las mujeres, aunque lo prioritario y más grave es la violencia en contra de ellas, es un problema que hay que tratar de raíz”.
¿Qué está sucediendo? ¿Por qué tanto odio hacia las mujeres? Se pregunta Yolanda. Y coincide que este tema se tiene que tratar desde la antropología, de la psicología, buscar la raíz del problema para poder plantear las soluciones.
El tema de la violencia física, psicológica y sexual son las más graves aunque también está la violencia laboral, el hostigamiento laboral y acoso sexual.
Otro factor es la desigualdad que existe en el trato hacia las féminas. Ah ¡es mujer! Entonces las tratan diferente.
Resalta que las mujeres indígenas tienen el problema más grave, porque se cruzan las discriminaciones de ser indígenas y de género. No cuentan con empoderamiento económico, y no pueden levantar la voz. Me cuenta que ya platicó con la Directora de Asuntos Indígenas para trabajar de forma paralela con los 47 municipios indígenas donde se encuentran. Afirma que se debe de trabajar también el tema de las masculinidades. “Necesitamos incorporar a los hombres aliados para poder sensibilizar a su vez a otros hombres, incluso en las comunidades indígenas”.
Recordó también a todas aquellas mujeres que han muerto por la causa feminista. “Sin el feminismo, Yolanda Olivares no sería directora del Instituto Veracruzano de Las Mujeres”.
“A mi hermana, la quinta hija, la quisieron cambiar por un niño”
A mi padre le dijeron que eran muchas mujeres, y para que no le diera vergüenza, le ofrecieron cambiar a su hija por un varón para que su apellido pudiera trascender. De inmediato sus padres dijeron: ¿Mis hijas, cómo las voy a cambiar?
Respecto a sus hermanas, indicó que son mujeres muy alegres, líderes, trabajadoras, honestas, transparentes: Gloria es política, psicóloga, licenciada en educación especial. Tiene dos doctorados, docente en la UV, filántropa, voluntaria en un albergue para personas con adicciones. Su casa siempre está abierta para personas que vienen de varios pueblos y lo necesitan. Rosario es maestra de primaria, licenciada en educación básica; es supervisora jubilada, aunque sigue trabajando; tiene dos hijos. Coty es licenciada en Ciencias de la Comunicación, maestra en docencia de bachillerato. Fue candidata a la alcaldía de Tamalín en 2004, y sufrió violencia política, la corretearon, la apedrearon y al terminar la campaña, quiso regresar a su escuela, y no la dejaron, la corrieron del pueblo las autoridades municipales. Actualmente es coordinadora de Bachillerato en el municipio de Rafael Lucio. Erika es licenciada en psicología, tiene una maestría en adolescencia. Por la mañana trabaja en recursos humanos en una empresa y por la tarde es maestra de educación especial.
“Como feminista, soy autosuficiente, puedo caminar sola por el empoderamiento que tengo, pero siempre he necesitado de mi familia, son el centro de acción. Mi familia es mi fortaleza, es mi motor”
Yolanda tiene 32 años de casada con Benjamín que es psicólogo, además de que tiene una maestría en terapia infantil y da consulta privada. Le gusta mucho la música. Y cuando se lo piden es el famoso payaso “Zucarita”.
Tienes dos hijos músicos a los que ha educado para hacer siempre el bien. Benjamín es saxofonista, ha tocado en la Orquesta Sinfónica de Xalapa, en los Caracoles; e igual toca un danzón que una chunchaca. Jordana toca flauta transversa; estudia en la Universidad Veracruzana, es apasionada del canto, es contralto y ha estado en varios coros. Le gusta también ayudar a la gente. También lleva amigas a su casa para ayudarlas.
“Vivimos de nuestro trabajo, del día a día. No tenemos más que nuestro patrimonio familiar”.
“Las mujeres nos ayudamos entre mujeres”
Ahora que llegó a la dirección del IVM, se enfocará en trabajar para las mujeres pues tiene la convicción de que debemos tener mejores condiciones de vida. Considera que hay grandes desigualdades milenarias por las que hay que trabajar, pero con la ayuda de todos, tanto de hombres como de mujeres se logrará un verdadero cambio y luchará porque así sea.
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