Sin embargo, cuando en la noche el horror atravesó las pupilas xalapeñas, fue entonces cuando ya no fue posible mirar hacia otro lado pues la salvaje impronta había tatuado la imagen en el inocente iris capitalino. Las llamadas se dispararon y los padres, nerviosos con justa razón, llamaron a los hijos para que se regresaran de donde estaban y volvieran a la calidez -si acaso- más segura del hogar.
Ante eso, no hay nada que hacer. El temor de un padre por la seguridad familiar no siempre es razonado. El miedo, cuando nace, se desarrolla y obtiene la mayoría de edad en tan solo unos segundos. Y el querer negarle a la sociedad el mínimo derecho a inquietarse, insisto, es morboso.
Por eso es que cuando un político como Reyes Arellano intenta minimizar la ‘percepción’ escurriendo el bulto a los medios de comunicación, no queda más que pensar: “Vaya sangre pesada”.
La única ocasión que quien esto escribe ha tenido contacto con el diputado Sebastián Reyes Arellano fue cuando por error él envió unos mensajes a nuestra cuenta de Facebook, que iban dirigidos a otra distinguida periodista a quien invitaba a conocerlo de cerca y le decía: “cuando guste le invito a tomar un café y verá que no soy el monstruo mal educado que ve en mí”.
Ahora que vemos sus declaraciones con respecto a la inseguridad no nos queda muy claro si es un “monstruo mal educado” o sencillamente no estructura bien sus pensamientos.
Su última declaración raya en la ignominia, cuando al tocar el tema de la inseguridad en Veracruz advierte que “…la ciudadanía no se queja de esa situación, los que se quejan son los medios de comunicación, pero la ciudadanía no se ha quejado y lo digo con todo respeto, yo no he escuchado nada al respecto”.
Ahora resulta que los que magnifican la situación son los medios. ¡Cuánta insensibilidad! Es, sencillamente, monstruoso.
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