Mire usted: por un lado están los árabes, los Yunes azules y rojos (misapellidos.com dice que es un apellido de origen árabe con otros significados: Yunes, Yunez, Younes, Yunis), y por el otro los rusos, los camaradas Andriushka Manuelovsky, Cuitlánovich, Rocío Nahleskaya y Ricardosky Ahuedskóy.
Pero espérese y agárrese bien porque si a veces el norcoreano Kim Jong-un y Donald Trump nos ponen a temblar aunque nos terminemos riendo de ellos por sus payasadas internacionales (¡Yo lo tengo más grande! ¡No, el mío es el doble! Claro, hablan de su botón nuclear), acá igual se dan un entre Andrés Manuel López Obrador y el gobernador Miguel Ángel Yunes Linares quienes nunca pasan de verdad a las manos y sólo se quedan en los retos mediáticos, igualitos al norcoreano y al gringo.
Y por si faltara algo, resulta que ahora llegan a Xalapa cubanos, oficialmente no se sabe con qué fin.
¿Que faltan ingredientes? Hasta diciembre del año pasado Siria y México (léase Veracruz) eran los países en los que más periodistas habían matado, 12 en cada uno, con la gran diferencia de que aquel es un país que está en guerra y nosotros se supone que no.
El “camarada Manuelovich”
Increíble pero Veracruz, el Estado y su capital son hoy centro de interés y escenario de una batalla con ingredientes extranjeros y hasta diplomáticos pues quiso la circunstancia que en el puerto jarocho agarrara la acusación de Javier Lozano, uno de los voceros de Meade, a López Obrador de que hay injerencia rusa en el proceso electoral mexicano, específicamente para beneficiarlo.
El tabasqueño lo tomó con un admirable sentido de humor y se autonombró “Manuelovich”, pero funcionarios rusos y norteamericanos lo han tomado en serio.
Recapitulando, en diciembre pasado el consejero en Seguridad Nacional de la Casa Blanca, general H. R. McMaster, aseguró que Estados Unidos detectó señales de que el gobierno de Rusia buscaría intervenir en las campañas presidenciales de México.
Días después, el 8 de enero de este año, el Viceministro de Exteriores de Rusia, Serguéi Riabkov, aseguró que su gobierno no interviene en las elecciones de ningún país.
Luego, The Washington Post le puso más sabor al caldo. En una columna, el 11 de enero dijo que el triunfo de AMLO convendría a Rusia y destacó la cobertura que Rusia Today ha dado a John Ackerman, uno de los colaboradores más cercanos de Andrés Manuel.
El asunto escaló hasta la ONU donde el sábado el canciller ruso Sergey Lavrov se quejó de infundadas acusaciones de Estados Unidos contra Moscú de interferir en México, mientras que el jueves pasado el embajador ruso en nuestro país, Eduard Malayan, había sostenido lo mismo.
Con eso de que a “Manuelovich” le gusta venir mucho al Estado, el gobierno gringo nos debe estar vigilando con una súper lupa y hasta debe estar registrando todas las travesuras electorales del gobernador Yunes, un árabe.
Y ahora, los cubanos
Pero en tanto tenemos los suficientes elementos para escribir la versión huehuenche de Guerra y Paz (para evocar a otro ruso, León Tolstói), nuestro escenario, que semeja al de cualquiera del Medio Oriente o Asia, animó a uno de los lectores de “Prosa aprisa”, don Francisco Fernández Fentanes, a entrarle a un buen comentario que no desentona para nada ante lo que está pasando y resulta de actualidad. Se los comparto en su mayor parte:
“Mi nombre es Francisco Fernández Fentanes y leo su columna todos los días porque me gusta de qué manera aborda los temas, su amenidad y su gusto por las cosas que verdaderamente hacen llevadera la vida; respecto a la inclusión de cubanos en el gobierno municipal de Xalapa considero oportuno abundar con usted en el mismo, pues se trata de una infiltración que plantea a mediano y largo plazo controlar aspectos de la administración pública desde el dogma castrista que no es lo mismo que marxista o leninista, pues de ello la dictadura cubana únicamente tomó el nombre; para probarlo sólo hay que revisar la etapa del sectarismo de 1961 al 63 y la momentánea ruptura con la URSS después de la crisis de octubre del 62, o el asunto de la microfacción que llevó a la cárcel a connotados lideres comunistas de toda la vida conectados con Moscú como Joaquín Ordoqui.
Parece un tema superado después de la Guerra Fría pero no; la postura de la izquierda en México siempre ha guardado a la Revolución cubana como un ideal que se renueva cada vez que en América Latina algún país sigue ese espejismo y aquí se renovó con Cárdenas en 1988, también asesorado por cubanos, y ahora con López Obrador.
Pero la realidad es muy distinta y ni los soviéticos en su tiempo, ni los cubanos, ni menos ahora los venezolanos han logrado hacer llegar justicia o equidad, eso sí han repartido pobreza atacando a los ricos asfixiando sus empresas o arrebatándoselas y marginando a las clases medias que acaban por emigrar, porque el odio es lo que motiva a estos agentes hasta lograr convertir a sus gobiernos en una casta privilegiada como lo exhiben los hijos de los Castro o los hijos de los lideres venezolanos, y en contraste millones de personas aparentemente obedientes a quienes se insta a gritar consignas contra el imperialismo a cambio de una mísera comida, o alguna baratija asequible en cualquier sociedad libre, ese es el paraíso del que la mayoría siempre quiere huir.
Para ellos, pensar diferente es contrarrevolucionario y por lo tanto no permiten expresiones o actitudes críticas como las que los mexicanos hemos practicado hasta ahora, hay censura en todos los medios y restringen internet pues según ellos contamina.
El esquema del gobierno paralelo existe desde la URSS y se distingue porque en cada lugar de dirección u operación del aparato gubernamental, así sea el mas pequeño, hay un miembro del partido que es leal al mando central, pasando por encima de cualquier otro funcionario, en ello radica el secreto de la ineficiencia socialista; no es el imperialismo, no son los ricos, es esa forma de manejar un país la que lo arruina.
En Venezuela desde Chávez llegó a cogobernar Ramiro Valdés el sanguinario y cruel exministro del interior cubano, experto en represión, tortura y encarcelamiento de opositores, fue él quien instaló el terror en Cuba para consolidar el castrismo. Los resultados hablan por si mismos: exiliados, perseguidos, pobreza, terror de Estado, falta de comida y una monumental ineficiencia.
Así que Xalapa puede ser un pequeño experimento de lo que pudiera venir, recursos financieros controlados por el centro, recursos humanos controlados por el centro, gente que ni conoce nuestra ciudad, pero que al ser fieles a la causa merecen estar allí por encima de cualquier veracruzano capaz.
Si estoy preocupado y me gustaría mucho compartir algún momento con usted para tomar un café y charlar de todo esto, el tema es abundante y hay otros aleatorios que también lo son.
Disculpe lo extenso, pero hay que expresarse ahora que se puede.
Le saludo cordialmente”.
¡Chin! Interesante y, sin duda, polémico, pero bien redactado, bien argumentado, con referencias históricas concretas, por eso le doy cabida.
Me atrevería a sugerir al presidente municipal de Xalapa, Hipólito Rodríguez Herrero, que confirmara si en efecto han llegado a la capital funcionarios o personajes cubanos y con qué propósitos, o sólo es una versión sin sustento.
Se lo sugiero porque, según he escuchado a varias personas de la vida pública pero sobre todo empresarial de la ciudad, están nerviosos por no decir que temerosos de que pudiera haber algún intento del experimento al que se refiere el señor Fernández Fentanes.
Quiero dejar bien claro que en lo personal tengo simpatía por el pueblo cubano, que me siento agradecido por el trato que me han dado cuando he estado en la isla, que mientras tenga vida pienso seguir viajando hacia ese paraíso del Caribe, pero me preocupa que se tense más el ambiente en Xalapa o que prive la inquietud por algo que puede no ser, que hasta podría perjudicar a visitantes cubanos si es cierto que han llegado, y cuya única respuesta cierta nos la puede dar la autoridad municipal. |