Los argumentos le fueron útiles en la víspera de las elecciones y su propuesta llamó la atención de los sectores más conservadores de la sociedad estadounidense.
Una vez instalado en la Casa Blanca, Trump dio continuidad a su proyecto de erigir un muro en su frontera sur. Va a cumplir 15 meses en el poder y no ha podido descifrar quién lo va a pagar y quién lo va a construir, a pesar de ello camina sobre el proyecto como si fuera a concretarse mañana mismo. Es la decisión de un solo hombre en el país que se autodenomina “el más democrático del mundo”, como si la democracia tuviera grados Un país es democrático o no lo es.
En este año, surge entre los dos países la necesidad de actualizar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte que existe desde 1994, y que permite el libre flujo de mercancías entre Canadá, Estados Unidos y México. La parte más difícil de este convenio le toca a México, a pesar de ello pelea por su continuidad como si en ello le fuera la sobrevivencia económica.
Es precisamente en medio de las pláticas sobre la renovación, actualización o cancelación del Tratado, que Trump irrumpe con discursos cada vez más agresivos y tiene en la marcha de la migración su mejor pretexto.
La marcha no cuenta con más de 1,200 migrantes, principalmente de Honduras a la cual se le unieron varios grupos de México con destino a Estados Unidos, país al que intentan ingresar sin papeles.
Esta marcha alarmó a Trump y en su alucinada mente advirtió una guerra. Muy desigual, pero guerra al fin. Ante la llegada de la marcha a territorio mexicano advierte el presidente del vecino país que colocará a la guardia nacional en la frontera para impedir que pasen los migrantes, mientras el muro se construye. Un muro que hasta el momento solo puede existir en su mente.
Donald Trump puede hacer en su territorio lo que desee, siempre y cuando el Poder Legislativo de su país esté de acuerdo. Por mucho poder que concentre, el inquilino de la Casa Blanca no puede decidir como un dictador lo que se hace con el ejército de su país.
Ante la proximidad de la marcha Trump señaló: "Es mejor que la gran caravana de gente de Honduras, que viene a través de México hacia nuestra frontera de 'leyes débiles', se detenga. El TLCAN está en juego, así como las ayudas extranjeras para Honduras y los países que permiten que esto suceda. ¡El Congreso debe actuar ahora!".
Es decir, aquí reconoce que no puede decidir solo sobre la movilización de la Guardia Nacional.
A esto, el presidente de México, Enrique Peña Nieto, respondió: "Evocando las palabras de un gran presidente de los Estados Unidos de América: no tendremos miedo a negociar. Pero nunca vamos a negociar con miedo".
Por su parte, el Senado mexicano exigió respeto al presidente estadounidense y demandó al gobierno de Peña Nieto suspender la colaboración binacional en materia migratoria.
También rechazaron el despliegue de tropas los cuatro candidatos presidenciales: Margarita Zavala, Ricardo Anaya, Andrés Manuel López Obrador y José Antonio Meade.
Es decir, la unidad sin importar color de partidos ni siglas se unió a la actitud de Peña Nieto, quien actuó como presidente de todos los mexicanos, y los mexicanos, como uno solo le respondieron borrando las diferencias del pasado y colocando en el presente las coincidencias con la dignidad y la defensa a la soberanía con la que argumentó su discurso el jefe del ejecutivo.
Peña Nieto recordó estos pronunciamientos en su mensaje a la nación, en el que recordó el tono negociador de su gobierno con el presidente estadounidense, a quien pidió revise el origen de su enojo.
"Si sus recientes declaraciones derivan de una frustración por asuntos de política interna, de sus leyes o de su Congreso, diríjase a ellos, no a los mexicanos", dijo Peña Nieto, contundente.
"Los esfuerzos del gobierno de México se han dirigido a construir una relación institucional, de respeto mutuo y beneficio para ambas naciones. La relación entre ambos países es intensa y dinámica que naturalmente nos representa retos", insistió el presidente mexicano ante este magnate habilitado como político.
"Si usted quiere llegar a acuerdos con México, estamos listos. Como lo hemos demostrado hasta ahora, siempre dispuestos a dialogar con seriedad, de buena fe y con espíritu constructivo", comentó con firmeza Peña Nieto, palabras que le sirvieron para cohesionar a los mexicanos de todos los segmentos sociales ante un problema en el que debemos estar unidos todos los mexicanos.
Enrique Peña Nieto demostró que es un estadista y puede echar abajo cualquier rumor sobre la debilidad de nuestro país, por el simple hecho de ser una nación pacifista.
La presencia de la guardia nacional debe ser un muro que actúe desde su propio territorio y vigile no solo el ingreso de gente y droga del sur hacia el norte, sino el tráfico de armas del norte hacia el sur.
Estados unidos tiene una sobreproducción de armamento, de ahí su necesidad de regalar incluso armas de fuego, lo que encarecen son las balas, de todas maneras ganan y mucho. La industria bélica del vecino país ansía con urgencia una guerra, de ahí sus provocaciones comerciales con más de un país del orbe y que tienen en los discursos exaltados de Trump su principal provocación.
Ante esta realidad del vecino no podemos menos que unir fuerzas para impedir que se actúe de manera inhumana contra las personas que viajan de sur a norte y exigir, que en esa misma ruta se impida el ingreso a territorio mexicano de armas y municiones.
En Estados Unidos cualquier adolescente puede adquirir un arma de fuego. Algunos de ellos las utilizan para disparar contra sus compañeros de escuela y matar a quemarropa al que esté enfrente.
Lo mismo sucede con las drogas, porque el vecino país tiene millones de adictos que requieren de diferentes drogas para sobrevivir. Es el país número uno en consumo de drogas, y bajo sus efectos portan armas en un territorio donde se dice impera la democracia.
La agresividad en el discurso de Trump es el principal insumo de la violencia real en sus calles, escuelas, universidades. Quiere sangre extranjera y provoca la paciencia de otros países que han actuado con prudencia y no con miedo.
El miedo, como dice el presidente Peña Nieto, no es buen consejero de ninguna negociación y si quiere dialogar con los mexicanos Trump puede hacerlo, siempre y cuando sea de igual a igual. PEGA Y CORRE. - De visita en Veracruz, José Antonio Meade, candidato presidencial del PRI se comprometió con la clase política a una ampliación del Puerto de Veracruz, así como a construir un periférico en Orizaba y concluir tramos carreteros y autopistas en diversos municipios. Aseguró impulsar la segunda fase de ampliación del Puerto de Veracruz y concluirá la autopista Tuxpan–Tampico, tramo Tuxpan-Ozuluama. Buenos proyectos sin duda y muy necesarios en la entidad…Esta columna se publica los lunes, miércoles y viernes.
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