Prosa Aprisa.
Arturo Reyes Isidoro.
 

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Vivía para leer, leía para vivir
2018-04-13

Decir que fui su amigo sería mentir. Nos saludábamos bien cuando nos encontrábamos, sobre todo en ferias del libro (en Xalapa o en la Ciudad de México; o en librerías); me identificaba muy bien como lector, como su lector: me autografió un ejemplar de El Mago de Viena −primera edición en el continente que se publicó en Bogotá, Colombia− el sábado 25 de febrero de 2006 cuando lo presentó en el Palacio de Minería, y un ejemplar de Sergio Pitol. Una autobiografía soterrada (ampliaciones, rectificaciones y desacralizaciones) que recién había llegado a Xalapa, el 16 de julio de 2010 cuando nos encontramos en el edificio de la Editorial de la Universidad Veracruzana. La primera vez lo hizo todavía con mucha facilidad, la segunda con mucha dificultad, con una demora que pareció una eternidad porque poner cada letra le costó mucho esfuerzo, muy afectado ya por su enfermedad. A veces lo veía cuando iba a tomar café a Dauzón de Xalapeños Ilustres, a donde llegaba caminando porque le quedaba muy cerca de su casa. O lo veía caminando por las calles de la capital del Estado.


Nos ha legado una obra con vigencia permanente, que no habrá de caducar con el paso del tiempo. Me gustó siempre su sencillez, que es una característica de los hombres valiosos de la humanidad. Nunca lo vi comportarse con altanería o soberbia no obstante que era un personaje universal. Lo conocí cuando él era joven, cuando alguna vez fue a saludar al entonces Subdirector del Diario de Xalapa, Froylán Flores Cancela, con quien se hablaba de tú. Yo trabajaba en ese periódico. En sus libros (tengo todos sus títulos y abrevo en ellos) nos deja una herencia que siempre le habremos de agradecer. De hecho, siempre está y habrá de estar con nosotros.


Ayer por la tarde, a vuela pluma entresaqué algunos subrayados de varios de sus textos publicados en diversos títulos que había marcado cuando los leí por primera vez. Comparto una breve selección.


Presentación de la colección Biblioteca del Universitario de la Universidad Veracruzana (Xalapa, 2007)


“… el libro es uno de los instrumentos creados por el hombre para hacernos libres. Libres de la ignorancia y de la ignominia, libres también de los demonios, de los tiranos… El libro afirma la libertad, muestra opciones y caminos distintos… Si el hombre no hubiese creado la escritura no habríamos salido de las cavernas… 


El mago de Viena (2006)


El libro realiza una multitud de tareas, algunas soberbias, otras deplorables; distribuye conocimientos y miserias, ilumina y engaña, libera y manipula, enaltece y rebaja, crea o cancela opciones de vida.


Quienes odian los libros también odian la vida.


Hay quienes leen para matar el tiempo. Su actitud frente a la página impresa es pasiva; se afligen, se divierten, sollozan, se retuercen de risa; las páginas finales donde todos los misterios se han revelado ya les permitirán dormir con mayor tranquilidad.


LA AUTÉNTICA LECTURA, LA RELECTURA. Nadie lee de la misma manera… la diversa formación cultural, la especialización, las tradiciones, las modas académicas, el temperamento personal, sobre todo, pueden decidir que un libro produzca impresiones distintas en lectores diferentes. 


Releer a un gran autor nos enseña todo lo que hemos perdido la vez que lo descubrimos.


Un libro leído en distintas épocas se transforma en varios libros. Ninguna lectura se asemeja a las anteriores. 


(Sergio Pitol) no sólo vive para leer sino que lee para vivir.


Uno no advierte el proceso que lo conduce a la vejez. Y un día, de repente, descubre con estupor que el salto ya está dado.


“Viajar y escribir” (Xalapa, marzo de 1992)


La obra de arte expresa, y lo hace de una vez para siempre, la mejor energía que es capaz de producir el ser humano.


… ante la obra literaria se descubre todo lo que de ramplón e intrascendente contiene el lenguaje de la política práctica, el de los negocios, el de las ceremonias mundanas, ese idioma que Galdós definió como “la escuela diaria y constante de la vulgaridad”.


Bernard Berenson declaró que el hombre es la perfección del universo; el espíritu, la perfección del hombre; y el arte, el conjunto y resumen de todas las perfecciones humanas.


… ante el discurso del poder el filósofo y el poeta opondrían con suprema eficacia los recursos del bufón… Nada irrita tanto al poderoso como la ridiculización de sus gestos y palabras, ser convertido no en objeto de culto sino de mofa, entre otras razones porque a menudo su lenguaje se sitúa al filo de la parodia. A Chaplin le bastó hacer unas mínimas alteraciones o intensificar uno que otro gesto para convertir un discurso de Hitler en una perfecta ejemplificación de lo grotesco.


Para el escritor el lenguaje lo es todo.


“Todo está en todas las cosas” (Xalapa, febrero de 1996)


Uno… es los libros que ha leído, la pintura que ha visto, la música escuchada y olvidada, las calles recorridas. Uno es su niñez, su familia, unos cuantos amigos, algunos amores, bastantes fastidios. Uno es una suma mermada por infinitas restas. Uno está conformado por tiempos, aficiones y credos diferentes.


Vivo en Xalapa, una capital de provincia rodeada por países de excepción. Por las mañanas salgo al campo, donde tengo una cabaña, y me dedico varias horas a escribir y a oír música. De cuando en cuando hago una pausa para jugar en el jardín con mi perro. Regreso a la ciudad a la hora de comer y por la tarde vuelvo a escribir, a oír música, a leer, a veces a ver algún viejo filme en videocasetera. Me comunico con amigos por medio del teléfono. A partir de las seis de la tarde, salvo casos extraordinarios, no hay poder que me haga salir de casa. 


Trabajo hasta las dos o las tres de la mañana. Este ritmo de vida que a muchos podría parecer desesperante es el único que me resulta apetecible.


Recorrer mi jardín; ver por fin reunidos mis libros, saber que he llegado a la isla desierta con más opciones que los diez minutos que exigen las encuestas; estar lejos de todo, sin haber renunciado a observar el mundo, escrutarlo, leerlo, tratar de descifrar sus señales, intuir sus movimientos, es en conjunto un placer.


Citando a Julien Green: Todo ser humano lleva un misterio que ignora.


… la tolerancia… es obra de la voluntad. No hay virtud humana más admirable. Implica el reconocimiento a los demás: otra forma de conocerse a uno mismo… es una virtud que requiere un esfuerzo y una vigilancia constantes. No tiene prestigio popular.


Citando a Carlos Fuentes: Sólo dañamos a los demás cuando somos incapaces de imaginarlos.


Citando a Octavio Paz: La democracia política y la convivencia civilizada entre los hombres exigen la tolerancia y la aceptación de valores e ideas distintos a los nuestros.


Cuando observo el deterioro de la vida mexicana pienso que sólo un ejercicio de reflexión, de crítica y de tolerancia podría ayudar a encontrar una salida a la situación.


Cada uno de nosotros es todos los hombres. 


¡Todo es todas las cosas!


“Con Monsiváis, el joven” (Xalapa, enero de 1996)


Sobre Monsiváis: … hace allí una leve pausa y añade que uno de los momentos más altos de la lengua castellana le es debido a Casiodoro de Reina y a su discípulo Cipriano de Valera, y cuando desconcertado ante aquellos nombres, pregunto: ¿y ésos quiénes son?; me responde, escandalizado, que nada menos que los traductores de la Biblia.


Los financieros no le perdonan a López Mateos haber definido su gobierno como de izquierda, aunque fuese dentro de la Constitución.


Está convencido (Carlos Monsiváis) de que los años vividos en el pasado reciente (antes de los años 90), esos en que los granaderos fueron usuarios de las calles de tiempo completo, sólo pudieron producirse gracias a una petrificación de las mentalidades y, por ende, de las instituciones. 


“La herida del tiempo” (Xalapa, mayo de 1994)


Revisar el pasado significa, entre otras tristezas, contemplar un mundo que es, y al mismo tiempo ha dejado de ser, el mismo.


La memoria puede, a voluntad de su poseedor, teñirse de nostalgia, y la nostalgia sólo por excepción produce monstruos. La nostalgia vive de las galas de un pasado confrontado a un presente carente de atractivos.


“El sueño de lo real” (Xalapa, julio de 1997)


… aquello que da unidad a mi existencia es la literatura; todo lo vivido, pensado, añorado, imaginado está contenido en ella. Más que un espejo es una radiografía: es el sueño de lo real.


Creo que el mejor homenaje que se le puede hacer, y en forma permanente, es leerlo, leer su obra.

 
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