Atrás quedaron los días en que el imberbe candidato anunciaba a los cuatro vientos y con voz engolada: “Por supuesto que sí. Ya estuvo bueno de que haya intocables en nuestro país, aquí el que la haya hecho la tendrá que pagar, y esto incluye al Presidente de la República, Enrique Peña Nieto”, lo anunció enfático el 5 de marzo.
Posteriormente el líder nacional del PAN, Damián Zepeda, anunció con un gesto de aparente dignidad, que ese parido rompía relaciones con el gobierno federal por haber difundido un video con la imagen de Anaya con sus cercanos colaboradores de campaña en la PGR.
Cuando se le pregunta si dijo lo que dijo hace cara de sorpresa y advierte: “Bajo ninguna circunstancia estaría yo dispuesto a realizar un pacto de orden cupular, no creo en ello y estoy absolutamente en contra del pacto de impunidad”.
Anaya ensayó poco más de dos meses su aparición en la televisión a través del debate. Sus guiones aprendidos y sus ademanes estudiados hasta la saciedad, lo hicieron creer que al día siguiente él encabezaría las encuestas de intención del voto. Todo quedó igual.
Incluso, luego de que el primer debate por la gubernatura de la Ciudad de México, concluyera, el equipo de campaña del Frente que encabeza, envió a los medios, por error, un boletín donde anunciaban que, según las encuestas, el debate hacia la Presidencia de la República, lo había ganado Ricardo Anaya, es decir, una semana antes de que el debate referido se realizara.
Las armas de Anaya son muy frágiles. Por ejemplo, argumenta públicamente que la amnistía que propone el candidato de Morena, falló en otros países como Colombia. En ese país sudamericano hubo una amnistía, pero únicamente para los paramilitares, para ningún otro grupo, cártel o sociedad criminal.
Si lo sabía aparece como un mal intencionado y tramposo; si no lo sabía se consolida como un ignorante y poco responsable.
Por otro lado, Anaya lanzó ese anzuelo de la posibilidad de un pacto con Peña Nieto para “semblantear” la posición del presidente en relación con la noticia en esos días sobre un presunto lavado de dinero de Ricardo Anaya en Europa.
En el caso estarían involucrados nuevamente el empresario mexicano Manuel Barreiro y el México-español Juan Pablo Olea Villanueva, detalló el diario El Español, y está relacionado a la investigación que realiza en México la PGR.
Es necesario que Anaya conozca la postura de Peña Nieto sobre este caso, y de ahí esa mangana de charrería clásica le fuera lanzada al presidente de la República, seguramente por uno de sus colaboradores más cercanos, asiduo a la charrería, Santiago Creel Miranda, quien es su principal asesor, y de ganar ese frente se convertiría en secretario de Gobernación, con lo cual se rechazaría el gobierno de coalición que dice encabezar ingenuamente el ex jefe de gobierno de la CDMX, Miguel Ángel Mancera.
Anaya quiso tenderle una trampa a Peña Nieto, al sugerir, a través de un argumento lanzado al viento, una cómplice alianza, como si el Jefe del Ejecutivo pudiera meterse abiertamente en las elecciones. Con esto muestra Anaya no sólo que desconoce las leyes sino que en caso de conocerlas, quiere que las viole el propio presidente de la República, a quien, el 5 de marzo, anunció que metería a la cárcel.
Todo este enjuague, dio pie a que un grupo de empresarios que ven en peligro sus privilegios, solicitara a Margarita Zavala y a José Antonio Meade que declinaran en favor de Anaya, para detener el avance de López Obrador.
La noticia fue dada a conocer por los voceros de Meade y de Margarita, aunque después se haya desmentido.
Así, Margarita Zavala rechazó recibir presiones de empresarios para declinar y sumarse a una propuesta única que cierre el paso a Andrés Manuel López Obrador.
Por su parte, los voceros de la campaña del PRI y de la candidata independiente Margarita Zavala, reconocieron que existe una fuerte presión de una parte del sector empresarial para que declinen en favor del panista Ricardo Anaya Cortés.
Javier Lozano, vocero de la campaña del PRI, dio a conocer la existencia de una campaña en el sector empresarial para que Meade y Margarita Zavala dejen el camino libre a Ricardo Anaya para que Andrés Manuel López Obrador no llegue a la Presidencia.
López Obrador ha acusado a un grupo de empresarios encabezados por Claudio X. González Laporte, ex presidente del Consejo Mexicano de Negocios, y Roberto Hernández Ramírez, presidente honorario del consejo de administración del Grupo Financiero Banamex, de conspirar para robarle la elección presidencial.
Ricardo Anaya negó que quiera los votos de Meade.
Pero las contradicciones del bisoño candidato del Frente panista no terminan aquí, luego de criticar a otros partidos por recibir el “cascajo” de otros partidos. Ahora dice personalmente que no se niega a la posibilidad de abrazar a militantes y simpatizantes de cualquier partido político para llegar a la Presidencia de la República.
Ya lo había dicho el injustificadamente sonriente Damián Zepeda, líder nacional del PAN, a los ciudadanos que simpatizan con otros candidatos o partidos los invitó a que reflexionen y se sumen al proyecto que encabezan Ricardo Anaya y la coalición Por México al Frente.
La unión ocurre ahora entre el frente que encabeza Meade y el que preside Anaya, los acerca su pasión por la inversión sobre todo la extranjera, que es realidad es un mito.
Empezando porque se allanan tierras ejidales o de campesinos a quienes se les compra el metro cuadrado muy barato, las empresas extranjeras contaminan el territorio nacional en dimensiones y peligro que tienen prohibido en sus países de origen, tienen facilidades fiscales inexplicables, vienen atraídos por los salarios más bajos del mundo y llegan con sus propios ejecutivos, de tal suerte que no hay cabida para los mexicanos a un puesto de nivel medio porque esos vienen desde el país inversionista ya ocupados. Por si fuera poco en ocasiones el terreno donde se instalará la empresa extranjera se les regala una parte o la totalidad. Por otra parte, el gobierno mexicano les otorga servicios a la región donde se instala la empresa, y muchas veces tiene que erigir escuelas, hospitales, centros comerciales, para que la empresa se anime a llegar. La inversión que defienden apasionadamente Meade y Anaya, simplemente es un problema para el país y no una solución para los mexicanos, como muchas de sus propuestas. PEGA Y CORRE.- Sigue la guerra sucia desde diferentes frentes, esta vez la alcaldesa panista de Córdoba, Leticia López Landero, negó el permiso solicitado por el equipo de campaña de Morena para realizar un mitin en el que participaría su candidato presidencial, Andrés Manuel López Obrador, este lunes en el parque 21 de Mayo. El caso es impedir que crezca…Esta columna se publica los lunes, miércoles y viernes.
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