Un lustrador de calzado que hacía su chamba en el Parque Juárez y escuchó al joven comentó mordaz: “Lo mismo dijo su papá. Su papá también nos apantalló con espejitos y miren nomás cómo está Veracruz”.
Y tiene razón.
Como candidato, el padre de Yunes Márquez prometió casi el paraíso y 18 meses después la entidad se mueve nomás porque Dios es grande.
Yunes Linares prometió que durante su gobierno la economía volvería a crecer y Veracruz sería punta de lanza en ese renglón, pero eso no ha sucedido ni por equivocación.
De acuerdo con la organización “México ¿cómo vamos?”, el año anterior la entidad registró una tasa negativa de crecimiento económico de menos 3.2% y terminó siendo la cuarta (sólo debajo de Campeche, Tabasco y Durango) con mayor decrecimiento económico a nivel nacional.
Es importante apuntar que de acuerdo con la Encuesta Nacional de Hogares que realiza el INEGI, el 70 por ciento de los niños veracruzanos mayores de 7 años, sufren de preocupación o nerviosismo como reflejo de la inseguridad y la recesión económica que se vive.
Según el INEGI siete de cada diez niños (¡Siete de cada diez!) padecen sensaciones de ansiedad, desasosiego, depresión, dolor y cansancio.
Si Morena no está respondiendo a las necesidades de los xalapeños como dice el joven candidato, su papá tampoco ha respondido al reclamo de millones de veracruzanos que le piden seguridad, inversiones y empleo.
Parafraseando al mismo Yunes Márquez, ¿con qué cara vino a Xalapa a pedir el voto de los xalapeños si su papá no ha podido con los males que lastiman a Veracruz?
Yunes Márquez, su equipo de campaña y el jefe de ésta que es el señor gobernador, se están obsesionando con Morena y están dejando de lado a José Yunes Zorrilla que sigue hacia arriba en las preferencias electorales y les puede ocasionar algo más que un dolor de cabeza.
¿Por qué digo esto? Por tres factores.
Si en la elección anterior buena parte de los dueños del voto duro del PRI se quedaron en sus casas, esta vez sí saldrán a votar por su candidato porque desde hace más de siete años están deseando llevarlo a la gubernatura.
Ese voto duro es en números redondos de 1 millón 100 mil electores.
El segundo factor es el voto de castigo para Yunes Linares que difícilmente se inclinará por Cuitláhuac García. Los campesinos abandonados, los obreros desempleados, los burócratas y profesionistas cesados, los empresarios engañados, los estudiantes sin becas y los amigos y familiares de los desaparecidos, están viendo en Pepe Yunes Zorrilla a un candidato más afín a sus esperanzas, necesidades y carencias.
Y el tercer factor es el gran porcentaje de indecisos a los que las propuestas del peroteño les están llenando el ojo y el oído.
Lo dije antes y lo reitero ahora. El triunfo o el fracaso del joven Yunes Márquez pasará irremediablemente por lo que ha hecho o dejado de hacer su papá. Y en ese renglón los números no favorecen al gobernador.
Cuitláhuac García está trepado en la inercia que trae su ídolo y patrón, Andrés Manuel López Obrador.
Pepe Yunes por su parte, está nadando a contracorriente, pero nadie en su war room tiene la menor duda de que el próximo 1 de julio dará la gran campanada.
Veremos.
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