Todos saben que son mentiras, pero ese es el único verbo admitido, pues si algún aspirante a conquistar el voto de los electores dijera sólo las cosas posibles y alcanzables sin lugar a dudas perdería.
“Voy viviendo ya de tus mentiras, sé que tu cariño no, no es sincero; sé que mientes al besar y mientes al decir te quiero; me conformo porque se, que pago mi maldad de ayer”.
Lo lamentable de toda esta sarta de mentiras es que una vez llegado al poder el otrora candidato, comenzará un proceso de aterrizaje a la realidad y muy pronto ésta será confrontada contra las cosas que se dijeron y se prometieron en la campaña por el voto.
Vendrá el desencanto, la frustración, el coraje y enseguida el arrepentimiento de haber creído que todo era verdad y haber caído en las garras de un farsante con la candidez de una adolescente y haberle entregado su voto.
Pronto aparecerá un nuevo candidato y dirá las mismas viejas mentiras, que conseguirá el mismo resultado: el voto; y nuevamente el pueblo volverá a sentir la frustración por haber vuelto a tropezar y peor si resulta ser con la misma piedra.
Como colofón de la historia de una tragedia admitida y resignadamente aceptada por el pueblo, hoy por primera vez en Veracruz se vive el fenómeno de la reelección de diputados y algunos de ellos vuelven al mismo lugar, con la misma gente, con las mismas mentiras y pretenden salir con el mismo resultado.
“Siempre fui llevado por la mala y es por eso que, que te quiero tanto; mas iras a mi vivir la dicha con tu amor fingido; miénteme una eternidad que, que me hace tu maldad, feliz”.
Aún no maduramos como sociedad, de manera que hagamos severos cuestionamientos de las cosas que prometen, muchas de ellas que ni siquiera corresponden a las funciones del encargo que pretenden.
Son los mismos rostros, los mismos apellidos, las mismas mentiras, los mismos engaños y ¿quieren salir con las mismas victorias? Será que algún día aprenderemos y defenderemos nuestra dignidad para constituirnos en una sociedad más involucrada y participativa, para no ceder nuestro voto a cambio de una cajita con una mísera despensa.
Los que han prometido y no han cumplido, no pueden ver a la cara al pueblo y mucho menos pueden intentar verle la cara como la vez pasada y volver a arrebatarle su voto. O simplemente volveremos a cerrar los ojos y con resignación dejarlos pasar, dejarlos ser y dejarlos hacer. Porka Miseria.
“Y que más da, la vida es una mentira; miénteme más, que me hace tu maldad feliz”.
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