“En la bohemia se vive, como en el teatro: se dirige y se participa como actor”.
Como las que vivió y gozó el gran periodista Renato Leduc, plasmadas algunas en el valioso poema “amar queriendo como en otro tiempo, ignoraba yo aún que el tiempo es oro, cuánto tiempo perdí, - ay - cuanto tiempo”…de carácter fuerte y valiente, diría el llamado “jefe pluma blanca”, “cada día más del mundo exorbitado, en solitario claustro el verso que he de ofrecerte”, así también en el “Camerino del Mariachi “Estrella” de Martín Anell, en este momento que vivimos de graves problemas y fatalidades, se hizo un alto a esta etapa para aceptar “hoy que de amores ya no tengo tiempo, amor de aquellos tiempos, cómo añoro la dicha inicua de perder el tiempo…”.
-Reunidos entre ellos, Arturo, Jimmy, Mateoy Gaby Trujillo, Hipólito Anell de Teocelo, el del guitarrón; Johnny de la trompeta…
Fue la bohemia casual cual debe, no de aquella que se rige por una vida irregular y desordenada, no. Caminaba por la calle de Santos Degollado y deteniéndome al estrechar la mano de Jimmy y su compañero de trío, Gabriel Trujillo, al saludar un personaje que transita por este lugar, tripulando su poderoso auto color blanco, bajando de la unidad y reconocido de inmediato, Juan Manuel Velásquez Yunes, acepté la invitación al cumpleaños número 74 de Rosalino, el de la firme y aguantadora voz del Mariachi Estrella que se presenta en Casa Bonilla de Coatepec…
El amigo Juan Manuel, ex alcalde de Perote y ex diputado, siguió su camino. Nosotros entramos al conocido lugar – yo llevando mis acostumbradas bolsas de leche – sólo así, sólo eso – adquiridas en el Oxxo, - que se utiliza como “camerino”, siguiendo a Jimmy y Gabriel mientras ya esperaban al festejado sus compañeros de mariachi y otros artistas coatepecanos…
No, no…esta sí es bohemia. “Tan lejos de ti, no puedo vivir, tan lejos de ti me voy a morir, entré a esta taberna, tan llena de cosas, queriendo olvidar…ya que es imposible dejar de quererla, señor tabernero, sírvame otra copa, que quiero olvidar…”, siguiendo a Hoja Seca, la “Copa Rota” de José Feliciano: “Aturdido y abrumado, por la duda de los celos, se ve triste en la cantina un bohemio ya sin fe…”. Y el choque de los vasos iniciaba.
Rosalino, pidió cantar. Su característico falsete en: “va el pastor con su rebaño, al despuntar la mañana…” y “qué bonitos ojos tienes, debajo de esas dos cejas”, la “Malagueña”…Arturo el del Maraichi, rascaba el requinto, Jhonny en la trompeta, Gabriel y su hermano Mateo en las guitarras y el elegante Jimmy acoplado con los bohemios…le daba a su inseparable compañera, la guitarra. Hipólito Anell, paisano, en el guitarrón.
Como decía el Mosco cuando vivía y deleitaba en Casa Bonilla, dijo Rosalino: “¡Mula!. ¿Cuál crisis?...la crisis es pa´los pendejos. ¿Pobres?, no somos pobres si contamos con amigos, salud y con Dios. Existe gente millonaria, presumida, ostentosa y tan pobre que solamente tienen dinero. Se recordaban las anécdotas de Raymundo Jiménez el entrañable “Mosquito”. Ingeniosas las palabras que llevaban mensaje, ocurrente siempre el “jarocho de Alchichica”, como le decían al “Mosquito”, para encabronarlo, el mismo que formaba parte del paquete comercial que el “Viejote” Chente Bonilla, cumplía a presidentes de la República, llevando los famosos langostinos hasta la residencia oficial de Los Pinos…”Chente que no se te olvide llevar al “Mosquito”, solicitó en varias ocasiones Luis Echeverría cuando presidente de México”.
“Pero ganaba más por no versar”…le tenían miedo, otros terror solamente al verlo llegar a su mesa, en buena forma claro…se le estimaba al personaje de sombrero jarocho, impecable guayabera y sus especiales botines…”que arrastraba ya en sus últimos años”, con su “caballito” en la bolsa de la guayabera y su jarana.
“Yo me enfrenté al destino, buscando tu camino, afortunadamente al destino gané…”, cantaba Juan el del mariachi Estrella, en un seleccionado popurrí acompañado de su guitarra: “Amor perdido, si como dicen es cierto que vives dichosa sin mí”…”amigo organillero arranca con tus notas
pedazos de mi alma, no importa que el recuerdo destroce mis entrañas tu sigue toca y toca”…
El brindis y la breve charla con el cumpleañero, Rosalino: “Chino Mora, nací en un lugar que se llama Orilla del Monte, Jalacingo, pero la mayor parte de mi vida en el Crucero de Xico, jubilado después de laborar en el Jardín de Niños “Enríque C. Rébsamen” de Teocelo…también tengo mi historia, recordando sus tiempos de noviazgo con la que hoy es su esposa, de ese encierro en el convento de la madres capuchinas en Xalapa…recuerda y suelta discreta carcajada. “Si se oponen a que se casen, llévatela”, me aconsejaron las madrecitas.
-Los ojitos le brillan a Rosalino…
Acompáñenme esta melodía: “Amigos y enemigos, están invitados, a mi funeral pa' que brinden por mí...quiero ver a todas aquellas mujeres que me hicieron daño y me hicieron feliz…cuando yo me muera, que toque la banda, esa del recodo, que tanto canté. Y la de los Tigres “El Jefe de Jefes”, y que los mariachis me canten “El Rey”.
-¿Les puedo preguntar algo amigos?...digo, siguiendo con el ambiente.
-¿Y cómo le hicieron para conseguir la música, trío y mariachi, el tequila, la botana, se les dificultó verdad?
-Ja,ja,ja…aquí se demuestra que “el dinero no es la vida, es tan solo vanidad”, recordamos a Luis Alcaraz y su “quinto patio”…están los amigos y los compañeros, siempre en nuestros festejos, somos felices, sinceros y le damos valor a la vida, dijo el amigo Jimmy…
-Bueno, hasta se entonó “Préstame tu caballo, pa´ponerle mi montura…”,
Y rematando con las conocidas canciones, desde el maestro Agustín Lara, Los Martínez Gil, Chente Fernández, que en sus letras dicen:
-De Julión Alvarez, Nelson Ned…
“Sí te hubieras ido antes, por qué no te marchaste cuando no eras tan indispensable, me pides que te olvide cuando hiciste todo para enamorarme, y así ya no tendría estas ganas de rogarte”…”A pesar de todo, de todo lo que tuve que pasar, todavía te adoro desde el día en que te conocí”;
Ellos, continuaron con la bohemia, en otro lugar…mientras abordamos el bus para dirigirnos a nuestro amado suelo, es nuestro, con la obligación de cuidarlo de la maldad y la perversidad: ¡Teocelo! |
