Osiel Castro de la Rosa, sin embargo, no suda ni se abochorna.
Legendarias fotos lo muestran con tremenda panza, totalmente desnudo bebiendo y bailando sobre la cubierta de un yate en las cristalinas aguas de Cancún, con esculturales damas cubanas en minúsculos bikinis.
Ello aún circula en las redes sociales.
La de Osiel Castro de la Rosa es una historia simple.
Este morenazo de fuego con las alforjas atascadas de dinero, un día decidió salir de pobre y pasarla ¡a toda madre! por el resto de sus días.
Para lograrlo el vivaracho cuenqueño primero pensó en ser político y para lograrlo este de profesión ingeniero decidió acercarse a los políticos.
El más cercano que encontró fue a su paisano cuyo más cercano, el Tío Fide, quien con su locura populista compraba todo lo que le ofrecían.
Así, la gran amistad cultivada de la anoche a la mañana le permitió alcanzar una diputación local y ganarla gracias al dedazo del señor… “¡Si no, pa´que son los cuates!”, decía el afortunado.
Ya con el espacio de poder decide armar un cuento llamado “Inverbio”, Instituto Veracruzano de Bioenergéticos, con el respaldo de su padrino Gerardo Buganza Salmerón, también comprado por la Fidelidad vendiendo la idea de que este organismo público responsable del cuidado del medio ambiente sería la caja chica de Fidel.
Fue así como empezaron a fluir recursos a Inverbio que de origen eran para el campo y el rescate de la Cuenca del Papaloapan, aunque en los hechos fueron a parar a la bolsa de Osiel y socios.
La misma nómina que cubría al equipo de colaboradores tras la creación de Inverbio fue sustituida por “aviadores” y “amiguitas” del talentoso de Osiel ya para el 2004 legendario por su apetito por las mujeres y generosas casas chicas para sus preferidas.
La historia de este amigo a la vuelta de los años tomaría tintes de novela tipo Ernesto Alonso al buscar extender sus dominios a Morena a través de “Ruta Cinco”, que es un grupo de Asociaciones y organizaciones que apoyaron a AMLO, en Veracruz en la idea de que no desapareciera la mina de oro de Inverbio y continuara con sus alianzas que tantos beneficios le había dado… a su cartera.
No conto, sin embargo, con que ORFIS le estaba siguiendo la pista desde el 2005 y ya para este 2018 la cuenta y deudas por comprobar, al corte del 2017, rebasaban los 80 millones de pesos, una baba de perico ante el descomunal saqueo.
Su expediente administrativo DRFIS 009/2017, dice que “como resultado de la observación financiera” este angelito debe (FS-085/2016/006DAÑ) la friolera de 82 millones 694 mil 355 pesos con 89 centavos de los cuales no son perdonables ni los 89 centavos.
María Ileana Sánchez Hernández, su administrativa y gente cercana también está involucrada en el tema por 41 millones 009 mil 665 pesos.
Todo un festín de deuda para el gigoló cuenqueño.
En los próximos días este pájaro de cuenta será requerido por la Fiscalía Veracruzana y de no reparar el daño patrimonial que le finca el ORFIS y que la Fiscalía está pronta y expedita a intervenir, será llevado a Pacho Viejo.
Y a la basura tanto dinero y proyectos que se soñaban para Veracruz como la instalación en los 212 municipios de estaciones de biocombustible para uso del transporte público.
Ya el propio presidente de la Asociación Ambiental por México, Reynaldo Guerrero, de años atrás ha venido denunciando que Inverbio solo ha servido “para succionar al gobierno del estado”.
Mientras los palmicultores tienen vigente una denuncia contra Osiel Castro quien los hizo firmar un contrato de compra de palma de aceite para la fabricación del biocombustible, pero nunca pagó, según el Presidente de la Palma de Aceite, Ulises Ríos.
Los afectados fueron mil 450 palmicultores de 17 municipios del sur de la entidad.
Lo mismo sucedió con los productores de caña, jatropha y sorgo a quienes engatusó.
Asimismo, la empresa “Mercados&Negocios SA de CV” reclama el pago de proyectos productivos en materia de bioenergéticos, así como los que harían realidad el sueño de Osiel de crear una “Secretaría de Bioenergéticos y Energía Renovable en Veracruz”.
En la denuncia del director general de la empresa, Edgar Palma Gómez, reclama el pago de manuales administrativos e iniciativa de ley de lo que sería la nueva dependencia y la entrega de equipo de alta tecnología.
Esa es la historia de Osiel, un ingeniero metido a político que resultó listo para los negocios y todavía se dio un tiempito para orgias y uno que otro gastito para la compra de casas en destinos turísticos, mismas que hoy son investigadas.
Hoy tiempos de rendir cuentas.
¿Osiel, Osiel?.. ¡Ya ponte los calzones porque vienen por ti!
Tiempo al tiempo.
*El autor es Premio Nacional de Periodismo
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