Si no es suficiente lo existencia de cincuenta y tres millones de miserables y un país ensangrentado,- cuyos cadáveres deambulan de pueblo en pueblo sin encontrar un sitio de descanso-, donde la violencia y la criminalidad nos asedian, entonces, con orgullo, podemos presumir que nuestro país no está en bancarrota, pero si al menos más cerca del despeñadero que nos anticipa que no habrá seguridad ni paz para nadie.
Y, si a más de treinta años del salinato, debe de ser cierto que estamos en el país del que no pasa nada, cuando los empresarios se inconforman de inmediato porque se les dice que la situación es crítica y amenazante, aunque toquen las campanas que presagian o anuncian las desgracias, es decir, ven la tempestad y no se hincan , lo que significa que, como a ellos les ha ido muy bien, la sociedad también ha sido beneficiada, pues el error de diciembre de Zedillo no fue suficiente. Si se quiere que no se anuncie la tormenta porque peligran sus intereses,- hablar mal del camello significa que no podrá venderse-, olvidándose que en el momento menos esperado las cosas pueden cambiar de manera grave y peligrosa para todos, si no se enfrenta con rigor lo que viene, pues a nadie se le arrienda las ganancias cuando vemos el terremoto. Lo expresado por el presidente electo Andrés Manuel López Obrador de que existe un país en bancarrota, no se refiere solo a la riqueza que poseen los de la familia de los Forbes , no menos de veinte súper millonarios nacionales- que, cual voraces y rapaces seres no humanos, hacen su agosto y lo mismo sirven a unos o a otros, en tanto no se les llegue a sus bolsillos, pues nadie renuncia fácilmente a los privilegios de suyo abominable, lo que se quiere dejar sentir, de nueva cuenta, que ellos son los que mandan. Cuando los empresarios hablan de un México fuerte es porque quieren seguir siendo los beneficiarios del establecimiento que les dio riqueza y poder, que sirve para avasallar a quienes están enfrente y en el caso, los obreros y campesinos, que aún viven en las peores de las condiciones, al tener un gobierno que siempre ha estado a su servicio, esto, de las minorías que nunca tendrán llenadera , por lo mismo, no quieren, por lo menos , que los recursos públicos se distribuyan con un poco más de equidad, sino que solo sirvan a los políticos que están a su servicio, o bien a los contratos lesivos contra el país. Por lo mismo, ahora que, al hablar López Obrador de bancarrota, es un preludio- dicen sus adversarios abiertos y embozados- de que, no podrá cumplir lo que ofreció en su campaña y que lo llevó sepultar con más de treinta millones de votos a quienes han llevado a este país a la situación crítica que vive, ello, como corolario de un gobierno de fallido, que fue más de lo mismo, como la demagogia y el engaño. Sin embargo, si todo anuncia que el cambio es y será a fondo, la suprema Corte de Justicia de la Nación, corresponsable de la crisis o bancarrota de que tanto se especula y se asombra los banqueros y empresarios, ha tomado bandera para firmar, por conducto del ministro Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, en una autocrítica que jamás habíamos escuchado , “que el Poder Judicial no se ha ganado la confianza de la sociedad, y se pronuncia por atender las demandas sociales, acabar con los privilegios y la corrupción, pacificar al país y erradicar las desigualdades”. Las palabras del ministro al abordar el descontento social afirma “fueron reveladoras de un desprestigio generalizado de las instituciones y- tenemos que reconocerlo- mucho de ese hartazgo y de esa frustración social se dirigió expresamente a esta Suprema Corte de Justicia y al Poder Judicial de la Federación, en general”, es decir, la existencia en la corte de un Ministro – Medina Mora- que sin cumplir con la constitución ocupa ese cargo, habla del manoseo de la justicia y de la violación a los derechos humanos. No se puede exigir mayor claridad cuando exigió a los jueces que rindieron protesta, que no puede hacerse de oídos sordos a los reclamos sociales y, escudándose en sus garantías institucionales simplemente, voltear la cara y no asumir su responsabilidad en los problemas estructurales que aquejan a nuestro país “, en síntesis, que sean prestigio de la institución y no amanuense o mediocres en su actuar. Al reconocer que en el poder judicial de la federación existe corrupción, convoca a que se sancione, bajo el signo de cero tolerancia, lo que está en sintonía con lo anunciado por el presidente electo y en consecuencia, si el acompañamiento de ese poder es esencial, al igual que el legislativo, ello conduce a augurar que si podrá abrirse la transformación nacional, al reformar, sobre todo la constitución política del país , pues ha sido tasajeada de manera irresponsable por una camarilla de bandidos que solo han pensado en sus intereses personales. En base a lo anterior, que nadie se espante porque los votos hablaron y seguirán hablando en el futuro si se continúa por el camino de la transformación social, de lo contrario, el descalabro será feroz, y la prueba se dejará sentir cuando se resuelvan las impugnaciones en los casos de las elecciones del 1 de julio, que pondrá a prueba al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, demostrando su independencia y autonomía en base a resoluciones congruentes y ajenas a intereses partidistas. limacobos@hotmail.com Twitter:@limacobos1
|